La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha firmado un acuerdo con el Partido Comunista de China en el que las dos organizaciones inician el “diálogo” con compromisos: el Partido Popular se compromete a respetar y no intervenir en los “asuntos internos” del país. También han acordado “ favorecer” la cooperación en los “ámbitos económico, comercial, cinetífico, tecnológico y cultural”.
Así se desprende del memorándum de “entendimiento, intercambio y cooperación” firmado por los dos partidos al que ha tenido acceso eldiario.es. La visita de Cospedal, que ella misma justificó en base a objetivos comerciales, ha dado como resultado la firma de este sorprendente acuerdo entre dos formaciones a priori completamente alejadas en lo ideológico.
Es inédito un acuerdo de estas características entre el partido de Rajoy y una formación de corte comunista. Frente al decálogo de buenas intenciones firmados entre Cospedal y Wang Jiarui, se encuentra la patente mala relación entre el PP y los comunistas cubanos. Los últimos episodios a este respecto los ha protagonizado Esperanza Aguirre con el caso Carromero, cuando la presidenta del PP madrileño no reconoció la “justicia cubana” y se refirió a la isla como una “dictadura” y una “tiranía que lleva 54 años oprimiendo a todo un pueblo”.
En el informe anual de 2012 de Amnistía Internacional, califica a China como un estado muy represivo que emplea todo el peso de su aparato de seguridad para contener cualquier tipo de protesta. Además, según la organización, China ocupa el ránking número 1 en utilización de la pena de muerte. España tiene firmados numerosos tratados internacionales que condenan específicamente la pena capital.
Cospedal ha dejado claro que a España le interesa el buen entendimiento con el partido que tiene el poder en China desde 1949 y ha anunciado que el presidente español viajará a ese país en “junio o septiembre” porque allí “se pueden buscar oportunidades”. Rajoy ya ha dado pasos para el acercamiento entre los dos estados: en mayo de 2012 firmó en La Moncloa acuerdos comerciales por 500 millones de euros y agradeció a las autoridades chinas la compra de deuda española. Los comunistas chinos manifestaron entonces su voluntad de continuar adelante con esas adquisiciones.