“A todos lo que confiasteis en nosotros, como Teresa: perdonadme, sé que os estamos avergonzando”. Así arranca la carta que el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, envió este miércoles a las 449.622 personas inscritas en el partido. Una misiva que respondía a una activa militante de 76 años que en un mensaje de voz mostraba a Iglesias su absoluta incredulidad por lo ocurrido en los últimos días. Una escalada del enfrentamiento entre sectores del partido que tuvo su culmen el día de Nochebuena, cuando el entorno más cercano a Iglesias promovió un hashtag en Twitter que dejaba poco lugar a la duda: #ÍñigoAsíNo. Una campaña que, aseguran sus promotores, respondía a otras anteriores destinadas a poner en duda la figura del líder del partido y lanzadas por afines del número dos, Íñigo Errejón.
La presión dentro de Podemo ha aumentado desde las elecciones del 26 de junio hasta llevar a su límite las costuras del partido. La constatación del fracaso de la Hipótesis Podemos (alcanzar el Gobierno de la Nación en un primer embate) y el cierre del largo ciclo electoral que arrancó en mayo de 2014 ponían fin a la estrategia definida y abrumadoramente apoyada por los inscritos en la I Asamblea Ciudadana del partido.
La “máquina de guerra electoral” que salió de ese primer Vistalegre había logrado importantes éxitos. Pero había llegado el momento de redefinir Podemos y adaptarlo al nuevo ciclo. “Pasar de partisanos a ejército regular”, como señaló Pablo Iglesias en la primera semana de julio en los cursos de verano que la UCM organiza en El Escorial.
Ya entonces se constataron las primeras diferencias entre el secretario general y el secretario político, Íñigo Errejón. Ese mismo mes la distancia entre ambos se confirmaba en una reunión del Consejo Ciudadano, el máximo órgano entre asambleas. Y desde entonces no ha hecho más que crecer, por más que los dos principales protagonistas han tratado de vestirlo de “debate fraterno”.
Si alguna vez existió esa fraternidad, saltó por los aires con las primarias de Podemos en Madrid. Los afines a Errejón presentaron una candidatura liderada por Rita Maestre y que recuperaba a los dimisionarios de marzo. Y también a Tania Sánchez y su entorno. Dos movimientos que indignaron en el entorno del secretario general. Enfrente, la lista liderada por Ramón Espinar.
El senador se hizo con el triunfo, salpicado por las informaciones sobre la compraventa, legal, de un piso protegido años antes de que naciera Podemos. Las posiciones políticas y organizativas de Madrid, así como las alianzas tácticas y estratégicas, sirvieron para marcar las bases del proceso que se abría para Podemos: Vistalegre 2. La II Asamblea Ciudadana del partido se celebraría a principios de 2017.
Madrid fue el primer enfrentamiento indirecto entre Iglesias y Errejón. El primero directo se ha producido este mes de diciembre, en el referéndum que ha marcado las reglas generales que regirán Vistalegre 2. Sobre todo el sistema electoral: qué y cómo se vota.
La consulta dejó un resultado que pocos esperaban. Ganó la propuesta de Pablo Iglesias, que amenazó con irse si perdía, pero Errejón quedó muy cerca del secretario general: apenas a dos puntos. En una rueda de prensa posterior el secretario político la advertencia cambió de bando: Errejón se mostraba dispuesto a presentar una lista propia al Consejo Ciudadano si no se lograba un amplio acuerdo político.
“Es el momento de poner las tesis encima de la mesa y ver cuánto de cerca o no estamos en según que cosas”, explicaba el secretario político de Podemos en una larga entrevista con eldiario.es que se publicaba en la víspera de Nochebuena.
Esa misma tarde el tiempo se aceleraba. El Consejo Ciudadano de Madrid decidía, tras varios retrasos, pedir al grupo parlamentario de Podemos en la Asamblea regional el relevo de su portavoz. José Manuel López, que formaba parte de la candidatura de Maestre, se lo tomaba como una “purga” y sus afines salía en tromba a las redes sociales a mostrar su rechazo a la decisión. También Íñigo Errejón.
Un día después llegaba la respuesta desde el entorno más cercano a Pablo Iglesias. #ÍñigoAsíNo fue tuiteado por personas muy próximas al líder. La campaña se ideó a caballo entre la organización estatal y la de Madrid. Y fue respondida con otro hashtag: #FelizNavidadParaTodas.
Durante el día de Nochebuena y el de Navidad se cruzaron mensajes en todas direcciones en Twitter, Facebook y Telegram. Y en los medios. También el 26 de diciembre.
Periódicos, medios digitales, radios y televisiones dedicaron durante el fin de semana un gran espacio a la gran crisis abierta en el seno del partido. Solo el martes parecía que las aguas se calmaban y el miércoles, a primera hora, llegaba el mensaje de Pablo Iglesias.
Y la respuesta de Errejón, varias horas después.
Para entonces, un manifiesto promovido desde las bases del partido había acumulado centenares de adhesiones. Entre ellas las de algunos destacados cuadros medios de la organización o personas próximas tanto a uno como a otro sector.
La misiva del secretario general no era solo una disculpa por las últimas escenas protagonizadas por los principales portavoces de Podemos. Era una rectificación personal de una decisión que tomó el propio Iglesias tras el verano: que el debate en el partido fuera lo más público posible.
En la carta, Iglesias reconoce que “desde hace meses no siempre hemos sabido distinguir el debate interno de las lógicas de familias que buscan cuotas de poder”. Y asegura: “Os pido perdón porque yo también he cometido algunas veces el error de responder a compañeros que me interpelaban en las redes sociales o en los medios”.
El secretario general lanza un llamamiento en su misiva “a todos los compañeros y a todas las compañeras que son portavoces, y también a quienes sin serlo intervienen con regularidad en los medios” para “que se contengan y que dejen de hablar de nosotros mismos y de nuestras diferencias internas”.