Reformismo21: el tercer reinicio de la fundación del PP que no puede con FAES

Aitor Riveiro

19 de marzo de 2023 21:57 h

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El PP lo vuelve a intentar a ver si esta vez, a la tercera, va la vencida. Alberto Núñez Feijóo ha marcado como uno de sus grandes objetivos el de relanzar la fundación del PP. A punto de cumplir un año al frente del partido, el dirigente gallego acabó con otro legado de Pablo Casado y presentó este viernes Reformismo21, la nueva marca de lo que antes fue Concordia y Libertad. Mucho antes se llamó Humanismo y Democracia. Nombre remozado (mismo NIF), logo rediseñado y un recambio en los nombres propios, con un elenco anclado en el pasado que, en realidad, no formará parte del día a día del think tank con el que Feijóo pretende llenar el vacío que dejó FAES cuando José María Aznar rompió con Mariano Rajoy y se la llevó.

Ese espacio se intentó rellenar con la integración definitiva de Humanismo y Democracia en el organigrama del PP y el traslado de su sede social al edificio del número 13 de la madrileña calle de Génova. Languidecía 2016 y Rajoy recurrió a la vieja fundación creada por el expresidente del Congreso Fernando Álvarez de Miranda en los primeros años de la vuelta de España a la democracia. 

Relacionada siempre ideológica y políticamente con el PP, se integró definitivamente en el partido tras la ruptura política y personal de los dos presidentes del Gobierno de la derecha. Comenzó así una competición que Aznar va ganando por goleada. 

Y eso que, antes del cataclismo entre los dos grandes líderes que ha tenido el PP, la financiación pública que recibió Humanismo y Democracia de administraciones manejadas por el PP aumentó casi al mismo ritmo que descendió la de FAES. La práctica prosiguió en el tiempo mientras la Moncloa fue azul.

A Rajoy no le dio tiempo de hacer mucho con la fundación, más allá de regarla con dinero público. Pero su trabajo como laboratorio de ideas apenas arrancó. Año y medio después de la fusión con el partido, el líder del PP fue desalojado del Palacio de la Moncloa por una moción de censura. Era 1 de junio de 2018 y, ese mismo verano, un cruento congreso interno terminó con Pablo Casado aupado a la Presidencia del partido gracias al apoyo de María Dolores de Cospedal, para quien liderar el partido se convirtió muy pronto en su objetivo número dos. El primero era evitar el triunfo de Soraya Sáenz de Santamaría.

Casado sí tuvo tiempo, y dinero, gracias a sus gobiernos autonómicos, para invertir en la fundación del PP. Lo primero que hizo fue cambiarle el nombre: del original Humanismo y Democracia al nuevo Concordia y Libertad. Y puso al frente a Adolfo Suárez Illana, hijo del presidente del Gobierno durante la Transición y en cuyo partido acabó el fundador, Álvarez de Miranda.

Pero a Casado no le salió bien. Como casi nada durante su mandato. Dos años después de su refundación y sin que se le diera ninguna relevancia interna o externa, el PP se vio obligado a “reforzar” Concordia y Libertad ante el surgimiento de otras fundaciones o centros ideológicos afines al ideario de la derecha.

Nada sirvió para mejorar el conocimiento público ni la labor de la fundación, al menos hacia afuera. Su última memoria de actividades publicada, la de 2021, refleja una actividad muy limitada en España, centrada en cursos de formación para cuadros internos del partido, y casi más destacada en Latinoamérica. La pandemia no ayudó a que el equipo de Suárez Illana y de Teodoro García Egea (quien fue vicepresidente de la fundación) desarrollara su labor.

La actual dirección del PP no ha contado con el primero para nada y él solo ha optado por dejar la política y volver a su bien pagada actividad privada. En cuanto al que fue 'número' dos de Casado, esta semana anunció también su salida del Congreso antes de tiempo.

Quien también apoyó a Casado en el congreso extraordinario de 2018 fue Alberto Núñez Feijóo. El barón amagó con lanzarse él mismo, pero optó por permanecer en Galicia y respaldar la apuesta contraria a la de su autocalificado como “referente político”, Mariano Rajoy. Casi un lustro después, es Feijóo quien ocupa el despacho noble de la séptima planta de Génova, 13.

“Independencia” trufada de afines al PP

A punto de cumplirse un año de su ascenso a las cumbres del PP, el gallego ha optado por relanzar la fundación cuando apenas quedan unos meses para las elecciones generales que le pueden llevar a la Moncloa.

De momento, la dirección del PP ha tomado poco más que medidas cosméticas. Feijóo eligió como director general a un gallego, Pablo Vázquez, un economista de prestigio entre sus pares directamente ligado a los gobiernos de Aznar y de Rajoy: presidente de Ineco y de Renfe, pasó también por la Subsecretaría de Sanidad y Consumo y formó parte del gabinete del presidente en Moncloa. 

Vázquez ha sido director ejecutivo de Fedea, una fundación patrocinada por las grandes empresas del país. Antes de asumir el encargo de Feijóo, era directivo de la consultora McKinsey & Company y director general de otra fundación, Madrid Futuro, dependiente del Ayuntamiento de Madrid de José Luis Martínez-Almeida.

De momento, es el único nombre del staff de Reformismo21 que se conoce. Su despacho de trabajo está en la sede nacional. La fundación no tiene presidente, vicepresidente, ni se ha informado de ningún miembro del patronato. La web que sigue activa es la de Concordia y Libertad (también Humanismo y Democracia, a efectos legales). 

De hecho, la fundación está “inoperativa” desde el pasado mes de noviembre. Pese a ello, en diciembre recibió 110.000 euros de la Comunidad de Madrid para sendos proyectos de los que nadie sabe nada en la fundación, según informaba el diario Público este viernes.

Los nombres que sí se conocen son los del Consejo Asesor de Refundación21, un órgano en realidad ajeno al quehacer de la fundación y cuyos miembros no tendrán ninguna relación real con los trabajos más allá de las cuestiones para las que les pueda ser requerida su opinión. O no.

¿Y quiénes son los integrantes de ese Consejo Asesor? Feijóo presumió este mismo viernes de la “independencia” del organismo, en un breve discurso que puso fin a un deslucido acto de presentación de Reformismo21 tras una corta reunión de minutos de ese supuesto Consejo Asesor.

A la cita acudió uno de los nombres más reconocibles: Toni Nadal. El que fuera entrenador del tenista Rafael Nadal se suma como asesor en materia deportiva. O Rafael Matesanz, fundador de la Organización Nacional de Trasplantes. Además de Teresa Freixes, catedrática de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Entre los convencidos por Feijóo hay también representantes empresariales, según ha ido informando el PP en un goteo de fichajes que ha servido al líder para hablar este viernes de “selección nacional”, como si de un equipo de fútbol se tratara. Algunos nombres destacados: la directora de Alestis Aerospace, María Eugenia Clemente; la directora de ASTI Mobile Rotics, Verónica Pascual; Alicia Richart, directora general para España y Portugal de la empresa de inteligencia artificial Afiniti; Elena Pisonero, presidenta ejecutiva de Taldig y José María Abad, profesor de ICADE y consultor.

Pero los nombres afines al PP son muchos también. Como Ramón Gil-Casares, secretario de Estado de Asuntos Exteriores con Aznar. O Nuno Crato, exministro de Ciencia, Tecnología y Enseñanza Superior de Portugal durante el Gobierno del derechista Pedro Passos Coelho, partido hermano del PP.

En el podio están tres exministros de Gobiernos del PP: Fátima Báñez, Josep Piqué y Ramón Escolano. Tres ausentes en el acto de este viernes, en el que Feijóo ha hablado de “salir de trincheras y capillas”, y de “huir de facciones ideológicas”. Báñez fue la ministra de Trabajo de Rajoy que aprobó, y aplicó, la reforma laboral de 2012 que 11 años después no se ha revertido del todo. Hoy trabaja para la CEOE e Iberdrola. En cuanto a Piqué, tras su paso por Industria es un habitual en consejos de administración de diferentes empresas y para distintos cargos. 

La fundación del PP ha echado a andar, por tercera vez, en pleno año electoral y solo como una colección de nombres más o menos reconocidos. El resultado de sus trabajos está por ver.