En la reunión más importante de la historia reciente de Podemos, el Consejo Ciudadano Estatal, la cita convocada de forma extraordinaria para buscar una respuesta urgente a la crisis que vive el partido desde que Íñigo Errejón decidió comunicar por sorpresa que concurrirá a las elecciones autonómicas por la plataforma Más Madrid, no estuvo sentado este miércoles por primera vez ninguno de los cinco fundadores de Podemos.
El álbum de aquellos primeros mítines en 2014, de un partido que venía a cambiarlo todo, ha envejecido fatal: Juan Carlos Monedero, Luis Alegre y Carolina Bescansa hace tiempo que están fuera de la primera línea.
Pero a la cita, convocada tras las presiones de los secretarios generales en los territorios, temerosos de que el incendio en Madrid se extendiese a las comunidades autonómas en vísperas de unas elecciones trascendentales, esta vez tampoco acudieron ni Errejón ni Pablo Iglesias. La portavoz parlamentaria Irene Montero y otros miembros de la dirección le habían hecho ver al exdiputado que no era bienvenido en un cónclave donde se iba a reflexionar sobre cómo responder a su último movimiento. Y eso fue lo que alegó él para no presentarse. Dos de sus emisarios sí estuvieron para subrayar el mensaje del errejonismo: en las elecciones de mayo hay que elegir entre más Gürtel y Más Madrid y las puertas están abiertas, vinieron a decir.
Pablo Iglesias tampoco compareció porque a la vuelta de navidades se ha tomado una baja de paternidad para cuidar a sus hijos pero eso no quiere decir que no participase en el debate. Publicó un texto en Facebook justo antes de la cita repleto de reproches a Errejón y Carmena en el que advertía que “algunos sectores del poder” buscan “una izquierda amable escindida de Podemos”. En el texto subrayaba, con todo que, “Íñigo no es un traidor”.
La reunión del máximo órgano entre asambleas de Podemos ratificó después de un largo debate de varias horas la posición que había adelantado ese mismo lunes Irene Montero sobre la necesidad de buscar una alianza con Errejón pero después de que el partido haya llegado a acuerdos con IU y Equo, sus socios prioritarios.
El anuncio de Montero constituía a su vez una rectificación a sí misma porque tanto la portavoz parlamentaria como varios miembros de la dirección habían advertido días atrás que no hablarían con la plataforma de Errejón hasta después de las autonómicas, como también harían con el PSOE o con otros partidos en caso de poder formar gobierno.
De momento, no existen conversaciones formales entre Más Madrid y Podemos. Errejón ofrece entrevistas a cuentagotas en los medios de comunicación, donde defiende que no le quedó más vía que la unilateralidad, y los suyos confían en que “pasado el drama” todas las partes se centren en lo que le conviene a Madrid. La alcaldesa, Manuela Carmena, que también ha recibido reproches de Iglesias y su entorno, ha optado por mantener un perfil bajo, tras dejar claro que no cuenta con el exJemad Julio Rodriguez para su candidatura a la alcaldía.
Una doble pelea: por el poder y por el relato
La pugna entre Más Madrid y Podemos, entre Errejón e Iglesias, es por el poder pero también por el relato. La vía de la confluencia no la descartan ninguna de las dos partes, siempre que sea la otra la que se integre. Y de momento no hay ninguna pista de que alguno vaya a dar su brazo a torcer.
Mientras tanto, IU Madrid que ha adoptado una posición distinta a la de su dirección federal, intenta “hacer de pegamento” y para este lunes ha convocado una reunión con el objetivo de que todos los actores de la izquierda madrileña tiendan puentes. Podemos ha anunciado que no irá. Y Anticapitalistas, que si prevé acudir, descarta cualquier integración en Más Madrid, a la que sus portavoces ven cerca del PSOE.
El futuro de aquí al 26 de mayo está por escribir. Las elecciones andaluzas y la experiencia de las tres derechas hacen pensar al sector de Errejón que tal vez por separado Podemos y Más Madrid sumen más. Pero está el riesgo de una campaña a cara de perro que amplifique la bronca, agrave los reproches mutuos y haga que muchos votantes de izquierdas desencantados se queden en casa. En sus escasas intervenciones públicas el exdiputado transmite que tiene prisa por dejar de hablar hacia dentro y hacerlo hacia fuera de Podemos, a esa mayoría de izquierdas que ha ha permitido gobernar a Carmena el Ayuntamiento de la capital.
Podemos, que había logrado pactar los presupuestos más de izquierdas de la historia reciente, con Pedro Sánchez y que presumía de que sin sus votos no habría salario mínimo de 900 euros, vuelve a hablar de la interna. Y eso siempre es mala noticia para una organización desplomada en las encuestas que tiene a su líder, Pablo Iglesias, como el peor valorado: tras Pedro Sánchez, Albert Rivera y ahora también, Pablo Casado.
Todo en Podemos saltó por los aires el 17 de enero, día de su quinto cumpleaños. Íñigo Errejón, uno de los fundadores del partido -en aquellos tiempos lejanos en que era él y Pablo Iglesias eran inseparables en la Complutense y en las vacaciones- anunció en una carta que concurrirá a las autonómicas en Madrid en la plataforma Más Madrid aliado con Manuela Carmena y otras fuerzas que quieran sumarse para “superar la lógica de los partidos”. El candidato elegido por Podemos en las primarias para la presidencia de la Comunidad pilló a todos por sorpresa: al propio Iglesias, que arrancaba su permiso de paternidad, a la dirección del partido e incluso a sus fieles, ese movimiento que se ha dado llamar “errejonismo” y que, como todos, se enteraron cinco minutos antes del anuncio.
La dirección optó por no abrirle expediente para echarlo, como sí había hecho con los seis concejales de Madrid que decidieron borrarse de las primarias de Podemos para el ayuntamiento y participar en las de Más Madrid. “No se puede echar a quien se ha ido”, repitieron aquellos días en las teles los dirigentes más cercanos a Iglesias sobre Errejón. Que no fuese expulsado no quiere decir que no hubiese reacciones furibundas. El secretario de Organización, Pablo Echenique, dijo en una entrevista en la cadena SER que comprendía que Errejón no dejase el escaño de diputado “porque de alto tendrá que vivir hasta mayo” en que celebran las elecciones. Después pidió disculpas.
Iglesias, que no ha perdido las formas con su amigo de la facultad, también había sido muy duro en el fondo en un post de Facebook en el que respondió ese mismo día al anuncio de Errejón con la noticia de que enfrente tendría una candidatura de Podemos. Su texto dejó otra frase para la historia: “Íñigo no es Manuela”.
La firmeza del secretario general partidario de no ceder ante el órdago de Errejón se llevó por delante a uno de sus hombres de confianza. Ramón Espinar, secretario general en Madrid y partidario de tender puentes con el errejonismo aún después de su apuesta unilateral por Más Madrid, acabó anunciando su retirada de la política por no compartir “el rumbo” de la organización.
Una gestora en Madrid controlada por el aparato
Eso sucedió hace diez días. Desde entonces se han sucedido muchas tribunas, intercambios de mensajes (en los medios y fuera de ellos), dos dimisiones (la de Espinar de todos sus cargos y la del propio Errejón como diputado en el Congreso) pero todo sigue en el aire. La dirección de Podemos asegura que hay que dejar tiempo para que decida la organización en Madrid, que controla a través de una gestora la dirección de Podemos. La decepción de parte de la militancia la resume una encuesta realizada por Celeste-Tel para eldiario.es según la cual los votantes de Podemos valoran mejor al candidato del Psoe, Ángel Gabilondo, y a la alcaldesa, Manuela Carmena, que al propio Errejón. Ese mismo sondeo pronostica que si hoy se celebrasen elecciones Más Madrid superaría a Podemos y que las tres derechas acarician la mayoría absoluta en la Comunidad.
En esa encuesta Podemos aparece sin ese candidato que sigue buscando por si llegado el caso decide plantar cara a Errejón en las autonómicas. El partido persigue también acuerdos para llegar a las negociaciones con Más Madrid ya constituido como bloque de izquierdas y oblique a que sea Errejón el que tenga que integrarse en Podemos y no al revés. La organización también se hace cálculos sobre lo que podría suponer en la interna que Errejón derrote a un candidato de Iglesias en las autonómicas y si eso no podría interpretarse como una revancha de Vista Alegre 2, donde el exdiputado fracasó e Iglesias revalidó la secretario general.
Mientras todo esto pasa, el partido contiene la respiración. Secretarios generales de diferentes territorios -que no comparten ni aprueban la vía unilateral de Errejón y Carmena- pero critican la gestión de la crisis que hizo Iglesias y reclaman que se rebaje el tono con el exdiputado. El último ha sido el líder de Murcia, Óscar Urralburu, afín a Errejón, en una entrevista publicada este fin de semana en eldiario.es. Mucho antes lo había hecho un reconocido pablista, el secretario general en Castilla La Mancha, José García Molina, quien había llamado a “cooperar sin competir” y alentado la convocatoria del Consejo Ciudadano.
Las confluencias tratan de desmarcarse
En las afueras de Podemos, las denominadas confluencias, algunos candidatos se muestran horrorizados por el espectáculo y tratan de desvincularse de la marca Podemos para que los líos internos no contaminen su campaña electoral. El alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro, de la Marea Atlántica, en plena configuración de listas para los comicios de mayo, repite públicamente que tratará de hacer una campaña en la que se hable mucho de A Coruña y menos de Podemos o de En Marea, la organización gallega, partida también a la mitad.
La vicepresidenta de la Generalitat valenciana, Mónica Oltra, había advertido semanas antes de este último incendio en Madrid su intención de concurrir a las autonómicas de mayo en una plataforma al margen de Podemos. Tras la guerra abierta en Madrid, ha respaldado la fórmula de Errejón pero ha advertido que “a la izquierda se le tolera todo menos las broncas”.
De momento, la crisis amenaza con contagiar a Izquierda Unida. Su coordinador general es partidario de una alianza con Podemos y que, si acaso, sea Más Madrid el que se integre en ese bloque. Pero IU Madrid ha decidido sentarse a la mesa y negociar directamente con la plataforma de Errejón y Carmena.
En Podemos todos los escenarios están abiertos pero esta guerra no es una más y llega en el peor momento posible. A las puertas de unas elecciones municipales y autonómicas que serán la antesala de las generales. Y en las que la derecha aparece más movilizada que nunca, por primera vez con tres opciones políticas.