¿Un paso al lado? ¿Un paso atrás? Un paso al frente. Hay Pedro Sánchez para rato. El presidente del Gobierno clausuró este domingo el 41 Congreso Federal del PSOE, tras ser elegido con un 90% del apoyo de los más de 1.000 delegados que participaron en el cónclave. Y lo hizo con una arenga a cuadros y militantes con la que levantó la baja moral que se respiraba durante todo el fin de semana en el cónclave celebrado en Sevilla. Por la ofensiva judicial, por la campaña de acoso y derribo de la derecha político-mediática, por la propagación de bulos, por la falta de debate interno, por la ausencia de ideas o por lo que sea…
Sin mencionar ni una sola vez a los jueces y tampoco a Alberto Núñez Feijóo, sus casi 50 minutos de discurso fueron la única carga ideológica que se escuchó en los tres días de un congreso del que nadie salía demasiado satisfecho. Pedro Sánchez hizo una defensa radical de lo público en un marco en el que proclamó su fortaleza para seguir hasta 2027. El mensaje fue nítido, rotundo e inequívoco: “Tengo ganas, ilusión y más fuerza que nunca”. Si hay quien piensa que, tras las dudas de los 5 días de abril, 10 años como secretario general y casi 7 de presidente del Gobierno, el inquilino de La Moncloa flojea, se equivoca. Ni se quiebra, ni se rinde, pese a sentirse víctima del “odio y los odiadores”.
Sánchez ha decidido que no es momento de tirar la toalla y tampoco de amilanarse. Y eso que recordó que en el último año, “los intolerantes nos han acosado con bulos y campañas de desinformación por tierra, mar y aire. Han vandalizado nuestras casas del pueblo. Han llegado incluso a la agresión verbal y física. Han atacado la memoria de un partido intachable, que se jugó la vida por la libertad y la democracia en España”.
“Podría pensarse que si nos atacan tanto es porque se sienten fuertes y nos ven débiles, pero es justo al revés. Nos acosan porque saben que el PSOE se ha convertido en un referente y en un baluarte de esperanza. No sólo para millones de personas en España, que están viendo cómo este gran partido mejora sus vidas; sino para las fuerzas progresistas de toda Europa y el mundo, que nos miran y ven en nosotros un modelo a seguir y una fuente de fortaleza”, proclamó ante un plenario entregado y al que por unos minutos logró inyectar un chute de optimismo.
Los congresos del PSOE se sabe cómo empiezan, pero nunca cómo acaban. Y, desde luego, el cuadragésimo primero pasó en cuestión de horas de la resignación a la euforia cuando su líder recordó a los delegados y observadores que el adversario no les perdona “la victoria de la moción de censura de 2018, ni que ganáramos en 2019… Ni por supuesto perdonan ¡menudo disgusto se llevaron! Ganar el 23-J de 2023”. Y sobre todo cuando puso en valor la militancia de un partido que “siempre da la cara”. En los buenos momentos. Y en los malos, cuando hay que defender la verdad frente a la mentira, la democracia frente al autoritarismo y la buena gestión frente a la negligencia, como ha hecho la delegada del Gobierno en Valencia, Pilar Bernabé“ ante la crisis de la DANA.
Tampoco quiso obviar el complicado tablero internacional y el papel que ha de jugar la socialdemocracia (“hablo de erradicar la pobreza y la violencia, de la gobernanza humanista, de la Inteligencia Artificial, de los flujos migratorios o la emergencia climática”), así como de las banderas a enarbolar por los socialistas españoles para dar respuesta al “escalofriante auge de los valores autoritarios de la internacional ultraderechista” que en Europa ha duplicado sus apoyos en la última década y entrado ya en cientos de gobiernos nacionales, regionales y municipales.
Un líder sin contestación interna y sin relevo a la vista
En España, recordó que lo ha hecho de la mano del que fuera un partido de Estado que, según sus palabras, no sólo “ha renunciado a dar la batalla de las ideas contra la ultraderecha, sino que las ha abrazado”. Se refería al PP, claro, a los “conservadores que están dejando caer la democracia frente a la deriva autoritaria” y a los liberales que “han pervertido sus principios para caminar al lado de propagadores del odio”. Un tándem que, sentenció, “supone una clara amenaza” ante la que hoy es más evidente que nunca, que en España, Europa y el mundo solo hay dos caminos: “El del odio o el de la esperanza; el del pasado o el del futuro; el de la ultraderecha -y la derecha rehén de ella- o el de la socialdemocracia”.
Para cuando Sánchez gritó que ser socialista es estar en el lado correcto de la historia, el plenario ya estaba entregado a un líder que, como quedó demostrado de nuevo en el 41 Congreso Federal, sigue sin contestación interna ni relevo a la vista. Fue en ese instante en el que se erigió en faro e inspiración de la socialdemocracia global, después de recordar los tiempos en los que el PSOE miraba a sus partidos hermanos centroeuropeos y escandinavos “con envidia y admiración para traer a España sus políticas y es la inspiración para otros. Hoy somos un pilar de la socialdemocracia en Europa y en el mundo. Nos toca asumir esa responsabilidad histórica. Y por eso, estamos obligados a innovar y a acertar”.
Fue así cómo Sánchez cambió el estado de ánimo de las jornadas anteriores y pasó a la ofensiva para elevar la moral de la tropa que acabó puesta en pie y con el puño en alto mientras sonaba la Internacional. “Este es el congreso del orgullo y la ambición de lo que está por venir. Nos toca poner de moda el optimismo (...) El gris del pesimismo de los cenizos que se le quede la derecha. Y no vamos a reducir el paso, sino a acelerarlo con más fuerza si cabe. ¿Quién va a defender la democracia, sino los socialistas? ¿Quién va a defender el trabajo y los salarios dignos, la vejez digna, la igualdad, el derecho a la vivienda, la justicia social y el fin de los privilegios?”.
Y aún dijo más: “Por eso quieren tumbarnos. Y por eso nos toca avanzar. A cada ataque suyo, una política progresista como respuesta a aprobar en el BOE: ¿Atacan al feminismo? Responderemos con la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. ¿Atacan la reforma laboral? Impulsaremos la reducción de la jornada laboral. ¿Atacan la ley de vivienda? Prohibiremos la venta de viviendas públicas a fondos buitre. ¿Señalan a las personas migrantes o estigmatizan al colectivo LGTBI? Nosotros defenderemos que la diversidad hace sociedades más fuertes, ricas y tolerantes. ¿Siembran dudas sobre la sostenibilidad de las pensiones? Año a año llenaremos la hucha de las pensiones al tiempo que revalorizamos las jubilaciones. ¿Llaman dogmatismo climático a la emergencia climática? Nosotros continuaremos reindustrializando y descarbonizando nuestra economía desde la justicia social y territorial”.
El recién reelegido líder de los socialistas empleó un tono más propio de una inminente campaña electoral para animar a los propios, e incluso introdujo el compromiso de crear una gran empresa de vivienda pública para “construir y gestionar” y dar respuesta a la emergencia habitacional de miles de españoles que es, sin duda, el problema que inquieta a la ciudadanía ante la imparable escalada de precios del alquiler o la compra.
Dispuesto a poner las luces largas y con todos los barones territoriales allí presentes - con la excepción del aragonés Javier Lambán y el castellano-manchego Emiliano García Page- animó al PSOE a pensar ya en las próximas autonómicas y municipales y se fijó como objetivo recuperar el poder territorial que los socialistas perdieron en 2023. “Este es un partido de ganadores. Aquí no se viene a soñar utopías, sino a hacerlas realidad. Somos la izquierda sin nostalgia porque lo que vendrá será muchos mejor. Y tenemos una sola prioridad, volver a ganar las autonómicas, municipales y generales de 2027. Esa es la prioridad. Y aunque nos golpee y eleven aún más el ruido con la máquina del fango, al infame grito de Aznar de quien pueda hacer que haga, responderemos con quien pueda votar, que vote para que haya gobiernos progresistas”.
Se da la circunstancia además de que el diseño de la nueva Ejecutiva Federal, con la que Sánchez se ha revestido de su núcleo duro e incorporado algunas caras nuevas de los territorios, refleja ya algunas de las pugnas por los liderazgos de las diferentes federaciones y cuál será la posición de la dirección ante las primarias previas a los congresos regionales. Quienes han entrado en la nueva dirección como cuota de Aragón, Castilla-La Mancha y Castilla y León al menos proceden del sector crítico a los actuales secretarios generales, como es el caso del leonés Javier Cendón, enfrentado a Luis Tudanca, a quien en Madrid dan por amortizado.
Desde hoy mismo, empieza la batalla por los liderazgos territoriales. Y los congresos regionales no serán, salvo alguna excepción, un paseo militar sin apenas cambios orgánicos como ha sido el de este fin de semana.