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Podemos arranca el curso con el reto de superar el desgaste ante el nuevo ciclo electoral

Podemos arranca 2018. Tres semanas después de la última aparición pública de su secretario general, Pablo Iglesias, y de unas vacaciones navideñas con la actividad al ralentí, la ejecutiva del partido se reunirá este miércoles. No lo hacía desde el 18 de diciembre. El sábado llegará el turno del principal órgano entre asambleas, el Consejo Ciudadano Estatal. Será entonces cuando Iglesias plantee ante los dirigentes de Podemos las directrices para 2018, el año de la implantación municipal de la organización con la mirada puesta en los comicios de 2019: europeas, andaluzas, locales y autonómicas.

Este será el primer año sin elecciones desde 2014. Al menos, sin elecciones previstas porque la sombra de una repetición en Catalunya planea sobre el inicio del curso. Este escenario sería el menos apetecible para Podemos que ha visto cómo su posición y la de sus aliados catalanes ha desgastado profundamente al partido a nivel nacional sin lograr réditos electorales para los comunes de Xavier Domènech y Ada Colau, cuyo resultado el 21D les deja a priori fuera de cualquier combinación en la futura formación de un Govern.

El cierre de la campaña de las catalanas, el 19 de diciembre, fue precisamente la última aparición pública de Iglesias. El secretario general de Podemos y toda la dirección del partido acudieron a arropar a Domènech a Santa Coloma de Gramenet.

Ya en dicha campaña, y antes, tanto los estrategas de los comunes como los de Podemos intentaron virar el eje discursivo. Salir del laberinto del procés, incluso a costa de poner en segundo plano su propuesta de un referéndum pactado, y apostar por los temas sociales. Entonces, no tuvieron ningún éxito. Ahora, los dirigentes del partido esperan tenerlo.

El motivo es claro. Las encuestas apuntan a un descenso pronunciado en las expectativas de voto de Podemos. Aunque mantendrían un grupo parlamentario numeroso, lo que supone poder recurrir leyes al Tribunal Constitucional u obligar a un referéndum en caso de reforma de la Carta Magna, el resultado que aventuran los sondeos sitúan al partido por debajo de lo logrado en 2015 y 2016. Y con tendencia a perder más apoyos.

Más allá de una repetición electoral en la que, a diferencia de 2016, Podemos y sus aliados poco tienen que decir, los partidos ya están guiados por el faro del prolijo calendario electoral previsto para 2019 y, si no hay adelanto de las generales, para 2020.

Si todo sigue el trazado previsto, el año que viene se renovarán el parlamento andaluz (marzo) y las asambleas regionales y el Parlamento europeo en mayo. Dos citas importantes para Podemos, sobre todo en plazas como Madrid, con la previsible candidatura de Íñigo Errejón, o la propia Andalucía, pero también Baleares y País Valencià, dos territorios que eran propicios para la formación y donde ahora hay más dudas.

Pero donde Podemos quiere centrarse este 2018 es en el nivel municipal. Con vistas a las importantes elecciones locales de 2019. Pero no sólo. España tiene 8.000 municipios y la implantación del partido en ellos es más que irregular. Aunque en las grandes y medianas urbes haya más presencia, en sitios más pequeños prácticamente no existe, lo que supone un lastre enorme para sus aspiraciones de cara a 2020.

En las generales de 2015 y 2016, Podemos (y después Unidos Podemos) asentaron sus resultados en el norte, el arco mediterráneo y las grandes ciudades. Pero su cosecha en la España interior, más mayor y menos poblada fue muy limitada. Y esas provincias reparten un buen número de diputados en el Congreso.

Los documentos aprobados en Vistalegre 2, asamblea de la que se cumplirá próximamente un año, ya fijaban el nivel municipal como el reto más importante que se abría ante Podemos.

El primer reto para 2018 será poner en marcha la renovación de los órganos, cuyo primer mandato venció este mismo mes de enero. Las primarias se celebrarán a lo largo de los próximos meses. Un trabajo fino que espera al secretario de Organización, Pablo Echenique, cuyo capital político interno se ha visto mermado en los últimos meses.