- Confían en que el escándalo de las grabaciones a Fernández Díaz y los casos de corrupción no les pasen factura en las urnas este domingo
El PP ha llegado al final de su campaña como hizo en las últimas convocatorias electorales, con el espoleo del miedo si Mariano Rajoy no logra ser presidente del Gobierno. Igual que sucedió en las europeas, en las municipales y autonómicas y en las generales del 20D, el argumento del PP o el caos se ha vuelto a repetir. Rajoy y los suyos han llamado “radical” al PSOE y “extremistas radicales” a Unidos Podemos a lo que en la anterior campaña Jorge Moragas definió como una “alianza de súper rojos”. El desprecio dirigido a Ciudadanos ha consistido en calificar de “desperdicio” el voto de los que se inclinen por Albert Rivera. El 30% en votos y superar con holgura los 123 escaños logrados en diciembre es el objetivo.
El cierre en la Plaza de Colón de Madrid ha sucedido al previo en Valencia. En ambas ciudades, el candidato del PP se ha vendido como el único escudo contra la inestabilidad. Junto a Isabel Bonig, presidenta del PP regional, y sin Rita Barberá, Rajoy ha cerrado desde el Parque de la Cabecera un mitin al aire libre. Bonig ha dicho que sólo el PP puede “contener la fiebre de la demagogia y del populismo” y ha llamado a “atacar en el plano de la ideología”. Con su mantra de que los gobernantes “deben tener experiencia”, Rajoy ha ligado la negociación del Brexit con el miedo a los partidos “irresponsables”.
En el mitin de Madrid se ha esperado la llegada de Rajoy con música. El animador de la fiesta previa ha invitado a subir al escenario a pinchar a Pablo Casado, “un político del futuro que también es DJ” y a la vicepresidenta del Gobierno en funciones. Soraya Sáenz de Santamaría se ha lanzado a bailar con entusiasmo y ha sido muy aplaudida.
Cristina Cifuentes, la primera en hablar ha pedido “un no al populismo y a la crisis” y ha cargado contra Podemos e IU entre abucheos de los asistentes en cuanto ha salido a relucir la referencia a Venezuela, Grecia y los ayuntamientos “del cambio a peor”. Cospedal ha optado por elogiar a su jefe como freno “a los viejos y a los nuevos comunistas”, se ha quejado de que no se deje “enviar medicinas a Venezuela” y ha asegurado que Podemos crea “pobreza, paro y desesperanza”.
Nada más subir al escenario, Rajoy ha pedido disculpas por llegar tarde “porque estaba trabajando por los intereses de España” y ha agradecido a su partido que no se rinda nunca. El cabeza de lista ha recordado que el PP “no es producto de una tertulia de televisión” y se ha deshecho en agradecimientos a Moragas y a la secretaria general “que no ha podido volver a gobernar” por falta de apoyos.
Se ha aferrado a que todas las encuestas pronostican que el PP va a ganar el domingo y que el segundo puesto será para Podemos e IU. Ante los silbidos del público, ha dicho “estar de acuerdo” porque “presumen de nuevos pero son los viejos doctrinarios de mi etapa universitaria”. A base de repetir el discurso hecho unas horas antes, Rajoy ha criticado a los ayuntamientos del cambio. “Van unidos y por el solo hecho de ir juntos, los votos que le dieron dos escaños a IU el domingo pueden ser muchos más”, ha alertado.
El guardián del muro contra “los comunistas”
El partido que en la precampaña prometió ser positivo, centrarse en sus propuestas y no ir contra nadie tardó pocos días en la campaña en azuzar el frentismo no ya contra Pedro Sánchez sino contra Pablo Iglesias. El ninguneo al socialista se ha agudizado respecto de la campaña de diciembre y se ha centrado en quien consideran su bestia negra ante la posibilidad de adelantar al segundo puesto. Unidos Podemos es para el PP, el fin de la incipiente recuperación económica y de las libertades. Rajoy ha llegado a decir que su partido es “el muro” para evitar “que ganen los malos”.
El Brexit también ha servido en esta estrategia. A los pocos minutos de conocerse el resultado del referéndum, el presidente dejaba caer en una declaración institucional que no es “tiempo para incertidumbres” y los cargos del PP culpaban a Podemos de un posible contagio, con lo que se ha ocultado en parte el escándalo de las grabaciones de Jorge Fernández Díaz con el jefe de la Oficina Antifraude catalana.
Las exigencias de dimisión han sido ignoradas por Rajoy y su responsable de Interior en funciones, que lidera su lista en Barcelona. Como toda respuesta, el jefe del Ejecutivo ha puesto el foco en el autor o autores de la grabación y filtración pero no en su contenido. “Suena un poco a broma” ha sido su respuesta sobre una conspiración del PP y del Gobierno contra el independentismo catalán.
“¿Ve posible otro pásalo?”, ha preguntado Carlos Herrera este viernes a Rajoy durante una entrevista en Cope. “Nunca se sabe”, ha contestado en referencia a otra posible protesta masiva como la que sucedió en los días previos de las elecciones de marzo de 2004.
Más allá de los ataques, la campaña ideada por Jorge Moragas ha sido parecida a la anterior en cuanto a la abundancia de paseos callejeros por pueblos, selfies con cerveza en mano y mucho programa de televisión. Dejar ver a Rajoy como un hombre normal y tratar de que su afabilidad tape los recortes económicos de su legislatura y la corrupción de su partido ha sido el gran objetivo.
El arma de guerra en esta campaña han sido los vídeos. El cruce entre los partidos se ha vuelto frenético en los últimos días. Si el PP empezaba con Gatos, para convencer de que el votante no se dejara llevar por los llamamientos contra Rajoy, los últimos se han centrado en apuntar directamente a que Iglesias no llegue a La Moncloa o que el indeciso entre PP y Ciudadanos apueste por Rajoy. El recuerdo del pacto entre Sánchez y Rivera se suma al hecho de que el PP perdió escaños por los votos a Ciudadanos que no se tradujeron en escaños para Rivera. De ahí que lo califiquen de inútil y desperdicio.
La pelea por el escaño que se escapó en diciembre ha obligado a una caravana electoral donde las plazas rurales han tenido mucha importancia. Andalucía, Madrid y Valencia suponen además tres comunidades vitales, las dos últimas como tradicionales graneros conservadores.
Su oferta de gran coalición sigue siendo rechazada por el PSOE y Rivera ha negado que vaya a apoyar a un gobierno del PP si Rajoy se mantiene al frente. Con el riesgo de unas terceras elecciones, Rajoy está convencido de que la culpa del bloqueo no es suya y mantiene su derecho a gobernar si repite como ganador en votos. El pasado 20D, llamó a no jugar “a la ruleta rusa”.