De Puig Antich al 15M: los símbolos del discurso de Pablo Iglesias

Podemos dijo al nacer que “la izquierda y la derecha” eran una metáfora. Pero el discurso de Pablo Iglesias de este miércoles en la sesión de investidura de Pedro Sánchez ha estado plagado de referencias de la izquierda española. Eso sí, sin pronunciar una sola vez la palabra “izquierda”.

Iglesias ha arrancado recordando el 42 aniversario de la ejecución de Salvador Puig Antich, el 2 de marzo de 1974. Militante anarquista del Movimiento Iérrico de Liberación, fue el último preso ejecutado en España a garrote vil: “Quiero saludar a todos los que dieron su vida por la lucha por la democracia”.

Así, Iglesias ha recordado, también, a “los trabajadores de Vitoria” que, en 1976, el 3 de marzo, durante la represión policial de una huelga en la que reclamaban mejoras laborales, cinco de ellos fueron asesinados y otro centenar resultó herido.

El secretario general de Podemos, que saludó a los presentes en gallego, catalán y euskera, comenzó su intervención con una de las banderas que no siempre ha enarbolado en los dos años de vida del partido –sobre todo en campaña electoral–: la Memoria Histórica. Un gesto claro a su electorado, y que marca distancias con Sánchez y el PSOE.

En ese marcar distancias, Iglesias habló de la historia del PSOE, “de cuando ser socialista, como mi abuelo, suponía cárcel y pelotón de fusilamiento, y no entrar en un consejo de administración de una empresa”, en clara alusión a los ex dirigentes socialistas que han entrado en multinacionales de telecomunicaciones y eléctricas, fundamentalmente. De aquel PSOE, Iglesias se ha acordado de Indalecio Prieto y Juan Negrín, dirigentes republicanos socialistas, en contraposición con el actual PSOE “del enriquecimiento rápido, la cal viva [en alusión a los GAL]”.

“Sin que las personas puedan representar un movimiento”, Iglesias ha abanderado el 15M, en el que Podemos quiere inspirarse, y en el que participaron algunos de sus dirigentes: “Algunos de los que hace unos años estaban rodeando este Congreso pidiendo más democracia, hoy están sentados en estos escaños”.

Iglesias, lejos de términos como “casta” o la dicotomía entre “los de arriba y los de abajo”, ha hablado de “oligarquía” y “oligarcas” –término con connotaciones marxistas–, al servicio de los cuales, según el secretario general de los Podemos, está el acuerdo firmado de Pedro Sánchez y Albert Rivera. Al partido de Rivera lo ha calificado, en varias ocasiones, “la naranja mecánica”.

Pero también se acordó Iglesias del subcomandante Marcos –“un inmigrante mexicano que trabajó en El Corte Inglés y dijo que había que mandar obedeciendo”–, de ex diputados de IU –“cargados de razoner y con menos escaños que merecían”– y de La rendición de Breda, de Velázquez, como mejor representación del acuerdo entre Ciudadanos y el PSOE que el Abrazo, de Juan Genovés, pintado en homenaje de los abogados laboralistas de Atocha asesinados por ultraderechistas en 1974.

Mirando a la tribuna de invitados, Iglesias ha apelado a las exigencias de la PAH y de las mareas ciudadanas para, al final de su primera intervención, levantar en alto el puño derecho.