Margarita Robles ha perdido una batalla al acometerse finalmente la destitución de Paz Esteban al frente del Centro Nacional de Inteligencia, pero ha puesto a una persona de su máxima confianza, como se ha encargado de remarcar. Esperanza Casteleiro, hasta ahora secretaria de Estado de Defensa, será la nueva directora del CNI, donde ya ocupó el puesto de secretaria general durante cuatro años, además de ser jefa de recursos humanos del organismo, jefa de su unidad de inteligencia contra el terrorismo y crimen organizado y directora de gabinete de la ministra.
Lo que ha intentado en todo lo momento la titular de Defensa en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros en el que se ha ejecutado el relevo es desvincular la decisión del escándalo del espionaje y ha llegado a decir que “no ha pasado nada”. También ha asegurado que no se trata de una “destitución” sino de una “sustitución”. En el discurso de la ministra no queda rasgo del “control interno” que el Gobierno anunció que llevaría a cabo en el CNI antes de tomar medidas.
No ha sido hasta la última pregunta de la rueda de prensa cuando Robles ha reconocido “errores”, aunque previamente había dicho que “hay motivos para la complacencia y el orgullo” con el trabajo de los servicios de inteligencia. “Hay cosas que son mejorables. Lo he dicho siempre como está pasando en todos los países del mundo”, ha afirmado prácticamente al final de la comparecencia en la que ha dicho que “aprendiendo de errores vamos a intentar que esos errores no se vuelvan a producir”. “No existe la seguridad plena como no existe la salud plena de las personas”, ha advertido.
Robles ha defendido el nombramiento de la que también fue su directora de gabinete“. ”Ella, como esos 3000 hombres y mujeres, es el CNI, una mujer que trabaja por una España que sea un punto de referencia a nivel internacional“, ha dicho Robles, que también ha agradecido el trabajo que en estos años ha desempeñado Paz Esteban, quien considera que continuará en el CNI a otro nivel dado que es una funcionaria de la casa. ”Es el momento de dar un impulso en unos momentos muy delicados como los que estamos viviendo“, ha señalado Robles, que ha tratado de justificar el cambio en la necesidad de imprimir un acelerón desde el punto de vista técnico a los servicios secretos.
A pesar de que Robles había desatado una batalla dentro del propio Gobierno para descargar la responsabilidad del CNI, se ha visto forzada a acometer el cambio que ahora defiende. Lo que tiene claro es que tiene “la plena confianza del presidente” ante las exigencias de dimisión que han llegado de prácticamente todos los socios de la coalición, incluido Unidas Podemos. “Llevo muchos años trabajando con él, es alguien a quien admiro y respeto y eso no me lo va a quitar nadie”, se ha reivindicado.: “Siempre he encontrado el apoyo del presidente y lo voy a seguir encontrando estando cerca de quienes sufren más y de los funcionarios de este país”.
Robles ha vuelto a justificar el espionaje a los líderes independentistas, en esta ocasión después de que en la comisión de gastos reservados del Congreso se revelara que uno de ellos había sido Pere Aragonès cuando era vicepresidente de la Generalitat. “Ignoro si vieron las autorizaciones judiciales pero estaban absolutamente motivadas”, ha dicho sobre la comparecencia en el Congreso de Paz Esteban en la comisión de secretos. La Ley obliga al CNI a pedir permiso a un juez del Tribunal Supremo para poder intervenir teléfonos, justificando los motivos y el plazo de tiempo por el que pretende hacerlo.
El Gobierno dará traslado a la Audiencia Nacional de las conclusiones del análisis llevado a cabo por el Centro Criptológico Nacional de los teléfonos de los miembros del gabinete. Además de los de Sánchez y Robles, hubo dos intrusiones al dispositivo del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en junio de 2021 en los que le robaron 6,3 gigas y 400 megas de información, respectivamente. En el caso del titular de Agricultura y Pesca, Luis Planas, se ha detectado un “intento fallido” en ese mismo mes, que coincidió con la crisis con Marruecos tras la acogida de Brahim Galli y que desencadenó una dejación en las fronteras por parte marroquí que acabó con la entrada en Ceuta de unas 10.000 personas en apenas 36 horas. La revelación del espionaje al presidente y los ministros la dio a conocer el propio Ejecutiva, un año después de que se produjera, en pleno escándalo por el espionaje a través del sistema Pegasus a decenas de independentistas. No obstante, el Gobierno evita señalar a Marruecos y dice que deja en manos de la Audiencia Nacional conocer el origen del ataque.