“Ahora se llama geometría variable a lo que toda la vida ha sido un Gobierno en minoría”. La frase pertenece al discurso de Mariano Rajoy de la clausura de la sexta edición del Campus FAES durante el verano de 2009. Eran tiempos de bipartidismo, cuando acompañado por el expresidente José María Aznar, Rajoy lanzaba la andanada para acusar al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero de ser “un Gobierno contorsionista” por sus movimientos a un lado y al otro en busca de pactos legislativos.
Ochos años después, los 137 diputados del Partido Popular en el Congreso obligan a Rajoy y a su Gobierno a contorsionarse en busca de acuerdos con otras formaciones políticas que le permitan mantener la imagen de estabilidad que tan buenos réditos le ha dado en España y, especialmente, en Europa.
El equipo del presidente del Gobierno quiere mantener a Rajoy como el garante de la estabilidad. Es el relato político que tratan de imponer. Enfrentar el concepto de un Gobierno “estable, prudente y moderado” que busca “soluciones a los problemas reales de los españoles” frente a los que “se dedican a mirar al pasado”. Por algo, el presidente calificó a 2016 como “el año de la incertidumbre”.
El pasado para el PP son sus casos de corrupción. Un tema que oscurece el discurso de Rajoy. Por este motivo, el Partido Popular retuerce su acuerdo de investidura con su “socio preferencial”, Ciudadanos, para “distinguir lo esencial de lo secundario”. Los presupuestos son lo esencial ahora, mientras que tres puntos de los seis que recoge el pacto anticorrupción firmado con la formación naranja son lo secundario: la investigación de la financiación de PP, la limitación de mandatos y la eliminación de aforamientos.
El acuerdo de Albert Rivera con PSOE y Podemos para poner en marcha la comisión que investigue las cuentas del PP en el Congreso devolvió a Rajoy a la realidad de la minoría parlamentaria. Para evitar que Ciudadanos se escape por alguna de las bandas, el PP achica espacios para cerrar las vías a un juego que, entienden, solo debe pasar por su campo.
De esta manera, cualquier opción alternativa de entendimiento del partido de Albert Rivera es atacada por los dirigentes populares. “No es lo mismo acercarse a unas formaciones políticas que a otras. Ciudadanos tiene que asumir los riesgos de tener amistades peligrosas”, comentó el coordinador general del PP, Fernando Martínez Maillo. El vicesecretario de Autonomías, Javier Arenas, añadió que “no se puede estar por la mañana en la moderación y por la tarde pactando con Podemos; por la mañana iniciar un viaje hacia el liberalismo y por la tarde pactar con Podemos”.
“Un modelo de resistencia”, según el WSJ
La imagen de la estabilidad ha colocado a Mariano Rajoy en una posición más influyente en Europa. Tras diez meses de Gobierno en funciones y ganar dos elecciones en 2016, el acuerdo de investidura con Ciudadanos fue interpretado como la consolidación de un líder entre la incertidumbre del Brexit y el desconcierto que provocan el avance de las fuerzas extremistas en países como Francia, Holanda y Alemania.
Dos de las publicaciones con más influencia en las cancillerías de todo el mundo consolidaban al presidente del PP. Si The Economist señalaba que “la posición del presidente es menos débil de lo que parece. De hecho, comparándolo con el resto de Europa, España empieza a parecer una isla de relativa estabilidad política”, The Wall Street Journal definía a Rajoy como “un modelo de resistencia” en uno de los países “más estables de Europa”.
El acuerdo con los socialistas para aprobar el techo de gasto y los objetivos de déficit, a cambio de que el PSOE se apuntará el tanto de la subida del 8% del sueldo mínimo, volvió a retumbar en Bruselas como símbolo de consolidación. El premio no tardó en llegar: Rajoy fue invitado a Versalles para analizar con François Hollande, Angela Merkel y Paolo Gentilo el futuro de Europa.
La visión de Rajoy codeándose con los líderes europeos es la imagen que necesitan los estrategas del PP para compensar su debilidad parlamentaria. Esta foto de consolidación en el espacio europeo, más el liderazgo interno de Rajoy en el partido tras el Congreso Nacional del PP, se contrapondrá con los problemas de otras formaciones políticas: Podemos no ha acabado de digerir el descabalgamiento de Íñigo Errejón y el PSOE inicia su batalla particular por el poder en el partido entre Patxi López, Pedro Sánchez y Susana Díaz.
El último barómetro del CIS de febrero de 2017 reveló cómo aumentan en cuatro puntos los ciudadanos que prevén que la situación política va a empeorar de aquí a un año, hasta uno de cada cuatro españoles. Un 70% de los encuestados ven la situación política actual como mala o muy mala. Con esta perspectiva, el mensaje de estabilidad política se hace más evidente para el Partido Popular.
Presupuestos
Ante esta situación, si el Ejecutivo manda los presupuestos a las Cortes el 31 de marzo con buena parte de los acuerdos para su aprobación ya cerrados, será un paso vital para consolidar el discurso de la estabilidad. El Gobierno sabe que Ciudadanos no le va a poner muchos reparos en la negociación de las cuentas, aunque sí pretenderá entorpecer las exigencias del Partido Nacionalista Vasco. El PSOE es una incógnita.
Las peticiones del PNV van a ser una de las contorsiones del Ejecutivo. Rajoy ya anunció el pasado viernes que se había reunido con “gente del PNV como del resto de las fuerzas políticas”. Anteriormente, saltó una noticia que no ha tenido relevancia ya que la logró cortocircuitar la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
El secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, admitió que en un “clima adecuado” se podría abordar la transferencia de la “gestión de centros penitenciarios” al Gobierno del País Vasco, histórica petición de los nacionalistas. El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, fue incapaz de negarlo: “Eso está ahí, y es una competencia que pueden pedir”. La contorsiones del Ejecutivo Rajoy empiezan a tomar forma.
El PP vasco ya ha avisado que su talante es facilitar la aprobación de las cuentas al Ejecutivo nacionalista en Euskadi. Los diputados del PNV en el Congreso callan. Un ministro del Gobierno de Rajoy señalaba la semana pasada en el Congreso: “El PNV es gente seria, te puedes fiar. Se puede negociar con ellos sabiendo que no te van a sacar una información al día siguiente”. La nave de las negociaciones va.