El presupuesto que las 16 agencias de espionaje de EEUU destinan a labores de inteligencia y lucha contra el terrorismo fue de 52.600 millones de dólares en el año fiscal 2013, según reveló hoy el diario The Washington Post, que cita nuevos documentos filtrados por el exanalista Edward Snowden.
Según el Post, que califica esta partida secreta como “presupuesto negro”, es la primera vez que la opinión pública tiene acceso con tanto detalle a los gastos, recursos y evaluaciones internas de la inteligencia estadounidense.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) es la principal beneficiaria de los fondos, con 14.700 millones de dólares para este año fiscal, seguida de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), con 10.500 millones de dólares.
En total, la comunidad de inteligencia de EEUU emplea directamente a 107.035 trabajadores, según los documentos.
“Las agencias de espionaje de EEUU han construido un coloso para la recogida de inteligencia desde los ataques del 11 de septiembre de 2001”, afirma el diario a la luz de los datos del presupuesto.
Pero ese coloso, añade, es “incapaz de proporcionar información crítica al presidente sobre una serie de amenazas para la seguridad nacional”, según se desprende de las evaluaciones incluidas en la documentación.
Aunque el Gobierno estadounidense ha divulgado regularmente desde 2007 el nivel global de fondos que destina a las actividades de espionaje, nunca antes se había publicado cómo se usa el dinero ni qué resultados se alcanzan.
El sumario del Programa Nacional de Inteligencia obtenido por el Post, de 178 páginas, detalla los éxitos, fracasos y objetivos de las 16 agencias federales que constituyen la “comunidad de inteligencia” en EEUU.
Las actividades de las agencias de espionaje de EEUU se coordinan en torno a cinco prioridades: combatir el terrorismo; detener la proliferación de armas nucleares y no convencionales; alertar a los líderes estadounidenses sobre eventos importantes en el extranjero; la defensa frente al espionaje extranjero, y la puesta en marcha de operaciones de ciberespionaje.
Entre estas “ciberoperaciones”, llevadas a cabo de manera conjunta por la CIA y la NSA, se incluyen “agresivos” esfuerzos para acceder a redes informáticas extranjeras con el fin de obtener información o sabotear sistemas enemigos.
Las operaciones de contraespionaje, por su parte, “están concentradas estratégicamente en torno a los objetivos prioritarios de China, Rusia, Irán, Cuba e Israel”.
De ellos, los responsables estadounidenses reconocen que China, Rusia e Irán son difíciles de penetrar y que desconocen prácticamente todo sobre las intenciones del líder norcoreano Kim Jong Un.
De acuerdo con este “presupuesto negro”, los programas de contraespionaje emplean a uno de cada cuatro trabajadores y reciben un tercio del total de los fondos.
Los documentos identifican, asimismo, ciertos “puntos ciegos”, elementos sobre los que EEUU no cuenta con información precisa, como la seguridad de los componentes nucleares mientras son transportados en Pakistán o las capacidades de la nueva generación de aviones de combate de China.
También se cita en esta categoría “la posible reacción de los lideres gubernamentales de Rusia a eventos potencialmente desestabilizadores en Moscú, como grandes protestas y ataques terroristas”.
Por último, el diario divulga documentos dedicados a la preocupación en el seno de la NSA acerca del “comportamiento anómalo” de su propio personal, y en 2013 se identifican cerca de 4.000 posibles amenazas internas relacionadas con la filtración de información sensible por parte de sus agentes.