El PP ha entrado en la última semana de la campaña de las elecciones catalanas con una sustancial rebaja en sus expectativas. De los 15 escaños que creían que podían conseguir han pasado a pelear con Vox por la cuarta posición. Los últimos sondeos sitúan a los de Santiago Abascal por delante, mientras el PP intenta lanzar mensajes contradictorios sobre las condiciones en las que haría president al socialista Salvador Illa en su afán por pescar en los caladeros de voto moderado y españolista de derechas.
Un ejemplo práctico se vivió en la jornada del martes. El líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, acudió a Barcelona para participar en un acto de su candidato, Alejandro Fernández, organizado por el periódico La Vanguardia. Ambos se referían a los pactos postelectorales y en el reparto de roles esta vez le tocó a Feijóo ser el más duro.
El líder del PP sostuvo que en Catalunya gobierna “un tripartito” formado por PSC, ERC y Junts. Y que es indiferente votar a cualquiera de los tres partidos porque es el mismo voto. Una idea que Feijóo ya expresó durante la campaña de las recientes elecciones vascas, y que no sirvió para que el PP saliera de la irrelevancia en Euskadi. Además, el líder de los populares aseguró que estos tres partidos “fingen” vetos cruzados entre ellos y que el PSC enarbola falsamente la bandera del constitucionalismo porque, al final, dará el poder al independentismo.
Minutos después, Alejandro Fernández sostuvo un discurso muy similar, pero con una notable diferencia: el candidato del PP se abrió a hacer president a Salvador Illa. Eso sí, con condiciones. Fernández dijo que su pretensión es “abrir una nueva etapa y enviar al separatismo a la oposición”. Una posibilidad que pasaría únicamente por una opción: que gobierne el PSC. “Pero eso tiene que significar la ruptura de todos los acuerdos con el separatismo”, añadió inmediatamente Fernández, porque, en caso contrario, se estaría “entregando a plazos al separatismo la Presidencia de la Generalitat”.
La idea no es nueva. Ni la una, ni la otra. Es, simplemente, una división del discurso con intención de cazar votos. El propio Fernández ya lo dijo el pasado mes de abril, en un acto informativo en Madrid acompañado del portavoz parlamentario, Miguel Tellado. El candidato del PP dijo entonces: “La única manera en la que nosotros podríamos sentarnos a hablar con el PSOE es que el PSOE acabara con el proceso, es decir, que rompiera todos sus acuerdos con el separatismo en el Congreso con Pedro Sánchez y en las grandes instituciones catalanas”.
Tras las palabras de Alejandro Fernández del martes por la mañana, elDiario.es preguntaba a la dirección del PP catalán si había habido algún cambio en la estrategia ante los posibles pactos postelectorales. La respuesta fue que “no”. Habrá opciones de acuerdo “sólo si también Sánchez rompe con el separatismo”, zanjan las mismas fuentes.
Aquel día de abril, al lado de Fernández estaba sentado el propio Tellado, uno de los lugartenientes de la máxima confianza de Feijóo. El hoy portavoz parlamentario, vicesecretario de Organización durante la primera parte del mandato del gallego al frente del PP, tuvo que responder en el Congreso sobre las palabras del candidato, y consideró esa opción como algo “irreal”. “El PSC hará lo que le mande Sánchez. Y sobre Sánchez mandan los independentistas”, añadió Tellado. “¿A quién le importa Illa?”, preguntó. “Ni siquiera le importa a Sánchez”, zanjó.
Miedo a Vox
Así, y en apenas una mañana, el PP dio tres mensajes distintos sobre un asunto que es central en la última semana de la campaña. Según las encuestas publicadas en las últimas semanas, el 12 de mayo todos los partidos estarán muy lejos de una amplia mayoría. Aunque el triunfo del PSC se da por descontado, no está claro qué apoyos podrá amarrar Salvador Illa para ser investido president. Y una posible nueva mayoría absoluta del independentismo parece difícil, pero no es imposible.
De hecho, el último sondeo publicado este mismo martes abunda en este escenario. La encuesta, realizada por Gesop, se ha publicado en un diario australiano propiedad del Grupo Moll (dueño, entre otros, de El Periódico de Catalunya) ante la prohibición que hay en España de hacerlo en la última semana de campaña.
Pero este sondeo revela una pugna por abajo con el que algunos no contaban en la sede nacional del PP hace apenas unas semanas. Las dos derechas españolistas (PP y Vox) estarían en empate técnico, con los de Abascal ligeramente por encima. Un escenario pésimo para Feijóo, quien planteó el primer semestre de 2024 como el final de Pedro Sánchez con la guinda de las europeas, y se puede encontrar él mismo lejos de cumplir sus objetivos prioritarios.
En este contexto de pugna llegó el lunes la carta de Abascal a Feijóo en la que le reclamaba una suerte de alianza política y social que el PP desdeñó. El portavoz del PP, Borja Sémper, trató de asimilarla a la misiva que Pedro Sánchez hizo pública el pasado mes de abril para anunciar su retirada a “reflexionar”. “Furor epistolar”, lo calificó.
Este martes por la tarde, en Cornellá, Feijóo no citó al partido con el que compite. Pero sí pidió “unificar” el voto alrededor del PP. “Si concentramos el voto en el PP, vamos a ganar”, dijo. “Sumar votos es multiplicar escaños, dividir votos es restar escaños”, añadió.
Y entró con todo para intentar contrarrestar la pujanza de Vox al intentar asumir algunas de las banderas de la extrema derecha. “Yo le pido el voto a aquellos que están a favor de la inmigración legal, pero los que no admiten que la inmigración ilegal se deje en nuestras casas ocupando nuestros domicilios y nosotros no poder entrar en nuestras propiedades”, dijo, apenas a tres días de que se cierren la campaña.
Justo antes, Feijóo también había pedido el voto “a todos aquellos que se dan cuenta que Cataluña tiene los índices de criminalidad, de robos y de hurtos y de reincidencia de los más altos de España”.
Sobre los pactos postelectorales, Feijóo prefirió callar. Y retomar la idea fuerza de que da igual votar al PSC, a ERC o a Junts. Y apeló a “la resistencia”. Porque al PP en Catalunya la campaña se le está empezando a hacer larga. Y ya se conforma con resistir.