El PP reedita su estrategia de los 90 en la que el fin justifica los medios aunque se desestabilice a las instituciones del Estado
Lo explicó con todo lujo de detalles el periodista Luis María Ansón en 1998: “Fue una operación de acoso y derribo. Algunos lo hicimos desde el convencimiento honesto de que era un servicio al sistema democrático. (...) Desde una labor crítica normal no se conseguía desalojar a González del poder”. Y dijo más cuando se le planteó en una entrevista si un sector de la prensa presionó durante aquellos años al mundo judicial: “Sin duda. Por reflexión o instinto, los medios reaccionaron atizando algunas situaciones. Ese fue el caso de los conflictos y el papel de la justicia. Al atizar el fuego en ese sector se favorecía la erosión (...). Hubo que elevar la crítica hasta extremos que a veces afectaron al propio Estado. Con la bonanza económica no hubiera habido quien lo echase”.
La historia nunca se repite, pero en ocasiones rima. La España de 2024 no es aquella de los 90 del siglo pasado y tampoco la de la primera década del XXI, pero se le parece bastante. Hoy a la crispación le llamamos polarización, pero es lo mismo. Hoy en la Moncloa hay un gobierno de izquierdas como entonces. Hoy la oposición ha elevado el nivel de la crítica hasta límites insospechados. Y hoy la derecha política, judicial y mediática vuelven por la senda del 'todo vale' o 'el fin justifica los medios' que años después han versionado incluso en público.
Entre el “para acabar con González se rozó la estabilidad del Estado” que admitió Ansón, el “que caiga España, que ya la levantaremos” de Montoro, “el que pueda hacer que haga” de Aznar y el “nuestra obligación es echar a Sánchez lo antes posible y lo haremos con todos los medios a nuestro alcance, también los judiciales” de Tellado en esta misma semana apenas hay diferencias. Todos los caminos convergen en una misma estrategia de acoso y derribo con el propósito de instalar el marco de una corrupción estructural en torno a Pedro Sánchez.
No es la corrupción, es el marco
En algunas crónicas de los informadores políticos aparecía esta semana el reconocimiento explícito de la dirección del PP de que poco o nada le importa a Feijóo que la Audiencia Nacional archive la querella presentada contra el PSOE por financiación ilegal porque para entonces ya habrán instalado en la opinión pública el relato de las “bolsas de dinero” que supuestamente llegaban a la calle Ferraz. Así tal cual. Sin ningún escrúpulo admiten en Génova que lo importante para sus intereses, más allá de la realidad de los hechos, es generar un determinado ambiente. Al entorno de Feijóo se le preguntó, según aparece en varias crónicas, sobre las consecuencias que podría tener para la formación que la querella no sea admitida, y respondieron que ese “riesgo” estaba “calibrado” antes de presentarla ante el juez y que con la decisión ya habían logrado encajar el mensaje en la opinión pública de las “bolsas de dinero” fuese mentira o verdad.
El PP construyó su querella con el testimonio publicado por The Objective de un presunto empresario anónimo y con voz distorsionada por el propio digital para evitar la identificación que sostenía haber llevado 90.000 euros en bolsas a la sede del PSOE. Una información, por cierto, de la que apenas se han hecho eco el resto de medios en la órbita ideológica de la derecha y que no aparece ni en el sumario del caso Koldo que investiga un juzgado de Madrid ni en los informes de la Guardia Civil que sitúan el exministro Ábalos en el epicentro de una trama que pagaba comisiones y otras contraprestaciones a cambio de adjudicaciones en la Administración.
Con eso y con la decisión del Tribunal Supremo de encausar al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por un supuesto delito de revelación de secretos, en la calle Génova dan por amortizada la semana y creen que Sánchez ha entrado ya en tiempo de descuento. Lo que tratan de evitar a toda costa es que la opinión pública conozca qué hay detrás de la decisión del alto tribunal y que es, además de una querella del novio de Isabel Díaz Ayuso contra el fiscal, un correo manipulado y un bulo difundido desde el teléfono móvil de Miguel Ángel Rodríguez. La mano derecha de la presidenta de la Comunidad de Madrid se ha implicado personalmente en la defensa de la pareja de su jefa, un defraudador confeso que dio un pelotazo durante la pandemia con la venta de mascarillas y, luego, cometió dos delitos de fraude fiscal y uno de falsificación documental para pagar menos impuestos de los que debía.
Así que, de repente, el foco regresa dónde todo empezó y apunta otra vez a la pareja de Ayuso, quien en una intervención desatada en la Asamblea de Madrid acusó este jueves a Sánchez de “mafioso” y “estalinista”, “tirano” y “caradura”. Nada como el insulto para soslayar la falta de argumentos.
La causa abierta por el Supremo es, para La Moncloa, la traducción exacta de la célebre frase del ex portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, con la que presumió de controlar la Sala Segunda del Alto Tribunal desde detrás. “Es exactamente lo que hemos visto esta semana con la apertura de la causa contra el fiscal general: el control de la Sala Segunda por detrás”, advierten en el Gobierno.
Crisis de liderazgo
La inflamada ofensiva del PP responde, en palabras del círculo de Sánchez, a una crisis de liderazgo de Feijóo, “que se sabe cuestionado internamente”, como demuestran las declaraciones de varios dirigentes populares que dudan “de la eficacia de una estrategia de confrontación vacía de contenidos”. Algo que, por otra parte, los socialistas ven que es un “pegamento parlamentario” para la mayoría que hizo posible la investidura y “un acicate para la cohesión de la izquierda política”.
Sin embargo, tanto el caso Ábalos como la decisión del Supremo llegan en un momento en el que el Gobierno no tiene garantizada la aprobación de los Presupuestos, Sumar cuestiona algunas decisiones del Consejo de Ministros y Podemos eleva el nivel de la crítica contra el gabinete de Sánchez. “Nada que perturbe la tranquilidad del presidente”, advierten los socialistas, que llaman de paso la atención sobre “el impostado giro social que anunció Feijóo, su ausencia de proyecto más allá del pretendido acoso y derribo y su debilidad interna frente a una Ayuso que le marca cada día el paso”.
Cada miércoles en cuanto acaba el habitual cara a cara de Feijóo con Sánchez en la sesión de control al Gobierno, Ayuso y su jefe de gabinete lanzan inmediatamente desde sus redes sociales los mensajes que el PP hace suyos, incluido el “pa'lante” que Miguel Ángel Rodríguez (MAR) ha acuñado para referirse a la imputación de Begoña Gómez, el Fiscal General, Ábalos y otros tantos nombres inmersos en causas judiciales. Y esto mientras la prensa afín a Feijóo destaca del líder popular, mucho más que sus propuestas, su “nueva y juvenil imagen” gracias a dos cirugías oculares y un nuevo peinado. Información de primera mano, con entrecomillados de la dirección popular y hasta de la peluquera que atiende al líder del PP en A Coruña y a la que atribuyen la gran exclusiva del año, que Feijóo “ha renunciado al tinte vegetal”.
El PNV recela de una estrategia que busca solo embarrar
Ironías aparte, no es el tinte ni la obsesión por la imagen lo que hoy por hoy aleja a Feijóo de la posibilidad de alcanzar el Gobierno. Es la falta de disposición de los todavía socios de Sánchez a apoyar una moción de censura impulsada por el PP, como confirmó el hecho de que Jordi Turull calificara esta semana de “fantasía” unas declaraciones de la presidenta de Junts, Laura Borrás, en esa línea y que ella mismo luego se vio obligada a matizar.
Tampoco el PNV está por la labor como confirman las palabras de su portavoz parlamentario, Aitor Esteban, para quien “hay muchísimas cosas que alejan completamente” a su partido de los populares, a quienes les pone “muy nerviosos que pueda aprobarse el presupuesto de 2025” y Sánchez “pueda acabar la legislatura aunque sea a trancas y barrancas”.
Esteban, que suele ser de los políticos que hablan con mayor claridad, sostuvo en una entrevista con RNE que el PP mantiene una “estrategia equivocada” con la que trata de “embarrar” la conversación pública, como demuestra su intento de convertir la “judicialización del caso Koldo en un tema de financiación ilegal del PSOE que por ahora no se ve”.
Así las cosas, desde el Gobierno, además de defender que el caso Ábalos está perimetrado y tuvo una respuesta contundente mucho antes de que el exministro haya sido imputado, declaran tener “absoluta tranquilidad” porque “no solo no ha habido financiación ilegal” sino que en la sede de Ferraz “no hay ni ha habido dinero efectivo” desde hace más de un lustro. “Ni empleados, ni dirigentes tienen siquiera tarjetas de crédito. Pagan sus gastos y, después de justificarlos, se les abonan por transferencia bancaria”, explican desde la secretaría de Organización.
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