“No hay avances”. PSOE y Unidas Podemos llegan al momento decisivo para saber si España tendrá gobierno o se aboca a las cuartas elecciones desde 2015 en una situación de bloqueo total. Durante los últimos días se han producido contactos informales de dirigentes socialistas con miembros del grupo confederal para ver si quedaba algún resquicio que el acuerdo y que Pedro Sánchez pudiera ser investido, pero nada. A solo unas horas de que el rey comience la última ronda de consultas para sondear si hay margen para que el Gobierno salga adelante, los principales actores lo dan por perdido. La repetición electoral del 10 de noviembre es en este momento el plan que preparan los cuarteles generales de todos los partidos.
Sánchez rechazó este jueves el ofrecimiento de Pablo Iglesias de reunirse y negociar una coalición a prueba hasta la aprobación de los Presupuestos sobre las bases de la oferta que los socialistas formularon en julio con una vicepresidencia y tres ministerios para Unidas Podemos. La novedad que incluyó fue la posibilidad de salir del Gobierno pero mantener su apoyo parlamentario si, tras la aprobación de las cuentas, Sánchez consideraba que el Ejecutivo compartido no funciona. La propuesta fue desbaratada por el PSOE, cuyos dirigentes salieron en tromba a cuestionar el planteamiento pocos minutos después de que se produjese.
Iglesias había optado por llamar al presidente en funciones después de un duro cara a cara en el Congreso en el que Sánchez dejó claro que tendrían que ser los equipos negociadores quienes retomaran las conversaciones siempre y cuando Unidas Podemos renunciara a su exigencia de formar parte del Consejo de Ministros. La coalición caducó en julio, según ha reiterado el PSOE, sin dar más explicaciones que la quiebra de confianza entre ambas formaciones. Ese fue, además, el ultimátum que Carmen Calvo verbalizó en la reunión que mantuvieron las negociadoras socialistas con los del grupo confederal, capitaneados por Pablo Echenique. Al finalizar ese encuentro, ambas partes reconocieron que las negociaciones estaban rotas.
Aun así, en los últimos días se han producido “llamadas cruzadas de segundos y terceros niveles”, según confirman ambas partes. Con esos contactos, el PSOE ha pretendido ver si “se mueve algo”. “Se constata que no hay cambio de posición”, reconocen en el PSOE. Lo mismo sucede en el otro lado: Unidas Podemos comprueba que, por lo visto hasta ahora, Sánchez no cederá esta vez en el último momento, como sucedió en julio.
Y la posibilidad de que el líder del PSOE y el de Unidas Podemos se sienten a negociar en el último segundo es remota: Sánchez tiene mañana una completa agenda, que incluye un viaje a Almería para visitar las zonas afectadas por las inundaciones y por la tarde recibirá a la selección de baloncesto, que se proclamó campeona del mundo este domingo en China.
En las últimas horas los principales encargados de sondear al grupo confederal han sido José Luis Ábalos, ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, y María Jesús Montero, ministra de Hacienda, que ha contactado sobre todo con IU, que esta vez tiene dos representantes en la mesa de negociación: Enrique Santiago, secretario general del PCE, y Yolanda Díaz, que forma parte de Galicia en Común.
Los de Sánchez están convencidos de que las confluencias de Podemos son partidarias de facilitar el entendimiento y evitar unas nuevas elecciones. Así, han tratado de buscar grietas internas. A pesar de que la dirección del grupo confederal ha reconocido las distintas sensibilidades, han acordado no airearlas públicamente y mantener unidad de acción. En el PSOE acusan a Iglesias y a su núcleo duro del bloqueo.
En Unidas Podemos consideran que Sánchez nunca quiso realmente una coalición y que se vio arrastrado a negociarla porque no midió correctamente el pulso cuando pidió un paso atrás del líder de Podemos -y que no estuviese en ningún puesto del Gobierno si había coalición- con el convencimiento de que no lo daría. En Moncloa niegan la mayor.
Con ese clima de desconfianza absoluta reconocida por ambas partes y con acusaciones mutuas sobre la responsabilidad de la repetición electoral, el rey comenzará a recibir a los líderes políticos este lunes y recabará cuál sería su posicionamiento ante una hipotética investidura. Pablo Iglesias, Albert Rivera, Pablo Casado y Pedro Sánchez serán los últimos en acudir a Zarzuela el martes. Todos ellos reconocen que ahora mismo nada que hacer y que, si nada cambia en las próximas 48 horas, en España se celebrarán las cuartas generales en cuatro años el próximo 10 de noviembre. PP y Ciudadanos han aprovechado este fin de semana para culpar a Sánchez de la repetición electoral.
En el PSOE y en Unidas Podemos se ha disparado la preocupación ante una posible desmovilización del electorado progresista que les pase factura frente a la actual posición que lograron el 28A. En las filas socialistas no creen que las derechas sumen en una nueva contienda, pero tampoco que las cartas sean muy distintas, por lo que Iglesias mantendrá sus exigencias. Pero en la cúpula ven factible que, tras una nueva victoria, Casado permita con su abstención que Sánchez siga en Moncloa, como el PSOE hizo con Mariano Rajoy en 2016.