Sin haberla pronunciado hasta la fecha, Pedro Sánchez ha comenzado ya a recorrer el camino dialéctico que llevará en las próximas semanas al Gobierno que preside y al partido que dirige a defender con vehemencia una ley de amnistía en Catalunya, rechazada de manera sistemática por el PSOE hasta que las urnas dictaron sentencia el 23 de julio. “Confío en que podamos conformar un Gobierno de coalición progresista para ampliar avances sociales, para preservar y perseverar en esa línea de convivencia que comenzamos hace cuatro años y para completar la superación de discordias pasadas”, dijo el presidente en funciones durante su comparecencia de este martes ante la prensa.
En torno a ese espíritu de borrón y cuenta nueva sobre “discordias pasadas”, en referencia al choque político e institucional que supuso el referéndum del 1-O y la posterior declaración unilateral de independencia, articuló Sánchez su discurso tras ser designado candidato a la investidura. “Fue una crisis que no trajo nada bueno y de la que nadie puede sentirse orgulloso, desde luego yo no me siento orgulloso. Lo que he hecho ha sido tratar de superar esa situación y provocar un reencuentro entre catalanes y entre las instituciones catalanas y el resto de la sociedad española”, argumentó.
El líder del PSOE apeló a la “responsabilidad” del conjunto de fuerzas parlamentarias, en general, y de las independentistas catalanas, en particular, para “traducir la mayoría social expresada el 23 de julio en una mayoría parlamentaria que permita un Gobierno de progreso”. “Es la hora de la política, es la hora de la generosidad”, reivindicó.
A pesar de las turbulencias que provocó a finales de la pasada semana la resolución conjunta en el Parlament de Catalunya de ERC y Junts en la que reclamaban al Gobierno central “pasos” hacia un referéndum de autodeterminación, todas las fuentes consultadas implicadas en la negociación al más alto nivel coinciden en concluir que, en lo básico, nada ha cambiado ni empeorado sustancialmente en los últimos días.
Tanto en el PSOE como en el independentismo catalán, y a pesar de las puestas en escena o las retóricas, asumen que el terreno de juego es la amnistía y no un referéndum de autodeterminación ni nada que, siquiera, se le parezca. “No es solo por los límites que marca la Constitución, sino por convicción política. Un referéndum es contrario a lo que he defendido siempre con mi palabra y con mi actuación. Los socialistas somos los del sí a la convivencia y a la reconciliación. El marco será, como siempre que ha gobernado el PSOE, la Constitución”, repitió Sánchez en varias ocasiones durante su comparecencia posterior a la reunión con Felipe VI.
Una investidura sin fecha
Una vez consumado el fracaso de Alberto Núñez Feijóo y tras la nueva ronda de consultas, el rey trasladó a la presidenta del Congreso la designación de Pedro Sánchez como candidato a una investidura que afrontará, en primer término, con un ciclo de reuniones con los grupos políticos del Congreso. Esos contactos comenzarán este miércoles en la Cámara Baja con su vicepresidenta y líder de Sumar, Yolanda Díaz, e incluirán a representantes de todos los partidos a excepción de Vox.
En eso invertirá Pedro Sánchez esta semana y la que viene, según confirmó él mismo durante su rueda de prensa y con los paréntesis de la cumbre europea de este jueves y viernes en Granada y de la festividad del 12 de octubre de la semana que viene. A partir de ahí, los planes pasan por calcar casi al milímetro la exitosa senda que, según los socialistas, resultó ser la gestión de los indultos a los líderes del procés, a los que el propio presidente aludió en su alocución de manera recurrente.
“Cuando tomé la decisión de los indultos yo confiaba en los efectos beneficiosos que tendrían en la convivencia en Catalunya. Entonces confiaba, pero hoy puedo constatar que esa decisión fue acertada y bien tomada en aras del interés general”, defendió. El plan de Ferraz pasa por seguir paso a paso aquella hoja de ruta, tanto en lo que se refiere a la estrategia comunicativa que encabezó el presidente en primera persona para explicar la medida de gracia como a los pasos que aceptó dar la otra parte.
Entonces, el líder de ERC, Oriol Junqueras, publicó una carta en la que rechazaba expresamente una vía unilateral como la desplegada en 2017 por no ser “ni deseable ni viable”. El reto ahora es aún más delicado y complejo: que el hombre que llegó a declarar la independencia de Catalunya sea quien afronte un paso equiparable al que dio su exvicepresident.
En el PSOE mantienen vivo el optimismo de conseguir ahormar la mayoría parlamentaria necesaria para que Pedro Sánchez sea reelegido presidente. Sin embargo, todo el mundo en la calle Ferraz se tienta la ropa antes de lanzar las campanas al vuelo.
Según fuentes de la negociación, las líneas maestras de un acuerdo político que implique una ley de amnistía ya están habladas y, en lo fundamental, avanzadas en sus términos generales con Carles Puigdemont. Pero la sombra del proceso traumático de 2017 sigue siendo alargada. Entonces también estaba todo hablado, recuerdan en Ferraz, y Puigdemont se disponía a abandonar la vía de la ruptura y a convocar elecciones. Hubo incluso quien lo dio por hecho en público. También quien empujó hacia el precipicio. Y el ahora líder de Junts acabó declarando la independencia.
El objetivo de Pedro Sánchez para el paso que se dispone a dar ahora, acuciado por una mayoría parlamentaria aún más delicada y raquítica que la de la pasada legislatura, es poner, por fin, punto y final a aquella fractura. “Un conflicto político tiene que resolverse desde la política y no puede resolverse en otros ámbitos”, concluyó el presidente su intervención.
Mientras, la derecha avanza que plantará cara a esos planes en todas partes. El Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta, ya aprobó este martes una primera enmienda en contra de la amnistía. El domingo la presión se trasladará a la calle con una manifestación en Barcelona donde ya ha confirmado su presencia la plana mayor del PP, con su líder, Alberto Núñez Feijóo, a la cabeza, y en la que volverán a coincidir con Vox, sus socios de Gobierno en todas partes. Y el propio Abascal avisa de que no será una marcha puntual: “El pueblo español tiene el derecho y el deber de defenderse del golpe a la igualdad, al Estado de Derecho y a la nación que prepara Sánchez desde La Moncloa. Es necesaria la movilización permanente”.
Antes incluso de acudir a la de Barcelona, al derecha y la ultraderecha programan ya otra manifestación el 29 de octubre en Madrid. En el PSOE asumen que la oposición que tendrán enfrente no dará tregua alguna y que hará de la política territorial y de la futura ley de amnistía el principal campo de batalla. “Si dijeron algo los españoles en las urnas es que no se puede ser presidente sin entender la pluralidad del parlamento y la diversidad territorial de la nación”, se sacudió las críticas de sus contrincantes el presidente del Gobierno dando por descontado e incluso asumiendo que, en adelante, arreciarán.