Mariano Rajoy lideró el Partido Popular durante 14 años (de 2004 a 2018) gracias a que su predecesor en el cargo, el expresidente del Gobierno José María Aznar, lo colocó a dedo al frente del partido. Durante los lustros siguientes Aznar se convirtió en una auténtica pesadilla para su sucesor, que antes había sido su ministro de Administraciones Públicas, de Interior y vicepresidente.
Aznar criticó abiertamente a Rajoy por su supuesta tibieza y por no defender con suficiente ahínco los “valores” más conservadores de la derecha. Y después se apartó por completo de su propio partido hasta que el actual líder, Pablo Casado, uno de sus ahijados políticos, lo rescató en 2018.
Siempre reticente al enfrentamiento con su predecesor, Rajoy evidencia por primera vez esa mala relación en el libro de sus memorias políticas que publica esta semana bajo el título Mariano Rajoy. Una España mejor (Plaza & Janés, 2019). El expresidente tan solo se refiere a Aznar cuando habla de su etapa como ministro y simplemente para recordar que el fundador de FAES era el presidente de los gobiernos de los que él mismo formó parte entre 1996 y 2004.
Pero ni siquiera reconoce que fue su antecesor quien le puso a dedo al frente del PP. “Fui candidato a la Presidencia del Gobierno en el año 2004. Así lo decidió la Junta Directiva Nacional, como lo había hecho en su día con mi antecesor”, apunta.
“Gocé de un apoyo y lealtad admirables”
En las páginas del libro sí lanza, en cambio, un duro reproche a su antecesor cuando habla de las dificultades para formar Gobierno que sufrió después de las elecciones de 2015 en las que el PP ganó –logró 123 escaños, frente a los 90 del PSOE– pero sin mayoría absoluta. “Al día siguiente de las elecciones, cuando en la dirección del partido estábamos ocupados en lo prioritario, que era intentar la formación de gobierno, el expresidente José María Aznar se presentó ante el Comité Ejecutivo del partido, algo que había hecho en escasísimas ocasiones, para solicitar un Congreso abierto del PP”, lamenta Rajoy.
Según explica, “en los meses posteriores insistieron en la misma idea algunos grupos muy ideologizados, muy críticos” hacia su persona, “aunque de implantación escasa, cuando no inexistente, en el Partido Popular”. Esas propuestas, agrega, “nunca encontraron eco en la organización”. “Afortunadamente, mientras estuve al frente del PP gocé de un apoyo y una lealtad admirables por parte de la mayoría de compañeros en el partido y de los ministros de mi Gabinete”.
Sin dar nombres, Rajoy asegura que “a cuatro de ellos se les planteó la posibilidad” de sustituirle como jefe del Ejecutivo. “A mi juicio, hay que tener tanta osadía como ignorancia para ir ofreciendo alegremente la Presidencia del Gobierno de España por los restaurantes de Madrid. (...) Tres de las personas tentadas me lo vinieron a contar inmediatamente. El cuarto, supongo que porque no le dio la menor importancia, no consideró necesario hacerlo. Y no lo hizo”, zanja.
Casado, muy cercano a Aznar y que reconcilió con el partido al expresidente y a sus afines –el conocido como aznarismo– situándolos en algunos de los puestos de más relevancia del PP tras su triunfo en las primarias de 2018, tan solo es mencionado por Rajoy en un párrafo a lo largo de las 380 páginas del libro.
Casado, un “joven valioso”
El actual líder del PP es considerado por el expresidente del Gobierno como un “joven valioso” al que sumó a la dirección del partido como vicesecretario de Comunicación en 2015. A él se refiere Rajoy con estas únicas palabras: “Pablo Casado, el hoy presidente nacional de nuestro partido y la persona que a buen seguro será capaz de liderar el regreso del Partido Popular al Gobierno de España”.
A lo largo del ensayo, el expresidente también se siente maltratado por la derecha mediática, sobre todo cuando no logró formar Gobierno en 2016 y tuvo que convocar unas nuevas elecciones. “Entonces empezó a circular una ingeniosidad realmente extraordinaria: yo tenía que dimitir. (...) Yo era el tapón y debía ser reemplazado. Curiosamente, si la memoria no me traiciona, escuché muy pocas veces esa petición desde las filas socialistas y sí desde sectores del ámbito político de la derecha”, rememora.
Durante el repaso que realiza a toda su trayectoria pública Rajoy destaca a Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Pastor, María Dolores de Cospedal y Javier Arenas como sus principales colaboradores en su etapa política. Además recuerda que los “hilillos de plastilina” con los que se refirió al vertido del Prestige, en 2003, le han acompañado durante toda su vida política, o que al perder las elecciones de 2004 consideró “la posibilidad de abandonar la política”.
Muy agradecido con el ya fallecido exsecretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba, el expresidente popular destaca su labor en 2014, cuando abdicó Juan Carlos I, un momento en el que se vivió, según Rajoy, “un ambiente de fin de régimen” porque “la autoestima nacional estaba por los suelos y el clima de opinión no tendía a la estabilidad”. Si bien reconoce que el Gobierno de Aznar “se reunió con ETA”, explica que el suyo jamás mantuvo ningún contacto con la banda terrorista que, explica, “ya no existe”.
“Parecía una reunión de imputados anónimos”
A la corrupción y a la sentencia del caso Gürtel que motivó la moción de censura en su contra que le expulsó de la Moncloa en mayo de 2018, Rajoy le dedica todo un capítulo. El exlíder del PP asegura que “la corrupción es el talón de Aquiles” de su partido, aunque defiende su limpieza haciendo referencia incluso al juicio de Gürtel en el que intervino como testigo: “Los implicados reconocieron que había sido yo quien había puesto fin a sus relaciones con el PP”.
El expresidente recuerda también una reunión con líderes locales de su partido a los que no nombra expresamente y quienes, en una conversación sobre corrupción, reconocieron que estaban imputados por cuestiones que Rajoy considera menores. “Aquello parecía una reunión de Imputados Anónimos”, ironiza. En todo caso, el exdirigente popular recalca que durante “toda” su trayectoria “no hay un solo hecho” del que se tenga que avergonzar, si bien reconoce que se equivocó “defendiendo a personas que sinceramente creía inocentes”. A pesar de la corrupción, añade, “el PP siguió ganando elecciones para desesperación de todos los inquisidores”.
En cuanto al acuerdo alcanzado con Ciudadanos en 2016 y que le garantizó la estabilidad a su Gobierno hasta la moción de censura de 2018, Rajoy se muestra muy crítico con sus socios. “Nos brindaban unos apoyos más bien cicateros. Nunca tuvimos la sensación de contar con un socio con el que afrontar dificultades. Parecían estar mucho más cómodos ejerciendo como oposición que compartiendo una gestión”.
Refiriéndose a la moción que le presentó Pedro Sánchez y que supuso el fin de su vida política, Rajoy asegura que le “consta” que el portavoz del PNV, Aitor Esteban, cuyo apoyo resultó decisivo para que triunfara la iniciativa, “estaba en contra” de la misma. Y niega que pudiera convocar elecciones o dimitir para evitar que el socialista llegara a la Moncloa: “Mi dimisión no salvaba al PP (...) Habría servido para colgar sobre mi Gobierno un baldón injusto que ensuciaría para siempre al PP sin que hubiera sido ni juzgado ni condenado por nada”.
Presume del apoyo de Trump
Sobre su política en Catalunya, Rajoy recuerda que en una reunión en 2017 en la Moncloa el expresident catalán Carles Puigdemont le dijo, sobre la posibilidad de celebrar un referéndum independentista: “No lo vas a autorizar porque, además, no puedes”.
También defiende su gestión del 1 de octubre de ese año cuando se produjo la consulta considerada ilegal por los tribunales. Rajoy niega la violencia policial y asegura que los cuerpos de seguridad “actuaron de manera proporcional” en un momento en el que “se buscó elevar al máximo la tensión” y “se alimentó deliberada e irresponsablemente la tensión por puro interés político”. A su juicio, “la escandalera organizada por la actuación policial fue exagerada e injusta” a pesar de haber sido criticada por organismos internacionales como Amnistía Internacional.
Además de presumir del respaldo que el presidente estadounidense, Donald Trump, le dio ante la crisis catalana, Rajoy defiende la aplicación del artículo 155 de la Constitución tal y como la hizo su Ejecutivo. Contradice así a Casado, que desde su llegada a la Presidencia del PP se ha manifestado con dureza contra el PSOE y Ciudadanos porque según él fueron los que propiciaron que el 155 fuese más tibio y corto de lo debido. Rajoy concluye que no tiene “queja alguna” de la posición de los partidos de Pedro Sánchez y Albert Rivera en ese momento.
El expresidente del Gobierno asegura que tenía pensado mantener el 155 aunque Puigdemont hubiese adelantado las elecciones autonómicas en 2017. “No veía ninguna razón para dejar en suspenso una decisión que no era fruto de ningún arrebato, sino consecuencias de semanas de estudio y de muy sólidos argumentos jurídicos y políticos. Antes de llegar a aplicar aquel precepto constitucional nos habíamos cargado de razones y estas no desaparecían por el hecho de que Puigdemont convocara elecciones; la independencia seguía declarada”, zanja.