Si no se hubieran difundido los audios de Alfonso Rus contando dinero, Mariano Rajoy se habría sentado a su lado en el acto de precampaña que ha celebrado este martes en Valencia. Igual que le ocurrió hace unos meses con la exalcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, cuya presencia en los actos a los que asistía Rajoy obligaba a relegarla para que no saliera a su lado. Pero el escándalo que ha provocado la grabación de Rus ha obligado al PP a suspenderlo de militancia y de su cargo como presidente del PP valenciano. En su lugar, Vicente Betoret ha flanqueado al presidente del Gobierno. A su otro lado se ha sentado Alberto Fabra.
En un acto destinado a presumir de la creación de empleo, el principal problema del partido, la corrupción, ha salido a relucir solo de refilón. Rajoy, Fabra y Barberá han evitado pronunciar el nombre de Rus. La única referencia indirecta, la del propio Rajoy, que ha subrayado, a modo de consuelo, que el PP “no es el único partido que ha tenido problemas”. “Somos como somos”, ha dicho.
Como suele ser habitual, Rajoy ha cargado contra los partidos emergentes y los ha vuelto a calificar de “experimentos” y desaconsejables “cuando España necesita seguridad y estabilidad”. En su discurso, el líder del PP ha arengado contra “la barra libre de ocurrencias” y a favor de la “política seria”. En vista de la fragmentación que auguran las encuestas, el jefe del Ejecutivo ha recordado la experiencia de gobiernos “de dos, de tres y de cuatro”. “Es jugar con fuego”, ha asegurado.
Justo antes, el president de la Generalitat se ha atrevido a prometer 400.000 puestos de trabajo para la próxima legislatura si consigue ser reelegido. Fabra ha asegurado que el PP valenciano “es el partido de la regeneración” y se ha preguntado: “Si nos hemos regenerado como partido, ¿qué no podremos hacer?”.