El PNV da la espalda a sus amigos de CiU
La figura robusta de Joseba Egibar era perfectamente reconocible durante el reciente Día de la Hispanidad desde el exterior del Palacio de Igartza, en la localidad guipuzcoana de Beasain, uno de los feudos del nacionalismo. El conjunto monumental del siglo XVI acogió un pequeño mitin del portavoz del PNV en el Parlamento vasco acompañado por el secretario de relaciones internacionales de CiU, Víctor Terradellas. Sin recurrir a eufemismos, el invitado catalán abogó por luchar para conseguir “un Estado propio que conviva con el resto en Europa”. Hubo aplausos. Pero, en contra de lo que pudiera parecer, fue un acto inusual en esta campaña.
PNV y CiU han compartido mesa y mantel en múltiples ocasiones, también actos públicos y discursos soberanistas más o menos genéricos. Sin embargo, la participación activa de la coalición catalana nunca ha sido tan exigua como en esta campaña electoral. El acto de Beasain, presentado bajo el título Catalunya eta Euskadi, fue el primero en el que el PNV incluyó a un orador de CiU en campaña. En la oficina de prensa peneuvista no les consta ningún otro participante en los 15 días de mítines. Y no hay explicación oficial para tan escasa presencia del hermano catalán.
En privado, los jeltzales admiten que a la candidatura de Iñigo Urkullu no le conviene la injerencia de CiU con su discurso independentista. En Sabin Etxea, la sede central del PNV, en Bilbao, están persuadidos de que con la actual situación de crisis la imagen de gestor labrada durante tres décadas en el Gobierno vasco es mejor carta de presentación en estos momentos que cualquier reivindicación soberanista. Los dirigentes del PNV calculan que es más factible pescar votos entre los votantes dubitativos del PSE-EE y del PP que entre las huestes de la izquierda abertzale. Por lo tanto, aparte de las referencias en los primeros días de campaña a un nuevo Estatuto “sin rupturas con España”, Urkullu ha optado por incidir en la necesaria recuperación de la economía.
La relación con CiU del candidato peneuvista a la lehendakaritza, desde que el presidente Artur Mas lanzó su órdago al Gobierno central, ha sido tratada con la máxima precaución. El pasado 28 de septiembre, Urkullu viajó a Barcelona y se reunió con Mas. Fue un encuentro sin previo anuncio, y, tras la cita, en la que no hubo periodistas, la oficina de prensa del PNV facilitó a los medios de comunicación una única fotografía del apretón de manos, con ambos mandatarios dirigiendo la mirada a la cámara de forma más o menos distendida. En Sabin Etxea pensaron que debían evitar el peligro de una foto incómoda, quizá con un gesto equívoco, y por eso ellos mismos se encargaron de hacer llegar la instantánea a la prensa.
Otro encuentro más entre PNV y CiU fue el día del Alderdi Eguna (Día del Partido), el 30 de septiembre en las campas de Foronda, en Vitoria. En esta ocasión, participó una pequeña delegación de CDC (Convergència Democràtica de Catalunya) y de UDC (Unió Democràtica de Catalunya), ambas integradas en CiU. Estuvieron presentes Josep María Pelegrí y Oriol Pujol, secretarios generales de dichas formaciones.
Tampoco fue ostentosa la presencia de senyeras en esta fiesta que el PNV celebra anualmente el último fin de semana de septiembre. A pesar de que suele convertirse en un día de exaltación de la identidad vasca, en esta ocasión, y dada la proximidad de las elecciones, los dirigentes jeltzales atenuaron su oratoria. La senyera ocupó menos espacio que en ocasiones anteriores, y la estelada ni apareció.