Mariano Rajoy ya es presidente. Gracias al voto favorable de Ciudadanos y a la abstención decretada en el PSOE –algunos han empleado la fórmula “por imperativo”; otros, 15, se han mantenido en el no–, Rajoy sale reelegido después de más de 300 días en funciones y con una Cámara de 349 diputados tras la renuncia de Pedro Sánchez a su escaño este sábado por la mañana. Nada más concluir la votación, el presidente señalaba que hay “mucha tarea por hacer” y prometía “responsabilidad” volviendo a dejar claro que la espera de todos los grupos parlamentarios. Antes de anunciar a sus nuevos ministros, Rajoy ha decidido cogerse el puente aunque se quedará en Madrid.
A pesar del aprobado raspado con el que Rajoy ha logrado su objetivo y de sus promesas de humildad de los últimos días, el conservador ha querido poner los puntos sobre las íes y dejar claro que quien manda a partir de ahora vuelve a ser él. Sabedor de que el papel de Ciudadanos es el de acompañante en las reformas y de que el PSOE vive su particular desgarro, Rajoy ha dejado claro que la ilusión de parte de la oposición de derogar sus leyes más polémicas no la tolerará. Y que ahora necesita la misma colaboración para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. “Hemos sobrevivido a 300 días de gobierno en funciones, pero no podríamos sobrevivir a un gobierno que no gobierne porque le faltaran apoyos o le sobraran obstáculos. El precio sería ruinoso”, ha advertido.
El socialista Hernando intentó marcar el terreno ya antes de votar. Media hora antes de inclinarse mayoritariamente por la abstención que le permite volver a La Moncloa, el portavoz amenazó con que su partido haría una “firme oposición”. “No es el presidente que España se merece. Ni usted ni su proyecto merece nuestra confianza”, declaró. Albert Rivera, que llegó a citar a John Fitgerald Kennedy para pedir confianza el el futuro, también se permitió tranquilizar a un Rajoy poco nervioso. “Si cumple las condiciones de Ciudadanos, todo va a ir bien”, le dijo.
El líder de Unidos Podemos ha resumido “la triple alianza” que ha aupado a Rajoy como “el viejo país”. Como contraste, los suyos, que, ha aseguró, llegarán a gobernar y a dibujar un “nuevo país”. La bronca llegó con la intervención de Gabriel Rufián, de ERC. El independentista consiguió enfadar a las tres bancadas al completo al criticar con dureza a los socialistas, a los conservadores y a Ciudadanos, a cuyo líder llamó “maese cuñado”. Antes, había calificado a Susana Díaz de “cacique” y se había referido a Felipe González como “Gonzalex”.
Rajoy negó que haya pedido “un cheque en blanco”, sino que se limitaba a “reclamar un Gobierno”. Pero las promesas de diálogo han ido acompañadas de seguridad en que es él quien tiene la sartén por el mango y no pretende “cambiar nada” sino “perseverar”. Del mismo modo, ha recordado que si no le permiten aprobar unos Presupuestos Generales del estado, no servirá de nada, y que no tiene la menor intención de dejar que se deroguen las leyes que ha promulgado en la primera legislatura
“Sería inútil someter a negociación la unidad de España, la igualdad de los españoles y nuestros compromisos europeos. No pretendo acceder al Gobierno para derribar lo construido, se puede mejorar pero no su demolición”, ha afirmado. “No tiene ningún sentido liquidar todas las reformas”, ha subrayado. Cuidado con las derogaciones de las normas que han sido útiles“.