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CRÓNICA

La resaca catalana dinamita el tablero nacional

10 de marzo de 2021 23:01 h

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En política los guiones están para romperlos, en cuantos más pedazos, mejor. España se ha aficionado a ello. Por culpa del funcionamiento interno de los partidos, por la mediocridad de sus líderes, por las malditas primarias, por los regates cortos, por la inconsistencia de los gobiernos, por cuestiones personales, por intereses partidistas, por la ausencia de contrapesos, por el deterioro de las instituciones… Por decenas de motivos. 

No se explica de otro modo la onda expansiva provocada por la moción de censura presentada por PSOE y Ciudadanos para descabalgar al PP de los Ejecutivos regional y local de Murcia, donde populares y naranjas gobiernan en coalición desde las últimas municipales y autonómicas. La operación se llevaba en sigilo desde hace días y empezó a diseñarse entre los equipos de Pedro Sánchez e Inés Arrimadas inmediatamente después de las elecciones catalanas. Nada de lo que aconteció este miércoles y de lo que pueda pasar en adelante en la escena nacional se entendería sin Cataluña, sin el hundimiento allá de los naranjas el pasado 14F y sin los sobresaltos que provoca la aritmética parlamentaria o el miedo a ser barrido del mapa político. 

El caso es que lo de Murcia, consecuencia también de la corrupción del PP en la región, la presión de VOX para el veto parental y el escándalo de la vacunación irregular de cientos de cargos de la Consejería de Sanidad, era un torpedo en la línea de flotación del PP de Casado y en especial a su secretario general, el murciano Teodoro García Egea, embarcado en una operación para el control orgánico de los territorios. Génova entró en shock al conocerse la noticia y no se había repuesto del golpe todavía cuando Casado recibió una llamada de la madrileña Isabel Díaz Ayuso para comunicar –no consultar– su disposición a disolver el Parlamento de Madrid ante la posibilidad de que PSOE y Cs reeditasen la estrategia murciana en la Asamblea madrileña. Así que habrá elecciones anticipadas en Madrid el 4 de mayo si finalmente se deshace el galimatías jurídico que se desató, después de que socialistas y Más Madrid presentaran sendas mociones de censura contra Ayuso para impedir un adelanto electoral que les pillaba con el pie cambiado y en el caso de los socialistas sin candidato claro, ya que Ángel Gabilondo estaba de retirada y a la espera de nuevo destino como Defensor de Pueblo.

Un regate a la defensiva

El regate a la defensiva de Ayuso convertía en agua de borrajas su propia palabra: “Si hubiera convocado yo elecciones me llamarían insensata y tipa peligrosa”, dijo hace tan solo unas semanas en declaraciones a El Mundo. Ahora alega que no se puede permitir lo contrario y tampoco que “Madrid pierda su libertad” o “que suban los impuestos o entren a adoctrinar en los colegios”. Quiere “que los madrileños elijan entre socialismo y libertad”. El espectáculo del día tampoco deja en buen lugar a la izquierda madrileña, que en todos estos meses ha sido incapaz de impulsar una moción de censura y este miércoles registró no una sino dos en un intento desesperado por evitar la competición en las urnas. El laberinto jurídico sobre quién llegó primero al registro o en qué momento del día quedó disuelta formalmente la Cámara regional y, por tanto, no ha lugar una moción de censura se resolverá, presumiblemente, en los tribunales. 

Ayuso, en estado puro, añade en todo caso inestabilidad a la inestabilidad en medio de una pandemia, con la economía por los suelos, el paro desbocado y los hospitales desbordados aún por la COVID-19. “Un capricho irresponsable por motivos estrictamente personales”, dijeron sus socios de Ciudadanos pero que, en ningún momento, calibraron los estrategas 'monclovitas' de la moción murciana. Un equipo que sobre el papel también tramaba desde hace días otra moción contra el actual Gobierno de Castilla y León, una coalición entre PP y Cs, pero con fisuras notables en el grupo parlamentario naranja. La moción castellanoleonesa, que se anunció para evitar que el presidente Fernández Mañueco siguiese el ejemplo de Ayuso no está claro, sin embargo, que pueda salir adelante si no es por obra y gracia del transfuguismo.

La política española vuelve así a reinventarse en el caos. Repasen porque el cuadro es el que sigue: un gobierno en funciones en Catalunya y otro pendiente de celebrarlas o de someterse a dos mociones de censura en Madrid, otros dos que pueden cambiar de signo en las próximas semanas –Murcia y Castilla y León– y uno, el de España, que además de sus habituales desavenencias internas, se enfrenta a una amenaza seria de ruptura de ERC, uno de sus principales socios parlamentarios. Si se consolida el aviso de los republicanos, Sánchez tendrá  que reconfigurar el actual mapa de alianzas en el Congreso y buscar apoyo en Ciudadanos, un partido en clara descomposición que en las elecciones madrileñas, de celebrarse el 4 de mayo, se juega su supervivencia y tiene serias papeletas para no salir bien parado y ser engullido por el PP madrileño. El papel de Unidas Podemos se vería, además, disminuido por la capacidad del PSOE de practicar en el Congreso una nueva geometría variable.

Una victoria de Ayuso en Madrid si finalmente hay elecciones le obligaría en todo caso, tras la ruptura con los naranjas, a apoyarse en la ultraderecha de VOX a la que la presidenta madrileña parece no importarle haber unido su destino, pero que pulveriza de facto el enésimo viaje al centro de Pablo Casado y su decisión de apartarse de la senda por la que transitan los de Abascal. 

Por si había dudas de que la inquilina de la Puerta del Sol se representa solo a sí misma y a sus intereses personales, basta con repasar la reacción con la que su homólogo del PP en Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla,  rechazó el anticipo electoral en Madrid: “Este es un Gobierno serio. Los ciudadanos nos piden responsabilidad y que la legislatura dure cuatro años”. A buen entendedor… Feijóo lanzó un mensaje parecido.

Atentos porque con este mapa nacional de reconfiguración de bloques puede haber nuevos sobresaltos. Tantos que en el Congreso nadie se atreve siquiera a descartar un adelanto de las generales. No hoy, ni mañana, pero quizá a finales de año o principios de 2022. Veremos...

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