La primera sesión de control al Gobierno ha dado pistas sobre cuál será la tónica de la legislatura y el reparto de roles de todos los actores representados en el Congreso. La derecha se ha cogido a Venezuela como a un clavo ardiendo para atacar al Ejecutivo y ha aprovechado para vincular a Pablo Iglesias con el encuentro de José Luis Ábalos con la vicepresidenta de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez. El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana ha salido vivo de un pleno en el que Pedro Sánchez ha tendido la mano al PP para posibles entendimientos y ha sacado la artillería contra la extrema derecha de Vox.
“Entendía que, después de dos elecciones generales y de haber perdido cinco elecciones en un año, iba a cambiar de estrategia de oposición; pero veo que sigue pertinaz en la estrategia de confrontación y crispación”, ha comenzado el presidente en su respuesta a Pablo Casado durante la sesión de control. Sánchez le ha invitado a alejarse de la extrema derecha y “dar una oportunidad al reencuentro, al entendimiento y el acuerdo”. El socialista ha instado al jefe de la oposición a ser “valiente” y “no dejarse llevar por quienes quieren una deriva extremista”.
“Haga una oposición de Estado, no sea el eco de la ultraderecha, sea el eco de los millones de españoles que votaron una opción moderada en el PP”, expresó Sánchez, que tendió la mano a Casado para llegar a acuerdos en asuntos como el conflicto territorial, el Pacto de Toledo o la renovación de organismos constitucionales como el Consejo General del Poder Judicial frente a la dureza en el discurso que mantienen los conservadores desde la misma noche electoral.
El tono del presidente ha sido radicalmente distinto en su rifirrafe con Santiago Abascal. Frente a la posición que mantuvo Sánchez en los debates electorales, en los que intentó no confrontar con Vox para ignorar la presencia de la extrema derecha, ahora ha optado por entrar en el cuerpo a cuerpo con Abascal, a cuyo partido ha acusado de “solo saber hacer ruido”.
Sánchez ha aprovechado su primer cara a cara con el líder de la extrema derecha para echarle en cara algunos de sus planteamientos ideológicos. “La ultraderecha hasta incluso nos conmueve: se hacen pasar por amigos de Venezuela pero aquí estigmatizan a los inmigrantes como si fueran culpables de todos los males de España”, ha expresado antes de reprochar al presidente de Vox su proximidad al Gobierno golpista de Bolivia al tejer “diplomacias paralelas (...) que estigmatizan la acción y la democracia del país al que aspiran a representar”. La formación ultra alcanzó un acuerdo con el gobierno boliviano para investigar la presunta financiación a Podemos.
Ademas, Sánchez ha contraatacado con algunas de las polémicas de Vox. “Dicen ser un partido defensor de España, pero financiado con dinero iraní”, le ha espetado a Abascal, a quien advertido de que tendrá que dar “muchas explicaciones”. Y en respuesta al tema por el que ha preguntado el líder de Vox, el encuentro de José Luis Ábalos con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, que ha copado la práctica totalidad de la sesión de este miércoles, Sánchez ha aprovechado para sacar a colación las irregularidades de la portavoz de la Asamblea de Madrid al inicio de su carrera profesional como arquitecta: “El interés que tienen por Venezuela es tan falso como los visados de la señora [Rocío] Monasterio”.
En Moncloa confirman que el tono de Sánchez estaba perfectamente medido en esta sesión de control en la que pretendía marcar cuál será la tónica de la legislatura. “Hoy era la primera página de un libro”, ejemplifican en la presidencia del Gobierno. Así, sostienen que el Ejecutivo mantendrá la “mano tendida” al PP para los grandes temas y le invitan a hacer “una oposición de Estado y no una oposición al Estado”. “Se lo ha reiterado una vez más y le está avisando de lo que tiene al lado”, especifican sobre el seguidismo que observan de Casado a la extrema derecha. “A Vox se le va a medir y tratar como se ha hecho hoy”, aseguran en Moncloa.
El PSOE ha dado muestras de que impondrá un cordón sanitario a la extrema derecha en las instituciones. Así, en la negociación de las mesas de las comisiones parlamentarias -los órganos que organizan la actividad legislativa de manera sectorial y cuyos integrantes cobran un plus mensual respecto a la asignación básica de los diputados- Rafael Simancas advirtió a los conservadores de que si cedían puestos a Vox haría lo posible por arrebatarles el máximo de presidencias jugando con la aritmética del PSOE y sus aliados en las votaciones. La extrema derecha se quedó fuera de todos esos órganos.
Detrás del ofrecimiento de diálogo al PP está también el juego de mayorías que requiere el Gobierno para sacar adelante determinadas iniciativas que requieren tres quintos del Congreso y para las que la connivencia de los de Casado es necesaria. Se trata de la renovación de algunos órganos constitucionales como el CGPJ, que lleva en funciones más de un año compuesto por mayoría conservadora, o el Defensor del Pueblo, cuyo mandato también ha caducado y donde el PSOE quiere situar a Ángel Gabilondo. Al primero se ha referido específicamente Sánchez en su interpelación a Casado y el Gobierno en pleno lo ha hecho en las últimas semanas después de que el Poder Judicial se convirtiera en un foco de oposición al Ejecutivo.
También para algunas iniciativas legislativas o parlamentarias el Gobierno quiere contar con el consenso del PP. Por ejemplo, en el caso del Pacto de Toledo para la sostenibilidad de las pensiones, cuya puesta en marcha ya partió de un entendimiento entre las distintas fuerzas políticas, o la lucha contra la violencia machista. El Pacto de Estado contra la Violencia de Género fue un hito de la anterior legislatura y los socialistas confían en ir de la mano con todos los partidos -a excepción de Vox al que dan por perdido- en ese combate.
También la política exterior es una cuestión con la que los socialistas esperan contar con el PP, aunque es un tema que se resiste, como han demostrado los conservadores ante el encuentro de Ábalos con la vicepresidenta venezolana, que han aprovechado para azuzar el Ejecutivo. “Han puesto en cuestión la credibilidad de España, han querido enfrentarnos a EEUU en un momento en que los aranceles están en juego. Nos han querido enemistar con los socios de la UE”, ha reprochado Ábalos a la bancada de la derecha en el debate de la interpelación urgente que ha defendido Cayetana Álvarez de Toledo.
Y otro de los temas en que el Gobierno aspira a contar con un cierto respaldo del principal partido de la oposición es Catalunya. Sin embargo, los de Sánchez son conscientes de que, al igual que le ocurrió a José Luis Rodríguez Zapatero, el PP hará toda la campaña que pueda contra el Ejecutivo. En su comparecencia para fijar las líneas generales de su departamento, la vicepresidenta Carmen Calvo ha hecho una alusión en esa dirección al defender el “compromiso legítimo de dialogar con las instituciones de Catalunya nacidas de nuestro orden constitucional de forma legítima y franca”: “Habrá un lema de lo que vamos a vivir. Tendremos que hablar todos con todos y de todo. Eso es hacer política. Para eso estamos aquí y para eso va a estar el Gobierno. No hay más que una manera de allanar la situación en Catalunya, solo cabe una opción: encontrar caminos acordados”.
También el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, reconoció que es “muy difícil” lograr una solución al conflicto político en Catalunya sin el concurso del PP, aunque dejaba la responsabilidad en Sánchez. “Sin el Partido Popular es complicado. Ahora, evidentemente, no forma parte de nuestra responsabilidad ni de nuestro horizonte. Creo que este país se merece de una vez por todas una derecha domesticada, una derecha europea, una derecha decente -expresó en una entrevista en eldiario.es-. Y vemos que el Partido Popular tiene que hacer una reflexión interna bastante importante y es que si sigue comportándose como Vox, la pregunta es quién les votará a ellos si pueden votar a Vox”.
Calvo ha advertido al PP de que si hace una dejación de funciones respecto a la búsqueda de una solución al conflicto territorial. “Esta es una realidad y es una realidad que tampoco es nueva en la historia y tampoco es reciente y quien no quiera mirarla no está cumpliendo con sus funciones. No será el caso del Gobierno”, ha zanjado.