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Puigdemont mantiene en vilo al país con su decisión sobre el Congreso y la legislatura

Si Carles Puigdemont soñó algún día con volver a estar en el foco de todas las miradas en la política española, el arranque de la XV Legislatura en el Congreso de los Diputados se parece muchísimo a ese sueño. Todo el mundo habla de Puigdemont, casi todo el mundo dice que habla con Puigdemont y, sin embargo, nadie sabe qué hará Puigdemont este jueves, cuando los siete diputados de la formación política que lidera y controla tienen la llave de la primera votación clave en la Cámara Baja tras las elecciones del 23 de julio. 

A pocas horas del inicio del pleno de constitución del Congreso, ninguna de las candidatas a la presidencia, Francina Armengol por el PSOE y Cuca Gamarra por el PP, tienen garantizados los votos suficientes para ser elegidas. Si cada bloque cuadra sus números, ambas suman 171 votos y todo queda a expensas de lo que decidan los siete diputados de Junts y la de Coalición Canaria. 

Tras constatarse la incapacidad del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, para ahormar una mayoría parlamentaria, cualquier posibilidad de formación de Gobierno pasa por un Ejecutivo progresista apoyado en los partidos nacionalistas e independentistas vascos y catalanes. El resultado de las urnas otorga un papel decisivo a Junts en la gobernabilidad del país e incluso en la propia viabilidad de la legislatura que arranca.

Todo el mundo coincide en que si esos votos no contribuyen a una mayoría progresista de la Mesa presidida por la socialista Francina Armengol, la legislatura estaría abocada a un bloqueo sin remedio y, en consecuencia, a la repetición electoral. 

Puigdemont envió el miércoles por la mañana un mensaje en forma de tuit con clara intención de influir en las conversaciones en el que exigía al PSOE “hechos comprobables” para obtener sus votos. Se refería el expresident a que su partido necesita algo más que un nombre que pueda sonar bien por su sensibilidad respecto al catalán, como el de Francina Armengol, para darle sus votos.

También ERC está buscando un acuerdo político a cambio de dar su apoyo a los candidatos del PSOE y Sumar en la Mesa. Para los republicanos, debe haber un compromiso con el uso de lenguas diferentes al español en el Congreso, también para impulsar una comisión de investigación sobre el espionaje de Pegasus y, en tercer lugar, que el nuevo órgano rector del Legislativo permita tramitar iniciativas como una ley de amnistía para todos aquellos que todavía no han sido juzgados por el referéndum de 2017. La cúpula de ERC, que confirmó que las conversaciones continuaban este miércoles a última hora, preferiría que este acuerdo político fuese con luz y taquígrafos. 

En público, el PSOE sigue midiendo al extremo sus palabras y alimenta la idea de que habrá Gobierno de izquierdas y, por tanto, legislatura. “Voy a solicitar la confianza del parlamento para conformar un gobierno progresista”, dijo Pedro Sánchez este miércoles durante la reunión de sus grupos parlamentarios del Congreso y el Senado. Durante la reunión de la Ejecutiva Federal socialista celebrada antes a puerta cerrada, el presidente en funciones no flaqueó en el convencimiento que ya había expresado a la dirección de su partido antes de las vacaciones y que reiteró: no habrá repetición de elecciones y habrá un gobierno progresista presidido por él, insistió. 

Esa insistencia de Sánchez llevó a muchos diputados y altos cargos del PSOE a recobrar el optimismo en torno a la posibilidad real de que eche andar y resulte sostenible una legislatura al albur de los designios de Carles Puigdemont, un camino que en los últimos días, al calor de los mensajes lanzados desde Waterloo, cada vez más gente en el PSOE veía como difícilmente transitable. 

La realidad es que nadie en la calle Ferraz, ni quienes estos días asisten como meros espectadores a las negociaciones ni siquiera quienes están más cerca de esas conversaciones, tiene garantías de qué mandará hacer Puigdemont a sus siete diputados en el Congreso durante la mañana de este jueves a escasos minutos del inicio de la sesión. Un abismo, el de la total incertidumbre, que da vía libre a las especulaciones y a las interpretaciones de lo que piensa el líder de Junts.

“¿Qué aliciente tiene para que haya una Mesa del Congreso controlada por el PP y Vox?”, se preguntaba un dirigente socialista que confía en el voto a favor este jueves de la candidata socialista. Otro hacía referencia a la necesidad de Junts de volver a ganar influencia política ante el horizonte de las elecciones catalanas de principios de 2025. Y un tercero confesaba su incapacidad para predecir nada: “Una cosa es lo razonable y otra lo que acabe haciendo”. 

Tanto en las filas del PSOE como en la mayoría de sus aliados parlamentarios, como ERC o EH Bildu, se interpreta que es un claro gesto en la negociación por parte de Pedro Sánchez la elección de Francina Armengol como candidata a presidir el Congreso porque la expresidenta balear es muy bien valorada entre las formaciones progresistas y nacionalistas. 

No ocurrió así con el anuncio de Sánchez de promover el uso de las lenguas cooficiales españolas en las instituciones de la Unión Europea. Junts no se ha pronunciado sobre ese compromiso, que ha indignado sin embargo a ERC y el PNV, que han considerado el gesto un retroceso a una promesa antigua y que jamás se ha cumplido. “¿Qué gesto? Si esto ya lo asumió y selló en los acuerdos de la mesa de negociación el 7 de julio de 2022. En el Parlamento Europeo hemos trabajado mucho. Cumpla y termine el trabajo. Así, no”, reaccionó la secretaria general de ERC, Marta Rovira. 

Sobre la mesa sí está la propuesta que planteó hace unos días Sumar para que en el Congreso se pueda hablar en todas las lenguas cooficiales. “Hemos hecho campaña hablando en las distintas lenguas cooficiales de nuestro país. Para Sumar es clave reformar el reglamento de la Cámara para que los diputados podamos expresarnos en las distintas lenguas”, ha vuelto a reclamar este miércoles la líder de la coalición, Yolanda Díaz, preguntada sobre las negociaciones con Junts. 

Díaz sí se mostraba optimista en la mañana de este miércoles sobre el curso de las negociaciones. La líder de Sumar afirma que está manteniendo contactos de “máximo nivel” junto a Jaume Asens con el partido de Carles Puigdemont y confiaba esta mañana en que darán sus frutos en las próximas horas. Algunas voces de la coalición sí matizaban en privado que en este momento todo depende de que el PSOE haga los movimientos correctos para acercar a los catalanes. 

El día que el Gobierno y sus socios debían limar asperezas para desembocar en un voto conjunto en el Congreso, los mensajes públicos iban por otro lado. Los republicanos, que ven con buenos ojos a Armengol y tienen encarrilado con el PSOE conseguir grupo parlamentario, veían este miércoles como la mayoría necesaria no acababa de cuajar.

“Silenzio stampa [silencio ante la prensa]”, callaban con cierto nerviosismo fuentes de la Generalitat, que han trabajado las últimas semanas para que la legislatura no fracase antes de comenzar. 

La consigna del silencio se mantenía, redoblada, en Junts. “Todo son especulaciones, nada más, porque la decisión se va a tomar mañana”, afirmaba este miércoles un dirigente de Junts que forma parte del núcleo duro de Puigdemont. Según dejaba entrever, todas las opciones seguían abiertas.

Mientras ni en la sede del Govern catalán ni en Junts querían abrir boca, en ERC en cambio eran más categóricos y consideraban que los de Sánchez no estaban trabajando como deberían para obtener votos suficientes. “No vamos bien”, aseguraba un dirigente del partido. “Supongo que el PSOE quiere volver a elecciones”, aventuraba. A última hora del miércoles, desde Esquerra confirmaban que continuaban las negociaciones y que no se había alcanzado un acuerdo.

El plan B

La aritmética parlamentaria abre una segunda vía para una presidencia progresista que no dependa de los votos de Junts. Durante la mañana de este miércoles, dirigentes socialistas aseguraron que no descartaban ninguna opción para articular una mayoría que les garantice seguir presidiendo el Congreso. Y una de esas posibilidades es que Coalición Canaria vote por Armengol, tal y como ha sugerido que podría hacer a cambio de que el PNV obtuviera un asiento en la Mesa. 

La vía de la entente canaria y vasca es arriesgada. Dejaría una votación dirimida por un solo voto: 172 a 171. Los 121 votos del Partido Socialista; 31 de Sumar; 7 de Esquerra Republicana; 6 de EH Bildu; 5 del PNV; y los dos que suman BNG y Coalición Canaria. Para que esa cuenta funcione, Junts tendría que votar a una candidata que no fuera Armengol pero tampoco Cuca Gamarra, para no habilitar la mayoría del Partido Popular. Podrían, por ejemplo, votarse a sí mismos. 

Pero esta vía no convence en las filas del PSOE y tampoco en Sumar. Primero por el riesgo que alegan algunas voces de las dos fuerzas de que esa votación se decida por una sola papeleta en una votación que además es secreta. Pero por otro lado, la entrada del PNV en la Mesa supone que alguno de los dos partidos renuncien a uno de los cinco puestos a los que pueden aspirar si en la cuota progresista de la Mesa entran solo los partidos del Gobierno. En principio, el PSOE contaría con la presidencia y dos asientos más y Sumar ya ha puesto los nombres de sus candidatos para ese órgano: la diputada por Cádiz Esther Gil ocuparía una vicepresidencia y Gerardo Pisarello, de los comuns, mantendría una secretaría.

Mientras todas esas cuentas se fraguan en el Congreso y sus alrededores, en Waterloo Carles Puigdemont tiene la última palabra. Y con todos los focos sobre él la pronunciará solo unos minutos antes de que arranque la sesión de arranque de la legislatura.

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