El camión con cañón de agua que compró el Ministerio del Interior para la Policía ha pasado en el último mes por Madrid, Valencia y Galicia sin que haya sido necesaria su utilización. En cualquier caso, la decisión de estrenarlo hubiera supuesto un riesgo, ya que los agentes no han recibido la formación necesaria para disparar el agua a la alta presión que puede hacerlo el cañón, denuncian fuentes sindicales.
En esta situación, el camión abandonó su destino inicial en Madrid para dirigirse, hace algo más de dos semanas, a Valencia, donde ha permanecido tapado con una lona e inactivo en Zapadores, la sede de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la ciudad. Esta misma semana, fue conducido hasta Santiago de Compostela, previa escala en Madrid, con la excusa de que podría necesitarse su intervención en las protestas de ganaderos que se registran en Galicia. Y allí continuaba inactivo al cierre de esta edición.
Más confusa aun fue la instrucción de la Dirección Adjunta Operativa de la Policía para enviarlo previamente a Valencia. En un principio, se trasladó internamente que el vehículo iba a protagonizar unas prácticas. Después, fue difundida la conveniencia de mantenerlo allí por la cercanía con Cataluña, ante la posibilidad de que se produjeran altercados en esa comunidad autónoma relacionados con el proceso soberanista y la proximidad de la Diada. Las competencias en materia de seguridad ciudadana están transferidas a los Mossos d’Esquadra y el Cuerpo Nacional de Policía solo puede encargarse de la seguridad de los edificios que albergan las instituciones del Estado.
El inocuo trasiego del camión ha originado una broma que circula por el seno de la UIP. “Está haciendo el rodaje”, comentan algunos agentes. El vehículo es conducido por un policía y tiene otro destinado a manejar la consola desde la que se apunta y lanza el agua, pero el policía no ha recibido instrucción alguna para hacerlo. El camión puede trasladar 7.000 litros de agua y lanzar un chorro con una potencia máxima de 16 bares. Sus predecesores, inactivos durante más de dos décadas, no pasaban de los 5 bares. Para desplazarse de una ciudad a otra, preferentemente de noche, va acompañado de una furgoneta de la UIP que le da cobertura.
Tras un concurso ordinario y abierto, la compra del camión con cañón de agua se adjudicó el 23 de abril de 2014 a Quatripole Ingeniería & Beit Alpha Technologies. El importe: 348.480 euros. En declaraciones a El País, el comisario general de Seguridad Ciudadana, Florentino Villabona, aseguró en diciembre: “Un vehículo de este tipo es necesario. No es un capricho nuestro”. Según el mando policial, el camión se usaría “contra las barricadas, sobre todo contra las incendiadas”.
El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, dio prioridad a la contención de las protestas ciudadanas desde el primer día de su mandato, temeroso de que la crisis económica incendiara las calles. Las intervenciones policiales para reprimir la violencia de minoritarios grupos de manifestantes en protestas como de Rodea el Congreso o las Marchas de la Dignidad fueron objeto de polémica. Pero según ha avanzado la legislatura y se han acercado las citas electorales, las grandes movilizaciones ciudadanas han descendido considerablemente.
En el caso de Cataluña, no se han producido incidentes violentos. Sin embargo, y a pesar de las limitadas competencias de la Policía Nacional en esa comunidad autónoma, la Dirección Adjunta Operativa se ha empeñado en enviar a cientos de agentes coincidiendo con los momentos señalados del proceso soberanista. Días o semanas después, los agentes de la UIP volvían a sus destinos sin haber intervenido y habiendo cobrado las dietas que tienen asignadas para cualquier desplazamiento. Por el momento, el camión-botijo no ha llegado a pisar Cataluña.
La Confederación Española de Policía (CEP) difundió una circular el 2 de septiembre en la que mostraba fotografías del vehículo oculto bajo una lona en las dependencias policiales de Valencia, “quizá para evitar el sonrojo de propios y extraños”. “La idea estrella de la legislatura en la UIP, estrellada contra el muro de la realidad”, decía la nota sindical.