Los tambores de adelanto electoral suenan cada vez más fuertes y los partidos definen sus respectivos campos políticos por si Pedro Sánchez decide convocar a los españoles a las urnas. Todos se esfuerzan por no dar por rota la mayoría de la moción de censura y confían en salvar los Presupuestos y, con ellos, la legislatura. Una mayoría que parece cada vez más frágil, como demuestran los crecientes reproches entre Podemos y ERC. Los últimos, en el largo debate sobre Catalunya de este miércoles.
Durante su primera intervención, Pablo Iglesias apeló a rebajar la tensión creciente de las últimas semanas entre el Gobierno de Sánchez y los partidos del Govern catalán. El líder de Unidos Podemos ha planteado en muchas ocasiones lo difícil de armar una mayoría que saque adelante los Presupuestos Generales de 2019, pendientes todavía de ser aprobadas por el Consejo de Ministras y llegar al Congreso.
Las cuentas del año que viene son condición para que el líder socialista aguante en el Palacio de la Moncloa hasta el final de la legislatura, ganando así tiempo para intentar rebajar el suflé catalán y salir del marco que hace ya más de un año domina todo el discurso político en España y cuyos resultados se han visto en Andalucía el pasado 2 de diciembre.
“Ningún independentista quiere una guerra e ir a un contexto yugoslavo”, señalaba Iglesias en referencia a las palabras de Quim Torra. “Se le ha calentado la boca”, apuntaba sobre el president de la Generalitat. “Hay un estilo político marcado por Twitter”, añadía el líder de Podemos. Y recordaba cómo fue un tuit, el de Gabriel Rufián y las 155 monedas de plata, el que pasará a la historia como el responsable de impedir que Carles Puigdemont convocara elecciones autonómicas en lugar de proclamar la DUI en el Parlament, tal y como habían acordado los interlocutores que, a mil bandas, negociaron en aquellos frenéticos días de octubre de 2017.
No es la primera referencia de Iglesias a este tuit y al “estilo rufianista”, del que ya habló ante el Consejo Ciudadano que convocó las primarias por si había adelanto electoral al constatar que la mayoría de la moción ya no está vigente.
Pero el resultado de Andalucía, con la irrupción de Vox y el triunfo de las derechas, insuflaba un mínimo de esperanza en que tanto el Gobierno como los partidos catalanes, PDeCAT y ERC, reactivaran los contactos para no ir a elecciones generales en este contexto.
Pedro Sánchez anunciaba al día siguiente, 3 de diciembre, su intención de llevar los Presupuestos al Congreso. Y este miércoles aseguraba en la Cámara Baja que en el Consejo de Ministras que se celebrará este mismo viernes en Barcelona se aprobará el real decreto con la subida del salario mínimo a 900 euros. Uno de los puntales del acuerdo presupuestario firmado por Sánchez e Iglesias en octubre y con el que uno y otro han intentado presionar a los independentistas para que apoyen las cuentas del Gobierno.
Los reproches históricos
En su primer turno, el portavoz de ERC reprochaba a Sánchez que el debate sobre Catalunya no recogiera ninguna propuesta concreta para desbloquear el conflicto territorial, pero sí una referencia directa a la subida del SMI. “Usted hoy ya ha empezado la campaña electoral”, espetaba Tardá al presidente del Gobierno. “Allá usted con sus responsabilidades, a cortísimo plazo o a medio plazo”, añadía.
Tardá sacó a relucir algunos momentos que la Historiografía ha calificado de “desastres nacionales”, como Cuba o Annual, en tiempos del “rey sátrapa Alfonso XIII”. “La corrupción está en la base de todo y es el ADN de la restauración borbónica del 78”, apuntaba. Para terminar: “[La corrupción] está presente en la Jefatura del Estado, en partidos, en la judicatura y en las administraciones central y autonómica. Todos los desastres nacionales tienen el mismo móvil: la necesidad de esconder la corrupción”.
Pablo Iglesias recogía el guante y en su segundo turno, tras repasar los artículos de la Constitución que, en su opinión, no se cumplen, ha lanzado un mensaje directo a Tardá: “Cuando ha recordado el papel de Alfonso XIII podría haber mencionado el papel de Francesc Cambó. Cuando ha hablado de la corrupción como problema en España, podría haber recordado que la mayor humillación a la institucionalidad catalana se llama Jordi Pujol”.
La respuesta de Tardá en su último turno elevó mucho el tono: “Compañero Pablo Iglesias. Creo que te has equivocado de libro de historia. Y creo que es una puñalada trapera lo que has dicho. Sí. No puedes hablar a un republicano... Yo en el debate he denunciado la corrupción de los gobiernos centrales y autonómicos. Desde la Catalunya de Pujol hasta el Madrid de Aguirre, la Andalucía de Chaves y la Galicia de Feijoó”. Y añadía: “No nos puedes hablar como si Cambó hubiera sido republicano alguna vez. Siempre fue accidentalista. Creo, Pablo, que no nos lo merecemos. Y por la estima que nos tenemos las fuerzas políticas, tenemos que dejarlo claro desde las tribunas”.
Estas últimas palabras fueron acompañadas de gestos aprobatorios de Iglesias desde su escaño. Pero minutos después, era Gabriel Rufián quien aprovechaba su turno para lanzar una pequeña puya a Iglesias.
Durante la sesión de control al Gobierno, Rufián preguntó a Sánchez y, al final de su intervención, dijo: “Hoy no es día de reproches. Le ofrezco ayuda, hacer un frente antifascista para intentar evitar que los tres jinetes del apocalipsis ultra, Rivera, Casado y Abascal, estén a las puertas de Moncloa. No es un tuit, se lo digo también a su socio de facto, el señor Iglesias, al fascismo no se le apacigua, se le combate y se le destruye”.
En los grupos parlamentarios que apoyaron la moción de censura, y en el Gobierno, aún albergan esperanzas de que el Presupuesto pueda salir adelante. Pero, por si acaso, todos se preparan para las elecciones.