Pablo Iglesias regresó este sábado a Euskadi, el territorio donde Podemos se convirtió en ganador de las ultimas elecciones generales en 2016, con seis de los 18 diputados y el 29% de los votos. Las encuestas dan ahora a la coalición de Podemos cuatro o cinco diputados, y lo convierten en segunda fuerza, por detrás de PNV, según el último sondeo de ETB, la televisión autonómica vasca, conocido este sábado.
El partido de Iglesias no se resigna y apela a la remontada. El discurso en Podemos dice que el futuro está por escribir, según repiten sus candidatos en al campaña, y que los sondeos siempre dan a esta formación menos votos y escaños que las urnas. En ese contexto se plantó ayer Pablo Iglesias en Otxarkoaga, un barrio deprimido de Bilbao, donde la participación en las elecciones cae hasta el 40% a combatir la abstención. “Los ricos no se equivocan, los ricos van a votar”, había dijo una de las teloneras de Iglesias entre grandes aplausos.
El discurso del líder de Unidas Podemos fue directo a la masa abstencionista a la que pidió “una oportunidad”. “Hay una crisis, que es la más peligrosa de todos, que es la indiferencia. Si la política no sirve para nada, por qué las grandes empresas energéticas se compran presidentes y ministros llevándolos a sus consejos de administración [...] Esas grandes empresas tienen algo que les falta a veces a la gente humilde, que es conciencia de clase. Si no sirviera para nada la política, por qué nos montan la que nos han montado a nosotros con las cloacas”, clamó Pablo Iglesias.
El candidato dio la razón a los que piensan que no hay que confiar en los políticos -“tampoco en nosotros”, llegó a decir- pero a renglón seguido reclamó una oportunidad para Unidas Podemos el 28 de abril, apelando a las conquistas sociales que su partido pactó con el Gobierno de Pedro Sánchez en los últimos diez meses y al programa electoral que ahora presenta para las generales: “A esa gente que desonfía de la política, pido que nos den una oportunidad. Nos hemos ganado el derecho que algunas cosas sí pueden cambiar, una política laboral decente, intervenir en el mercado de la vivienda, una empresa pública de energía para bajar el precio de la luz”.
A dos días de que arranquen los debates, Iglesias evitó confrontar con Pedro Sánchez, al que apenas reservó un par de frases: “Algunos prefieren no debatir y preferirían una media de las encuestas pero el 28 de abril hay una oportunidad de oro para un pueblo dispuesto a dar una oportunidad al cambio, que España no tiene por qué ser una páis dominado por los fachas”.
Antes de eso, había alentado el espantajo de una coalición de PSOE y Ciudadanos interpelando directamente a los votantes socialistas con las políticas sociales y de empleo del programa de Podemos: “¿Por qué cada vez que emplazamos a su partido a decir que no van a pactar con Ciudadanos por otro lado?”
Ese argumento no era nuevo en el mitin. “Si el morado y el verde no empujan al PSOE, se vuelve naranja”, había dicho el secretario general de Podemos en Euskadi, Lander Martínez, para recibir una ovación, mitad para él, mitad contra Ciudadanos.