La negociación entre el PP y Vox en Castilla y León no es necesariamente inminente, pero sí insoslayable. El primer hito será el 10 de marzo, cuando se constituyan las Cortes tras las elecciones del pasado domingo y se elija su Presidencia. Hasta entonces, los implicados miden sus respectivas fuerzas. Alfonso Fernández Mañueco pide, con el respaldo de su partido, un Gobierno en solitario. Pero le separan 10 procuradores de la mayoría que lo garantiza. La ultraderecha ya ha marcado también su posición de salida, que pasa por exigir la Vicepresidencia y más puestos en el Ejecutivo. Y tras la breve tregua electoral, se reanuda la bronca entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, que no parará ya hasta el congreso regional de Madrid, previsto para el final de la primavera.
Con estos ingredientes sobre la mesa convocó el martes Pablo Casado a su Comité Ejecutivo Nacional, órgano que reúne a la dirección nacional del PP y a los barones autonómicos. El presidente defendió el planteamiento de Mañueco de gobernar en solitario. “Tiene todo nuestro apoyo”, ha asegurado. “Con pilares firmes, sin trajes prestados y sin la espada de Damocles continua”, ha añadido en referencia a las supuestas amenazas de moción de censura que están en el germen de un adelanto electoral que no salió como estaba planeado.
Por la mañana era el propio Mañueco quien reclamaba un “Gobierno en solitario y de una sola voz”, para advertir que no van “a ceder a chantajes de apoyos por privilegios de unas provincias sobre otras”. Un mensaje doble a las únicas fuerzas en las que el presidente castellano-leonés se puede apoyar para lograr la investidura: Vox y las candidaturas provinciales.
En términos similares se ha pronunciado Casado. “Mañueco acaba de pedir un Gobierno fuerte, estable y en solitario. Tiene todo nuestro apoyo para llevarlo adelante, con nuestros principios siempre presentes”, ha dicho. Esos principios los han puesto ambos sobre la mesa. “Autonomismo, europeísmo, atlantismo”, ha dicho Casado. “La igualdad no es negociable ni la cohesión territorial ni la integridad autonómica ni la integración en Europa”, ha añadido. “Sin buenismos, pero tampoco xenofobia”, ha apuntado.
Casado ha criticado los “radicalismos y populismos de izquierdas y de derechas”, dejando poco espacio a la imaginación. El PP busca desembarazarse de la presión de Vox. Si no lo logra, descarrilará su proyecto de mayorías aglutinadas en el “centroderecha”, que este martes ha vuelto a plantear su presidente
Era la respuesta del PP nacional a los planteamientos de Vox, que el lunes ya señaló como punto de partida de la negociación la derogación de las leyes autonómicas contra la violencia de género y de memoria democrática. Mañueco también se ha desmarcado del planteamiento de la ultraderecha: “La igualdad no es negociable para el PP. Si alguien piensa que el PP va a dar un solo paso atrás en defender la igualdad social, laboral, de oportunidades, entre hombres y mujeres, se equivoca”.
Pero la realidad para el PP es que necesitará algún tipo de apoyo de Vox. Por eso, la misma noche electoral Santiago Abascal ya habló del “derecho y el deber de gobernar” tras el resultado en las urnas. Y, aunque luego ha asegurado que su referencia a la vicepresidencia para su candidato, Juan García-Gallardo, no era “oficial”, el mensaje ya está sobre la mesa.
De hecho, 48 horas después del 13F Vox anunciaba una enmienda a la totalidad de la Ley de Autonomía Fiscal de Ayuso, que pretende cantonalizar la política fiscal madrileña y hacerla independiente de la del resto del Estado. Vox ha asegurado que el planteamiento de Ayuso choca con su objetivo de eliminar las autonomías. Precisamente, Casado ha defendido en su discurso de por la tarde que el PP no aceptará “el revisionismo constitucional contra las comunidades autónomas”. “Quien quiera pactar, tendrá que aceptarlos y respetarlos”, ha zanjado. Eso sí, sin renunciar expresamente al apoyo de Vox y sus 13 procuradores.
Fuentes de la dirección del PP han asegurado a elDiario.es que Ayuso ha asegurado ante el Comité Ejecutivo Nacional que “los gobiernos de coalición son un verdadero infierno”, pero también ha cargado contra Vox por los asuntos que bloquea en la Asamblea regional, informa Fátima Caballero, donde el PP necesita los apoyos del grupo de Rocío Monasterio para sacar sus iniciativas.
Antes, eso sí, salía al paso del planteamiento del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien se ha abierto a una abstención del PSOE si el PP rompe con Vox allí donde gobierna gracias a ellos. Madrid es, obviamente, un ejemplo. Ayuso ha respondido que cualquier cosa antes que el “sanchismo”.
Por la mañana, la presidenta madrileña confiaba en “un Gobierno basado en la suma de intereses”. Y añadía: “Que sepamos buscar con otros partidos lo que nos une, y sobre todo blindar a Castilla y León de políticas identitarias, pobreza y desesperanza, y que no nos importe lo que opine la izquierda sobre nuestros pactos”.
La reunión del órgano nacional, eso sí, no ha servido para atizar más el conflicto interno, aunque Ayuso sí aprovechó las 24 horas previas para reanudar su guerra con Casado. El presidente del PP ha aprovechado su discurso para lanzar algunos mensajes hacia adentro. Primero ha planteado defender los “cimientos” del PP, que “no son de los de ningún populismo”. Casado ha dicho que el PP es, ahora mismo, el partido de su familia europea al que mejor le va, después del “hundimiento” de la CDU-CSU alemana, el “desmembramiento” en Francia o “los líos” en Italia.
El líder de la oposición ha pedido “ser autoexigentes, no autodestructivos” y, en una referencia velada al discurso de José María Aznar durante la campaña, ha apuntado: “No estoy en política para llegar donde sea, como sea, ni hacer lo que sea. No fue el mandato que me dio el partido”.
“No podemos malgastar más energías en refriegas estériles por ver quién tiene la ocurrencia más sonora”, ha planteado, sin mencionar a nadie. El lunes, Ayuso y su equipo recuperaron otra vez la presión para asumir cuanto antes el mando del PP de Madrid. El martes, optaron por dejarlo para otra ocasión.