Eran ocho contra uno. Pero al final fueron ocho contra una. Pablo Casado arrancaba solo ante el resto de partidos de la oposción. Defendiendo la gestión de la crisis económica –“se crean 1.500 puestos de trabajo”–, de los casos de corrupción –“pedimos perdón, los expulsamos y cambiamos las leyes”– y del aumento del independentismo catalán –“somos la garantía de la unidad de España”–. Los ocho se lo discutieron, pero, el formato, que daba 10 minutos durante hora y media a cada interviniente, permitió que Casado eludiera el cuerpo a cuerpo y se agarrara a la sucesión de monológos, salvo en contadas excepciones, para salir vivo.
Quien no salió tan bien parada fue Marta Rivera, la candidata de Ciudadanos. eldiario.es publicaba este miércoles que Ciudadanos quiere acabar con las penas específicas por violencia machista. Y todos se lo afearon. Hasta tal punto, que los cara a cara con ella se sucedieron, y, en el cuerpo a cuerpo, se vio en minoría solitaria: “Un niño sufre igual viendo a un padre matar a una madre, que a una madre matando a su padre” [Puedes ver el vídeo aquí].
El debate, presentado por Julio Somoano, se ha emitido a las 22.00 por orden de la Junta Electoral, toda vez que TVE 1 lo había ubicado a las 00.15. Es el único debate que ha enfrentado a nueve fuerzas políticas: Pablo Casado (PP), Antonio Hernando (PSOE), Miguel Puig (Democràcia i Llibertat), Montse Surroca (Unió), Alberto Garzón (Unidad Popular-Izquierda Unida), Andrés Herzog (UPyD), Aitor Esteban (PNV), Iñigo Errejón (Podemos) y Marta Rivera (Ciudadanos). De todos ellos, sólo Garzón y Herzog son candidatos a presidente.
Casado, aunque se ha escabullido de los cara a cara más comprometidos para él, ha tenido que oír una buena retahíla de reproches a una gestión que ha defendido sin titubeos: “La economía ha salido de la recesión, pero los españoles siguen en crisis”; ha dicho Hernando; “el relato del PP es fantasioso”, le ha acusado Garzón; “España es un país más desigual”, ha descrito Errejón.
Florentino Pérez
Pero han ido más allá: Garzón le dijo que “gobiernan Florentino Pérez, si en lugar de Rajoy se pusiera Pérez, gobernaría el mismo pero sin intermediarios”. Errejón sostuvo: “El dinero no ha evaporado, es que ha cambiado de manos”. Hernando se preguntó: “¿Cómo puedes decir que es histórico [los datos económicos]? Es un desastre para el país”. Y Casado aguantaba, impasible, sin querer entrar... “Ha sido una legislatura perdida”, insistía Herzog; “la reforma laboral ha sido un fracaso”, sentenciaba Esteban; “tenemos más de tres millones de parados de larga duración”, recordaba Rivera; “estamos creando puestos de trabajo cada vez más precarios y baratos”, reiteraba Puig...
Y Casado aguantaba, con perfil bajo... Hasta que los focos se fueron centrando en Marta Rivera. La candidata de Ciudadanos comenzó a pisar tierras movedizas cuando defendió su contrato único –que lleva también UPyD en su programa–, calificado por los candidatos de izquierdas como “un sistema por el que cuanto menos lleves en una empresa, más barato saldrá despedirte”.
En este bloque, Errejón recuperó una frase que ya dijo Iglesias en el anterior debate: “Los abuelos que nos están viendo tienen que votar por el salario de sus nietos”.
Pero cuando Rivera empezó a sufrir fue cuando intentó defender el complemento salarial: “Lo que quiero es que si una madre con un hijo gana 10.000 euros, pueda ingresar 13.000”. Garzón lo criticó por ser una ayuda encubierta a las empresas que pagan salarios bajos –y lo comparó con la renta mínima de Podemos–. Ella respondió: “Siempre habrá trabajos mal pagados”. Y, en ese momento, Puig dio el golpe de gracia: “¿Sabe cuánto dinero se gasta EEUU en pagar a Macdonalds complementos salariales por pagar tan poco? Yo no quiero que haya salarios bajos”.
Y cuando Rivera tuvo más dificultades fue cuando, al comienzo del bloque social –el segundo, después del económico y antes del de regeneración democrática–, comenzó a quedarse sola de toda soledad defendiendo: “Es igual que un hijo vea matar a su madre que a su padre. ¿Cree que a los miserables de hoy les importaba pasar más tiempo en la cárcel que una mujer?. Es educación, juzgados, casas de acogidas, pulseras activas... De eso hay que preocuparse. El 40% de las mujeres dicen que la ley no les ha ayudado”. Era una respuesta a Hernando, que dijo: “El PP no se ha tomado en serio la lucha contra la violencia de género y ahora Ciudadanos quiere quitar el agravante”.
Tras ese discurso, Garzón replicó: “La violencia machista lo es por el patriarcado, hay otra violencia, sexual, psicológica. Hablando de educación: uno de cada tres le parece bien controlar. Hay que hacer un proceso que reconozca que hay una opresión por parte de la mujer. Pero yo estoy de acuerdo: hay que hablar de sostenibilidad de la vida, del planeta. Las pensiones son un derecho para hombres y mujeres, pero también ellas cobran menos”.
Y Errejón se sumó: “Yo no recortaría en prevenciones a la ley de violencia. Hay que añadir más: si los permisos por maternidad son transferibles, se quedan ellas en casa. Las mujeres necesitan independencia económica, y estamos de acuerdo en que sólo si garantizamos la educación de 0-18 puede haberla. Hay que también dotar las medidas de medios y de contenidos, no sólo de proclamas”. Casado replicó: “Tolerancia cero, que se llame al 016, las administraciones están volcadas. –¿qué medios?, tenemos las manos desnudas, le decía Errejón– 136.000 millones desde 2013 a 2016, más presupuesto que nunca”.
Corrupción
Rivera se tomó un alivio con la campana que indicaba el paso al tercer bloque: el de la regeneración democrática. Fue cuando se habló de corrupción –con fallos de sonido incluidos en la exposición de Hernando sobre el caso Bárcenas– y del encaje territorial.
De lo primero, de la corrupción, Casado aguantó estoicamente las peticiones de dimisión de Rajoy –Hernando– y las acusaciones de Errejón –“el problema es estructural, vivimos en una democracia secuestrada”–, Rivera –“Ciudadanos ha nacido por este tipo de cosas”–... Hasta que Garzón cargó contra la monarquía “cómplice de la corrupción”, cuando Casado y Rivera se revolvieron. “El problema de España no es monarquía o república”, dijo Rivera. “Hay que democratizar todas las instituciones”, insistió Garzón.
Cuando el debate volvió a calmarse fue al abordar el encaje territorial. Quizá por lo previsible de las posiciones de todos: Casado, Herzog y Rivera coinciden a grandes rasgos en la defensa de la unidad de España, al igual que Errejón y Garzón –e incluso Surroca–, en el derecho a decidir. En medio, quedaba Hernando, hablando de Estado federal; y al otro extremo, Esteban y Puig, defendiendo el derecho a decidir... Para decidir independencia, sobre todo Puig.
Como en anteriores debates, los candidatos concluyeron con un nuevo monólogo, esta vez de un solo minuto:
Rivera reivindicó “un país implacable con la corrupción, donde un juez no deba nada, con sanidad y educación gratuita, donde cualquiera pueda caerse y levantarse”; y Errejón que “han cambiado cosas, en las europeas, ganando las principales alcaldías de España y ahora hay una sonrisa, vamos a ganar las elecciones”
Esteban reclamó al PNV como “el único que tiene un programa específico para Euskadi es el PNV”; Herzog pidió “que se vote por lo que ha hecho cada uno”; y Garzón abanderó “un nuevo país para las clases populares, el desempleo, los que temen perder su pensión, feminista, con coherencia, pero la política también se ejercita en la calle. Hay que defender nuestros derechos”.
Surroca pidió “avanzar en la relación entre Catalunya y España”; Puig pidió el voto “a quien quiera votar su relación con España”; y Hernando reclamó “no cerrar los ojos ante las mentiras. No podemos pasar por alto las bajadas de salarios ni la vergüenza ajena. España es un gran país”.
Casado, por último afirmó: “Queremos una España próspera, unida, admirada en el mundo. Empecé dando las gracias a los españoles y quiero acabar pidiendo la confianza para Mariano Rajoy y el PP. Lo que tenemos es la ambición y la ilusión. No les vamos a defraudar”.