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Sánchez enarbola la bandera de la socialdemocracia y se presenta como heredero de González y Zapatero

Irene Castro

17 de octubre de 2021 14:10 h

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“Cada día de este mandato que me disteis he tenido un norte: preservar el papel de la socialdemocracia”. Hace cuatro años Pedro Sánchez se reivindicaba como la izquierda y ahora confiesa que la receta socialdemócrata es la que ha impregnado su mandato al frente del PSOE y también del Gobierno. Hasta una veintena de veces ha enarbolado esa bandera en su discurso de cierre del 40º Congreso que pasará a la historia por ser el del reencuentro -ha habido besos y abrazos tras la pandemia y años de luchas encarnizadas en el socialismo-. Y esa es la otra pata que ha ensalzado el líder socialista, la unidad del partido. “Un partido unido y fuerte. Más fuerte porque está más unido”, le ha dicho a los cerca de 9.000 militantes que han acudido al cónclave festivo en Valencia en el que los socialistas ponen rumbo al ciclo electoral de 2023 en un momento en el que las encuestas no son favorables. 

Sánchez ha conseguido lo que hace un tiempo era impensable: reunificar al partido y conseguir el apoyo de Felipe González, que le mostró su “lealtad” y “disponibilidad” en la inauguración, y también de José Luis Rodríguez Zapatero, con el que había recuperado los lazos hace más tiempo. El secretario general del PSOE les ha reivindicado -al igual que a Alfredo Pérez Rubalcaba, homenajeado unos minutos antes de que él subiera al estrado, o a Joaquín Almunia- y se ha proclamado heredero de su legado. 

El presidente del Gobierno se ha comprometido ante un público entregado a “continuar el trabajo” y el “guion” que le marcaron sus antecesores. Aunque ha reconocido que en los seis años que lleva al frente del partido ha cometido “errores”, se ha mostrado convencido de haber logrado lo “esencial” al mantener “vivo” el proyecto. “¡La socialdemocracia goza de una salud de hierro!”, ha dicho frente a quienes la dieron por muerta a su izquierda y a su derecha mientras que ahora va ganando peso en Europa con victorias como la de Olaf Scholz en Alemania. En el cierre del congreso, los socialistas recibieron el calor vía vídeo de importantes dirigentes de su cuerda, como el brasileño Lula da Silva o el portugués Antón Costas.

Pero Sánchez ha optado por un discurso en clave nacional para mostrar el “orgullo de España”, pero sobre todo de su partido. “Ahora resulta que los que nos acusaban de ser socialdemócratas nos reprochan ahora no ser lo bastante socialdemócratas”, ha ironizado en respuesta a Pablo Casado, a quien a diferencia de otros discursos ni siquiera ha mencionado. “Es desde aquí, desde la socialdemocracia, desde donde realmente se cambia la vida de la gente, desde donde de verdad se cambia el mundo. Es verdad que lo hacemos con más con persuasión que con gritos, con más fuerza de la perseverancia y de la determinación que las llamaradas de cólera”, ha afirmado. 

“Se llama socialdemocracia”

“Desde posturas impacientes acusaron a Felipe y José Luis de no haber hecho nada porque no lo hicieron todo. Cierto, no lo hicieron todo, pero hicieron mucho, e hicieron lo mejor que tenemos, aquello en lo que podemos apoyarnos justamente para hacer frente a las dificultades y seguir avanzando. Hicieron los avances que mejoraron la vida de todos”, ha expresado Sánchez, para quien ese legado ha servido como base para encarar las dificultades como la pandemia. El presidente ha puesto en valor las medidas con la que España ha luchado contra la pandemia -los ERTE, la vacunación “por orden de necesidades médicas y no del tamaño de las carteras, la eutanasia, la subida del SMI o el Ingreso Mínimo Vital...-: ”Eso, que a muchos les parecerá de sentido común, eso es la socialdemocracia“. 

“Eso se llama socialdemocracia”, ha repetido en un discurso en el que ha hilado el pasado y el presente -comparando lo que lleva de mandato con “conquistas” históricas de los socialistas como el sistema nacional de salud, el fin de la violencia de ETA, la ley de violencia de género, la de igualdad o al matrimonio igualitario, entre otras-. Sánchez se ha defendido de quienes le acusan de haberse lanzado a por el voto joven con medidas como el bono para vivienda o el cultural y ha asegurado que también González y Zapatero -a quienes también ha citado decenas de veces- sufrieron ese tipo de ataques: “Cuando faltan ideas poderosas, se sustituyen por los insultos y descalificaciones, por la violencia verbal o de la otra. Y esas descalificaciones, esas palabras gruesas que nos niegan, son lo que estamos recibiendo. Eso es lo que recibió Felipe, lo que recibió José Luis y lo que ahora recibimos nosotros”. 

Como les ocurrió a sus sucesores, ha recordado Sánchez, la derecha le acusa también de “romper España”. Y es ahí donde ha lanzado un dardo al PP al reiterar que no fue a su Gobierno al que le declararon la independencia unilateral de Catalunya y ha aprovechado para reiterar el compromiso de los socialistas con el fin del conflicto territorial a través del diálogo: “Cuando otros se hayan cansado de odiar, seguiremos trabajando por la convivencia entre catalanes”. Aunque tampoco ha profundizado, Sánchez tiene claro que ese diálogo tiene como límite la Constitución y ha aplacado los ánimos internamente al abandonar la idea de la plurinacionalidad que removió las aguas hace cuatro años.

Un Sánchez convencido de que la receta socialdemócrata a la salida de la crisis reforzará a los socialistas se ha reivindicado frente a otras formaciones que izan banderas como el feminismo o el ecologismo. Pero sobre todo ha cargado contra la derecha, cuyo proyecto, ha asegurado, ha “fracasado”. “El objetivo de la ultraderecha y del trumpismo no es reformar para mejorar las instituciones democráticas sino quitarles el poder a las instituciones democráticas -ha señalado-. Desprecian la política y a los políticos, pero quieren el poder, un poder sin democracia”. 

Compromiso de abolir la prostitución

El líder del PSOE ha advertido de que el auge de la extrema derecha en España “arrastra” a la derecha a una labor de oposición que supone un cuestionamiento del sistema e incluso del pacto constitucional en un momento en el que su partido plantea cinco modificaciones de la Carta Magna e incluso ha destinado un área a la reforma en la dirección del partido, que llevará el hombre fuerte en el Gobierno, Félix Bolaños, pese a la imposibilidad de llevarlas a cabo el panorama político actual. “Empecemos a soñar cosas que pueden parecer utópicas pero que el día de mañana estarán en el BOE”, expresó Bolaños en una mesa redonda sobre derechos y libertades el sábado. 

Sánchez ha aprovechado precisamente el primer gran acto de la nueva etapa del PSOE para marcar la hoja de ruta que seguirán los socialistas hasta el ciclo electoral que se avecina -y que es poco alentador para ellos en Andalucía, donde comenzará-. Entre las recetas, más socialdemocracia para “avanzar” -que ha sido el lema- y entre los compromisos concretos, el presidente enumeró el fin de la reforma laboral -que en la inauguración le recordaron los sindicatos- y de la ley mordaza, y el adquirido formalmente en el 40º Congreso: una ley integral para abolir la prostitución. Ha sido uno de los momentos más ovacionados de su intervención.

Sánchez ha puesto el sello al “congreso de la unidad” del PSOE poniendo el broche a una renovación del partido que comenzó con los cambios en el Gobierno en el mes de julio. La Ejecutiva, a la que se incorporan seis ministros y que tendrá integración de lo que antaño fueron distintas sensibilidades, ha recibido el respaldo abrumador del 94,94% de los delegados. El líder socialista sale, como se esperaba, entronizado y reconciliado con los suyos. “En los momentos más oscuros, supe que no estaba solo. Que os tenía a mi lado a todos vosotros. Me disteis la fuerza que necesitaba para tomar decisiones tan complejas y difíciles, como fue el confinamiento”, ha expresado un Sánchez que se caracteriza por su talante frío, pero que en esta ocasión ha tenido momentos para la emoción al referirse de las “noches largas” de la pandemia.