Nadia Calviño, recibiendo un premio de un 'think tank' norteamericano en Nueva York. Nadia Calviño, dando entrevistas a CNN y Bloomberg. Nadia Calviño, interviniendo en varios mítines en la campaña electoral del 28M. Nadia Calviño, en una rueda de prensa en la sede del PSOE. Nadia Calviño, reclamando un debate al Partido Popular sobre economía en la campaña de julio. En las últimas semanas, somos testigos de una sobredosis de la vicepresidenta económica y lo que falta por ver, a pesar de que no será candidata en las elecciones ni tiene intención de afiliarse a los socialistas.
Pedro Sánchez lo tiene claro. “Nosotros tenemos a Nadia, ellos tienen a nadie”, refiriéndose al PP. El PSOE provoca al PP para que se atreva a enfrentarse a Calviño en un debate mano a mano con quien decida representar al partido de Feijóo, que carece de un referente del que se pueda suponer que ocupará la cartera de Economía en un hipotético Gobierno. Juan Bravo es quien se ocupa de ese departamento en la Ejecutiva del PP, pero hay largas épocas en las que está desaparecido.
La ausencia de Calviño de las listas electorales sólo confirma que no tiene intención de permanecer en la política española si el PSOE pierde las elecciones. En ese caso, volverá a Bruselas o buscará un puesto en una institución internacional o en la empresa privada. Todas esas opciones le parecerán mejores que ocupar un escaño en la oposición.
No se puede negar que la aparición de la vicepresidenta este lunes en una rueda de prensa en Ferraz no era nada habitual. El Gobierno necesita que Calviño salga hablando en los medios sobre economía, porque esa es la carta sobre la que se montará la campaña socialista. No debería realizar esa función desde el Ministerio de Economía por razones legales, así que la opción de la sede central del PSOE valía como sustituto.
Para comprobar hasta qué punto su presencia tenía que ver con la campaña socialista, sirva esta frase que ofreció cuando un periodista le preguntó por la aportación de Podemos en las medidas de las que estaba presumiendo: “El socio minoritario no ha tenido prácticamente influencia en la política económica”, dijo. Es una afirmación osada a menos que se crea que la reforma laboral tiene poco que ver con la economía.
Ya con todos metidos en la campaña, Moncloa quiere hablar lo menos posible de sus socios de la izquierda. Como si no existieran. Calviño lo sabe y aplicó el manual de combate como buen soldado que es, añadiéndole un toque de arrogancia.
La película 'Calviño a la vez en todas partes' ha tenido esta semana nuevas sesiones en entrevistas en 'El intermedio' y Onda Cero. En el programa televisivo no fue entrevistada en directo en el plató, porque una cosa es tener que salir en televisión y otra responder a los chistes de Wyoming, y Calviño no está para todo.
Al final, el momento más humorístico ocurrió en el programa de Carlos Alsina. Un tertuliano dio por hecho que el relevo de Sánchez al frente del PSOE será Calviño y esta hizo auténticos esfuerzos para no reírse de él: “Es una pregunta tan absolutamente inesperada y descabellada”. Por no hablar de que sería un mal servicio a su jefe si aceptara la idea como hipótesis.
La vicepresidenta no es alguien con quien haya sido fácil convivir en el Gobierno. Lo saben las ministras de Unidas Podemos, pero también Reyes Maroto, ministra socialista de Industria hasta hace unos meses. Acostumbrada a las guerras burocráticas de Bruselas y a ser la vigilante estricta de los presupuestos de los gobiernos europeos, Calviño ha demostrado que es un mal enemigo. Subestimarla es un error que han pagado unos cuantos.
Las apariciones de Calviño ya han causado cierta preocupación en el PP. Estas cosas se suelen notar por el nivel de furia de la reacción. Cuando incluyen amenazas es porque hacen daño o no pueden quedar sin respuesta. “Apuntadlo para cuando pida apoyo para continuar su carrera personal por el mundo. Quien fuera habla mal de la mitad de los suyos no merece representarnos a todos en ningún organismo exterior”, escribió Esteban González Pons, uno de los dirigentes del partido más cercanos a Alberto Núñez Feijóo.
González Pons fue más ocurrente cuando denunció que Calviño está “hablando mal en el extranjero del próximo Gobierno de España”. Eso es exactamente lo que el PP ha hecho tanto con Pablo Casado como con Feijóo en sus viajes a Bruselas para cargar contra el actual Gobierno de España, incluso sosteniendo que está malversando las ayudas millonarias de los fondos europeos. La Comisión Europea no les ha hecho mucho caso, aunque no se puede negar la insistencia del PP en la tarea.
Hay situaciones en que Calviño lo tiene fácil. Feijóo sale hablando de las señales de “estancamiento” de la economía y a los pocos días el BBVA eleva la previsión de crecimiento para España por encima incluso de las del Gobierno. Ni los bancos se creen los augurios del líder del PP.
La mayor agresividad de Calviño en la defensa del Gobierno a lo largo de la legislatura dejó perpleja a una parte de la derecha mediática, que confiaba en que ella fuera una especie de agente infiltrado en el Consejo de Ministros. Se ha llegado a escribir sobre “la podemización de Calviño”, un nivel de despiste periodístico fuera de toda realidad.
En realidad, la vicepresidenta fue un dique ante varias propuestas que procedían del socio del Gobierno. No pudo detenerlas todas, pero no cabe duda de que se esforzó. En 'El intermedio', se vio su escaso interés en cargar contra las empresas cuando le preguntaron por la influencia decisiva de los beneficios empresariales en la inflación. La única novedad que aportó fue la formación de “un observatorio” para analizar su evolución, lo que viene a ser como no hacer nada.
Las sesiones de control en el Congreso sirvieron para que Calviño quemara etapas en su transformación. La que era una tecnócrata importada de la ortodoxia de Bruselas tuvo que mutar en feroz defensora de las políticas del Gobierno al enfrentarse a los portavoces de la oposición. Ahí fue cuando empezó a desarrollar una dentadura muy afilada con una mordedura de las que dejan heridas muy profundas.
Su gran momento se produjo cuando respondió a Iván Espinosa de los Monteros, al que dejó convertido en harina de tapioca con una larga enumeración de los españoles que se habían beneficiado de medidas concretas. “¿Que no conoce a nadie que se beneficie de la sanidad pública, del transporte público gratuito, de las ayudas a los autónomos, de los ERTE, de las ayudas a las empresas, de los avales del ICO, del ingreso mínimo vital, de la ayuda a las familias que tienen niños pobres?”.
También hay que decir que dejar en ridículo los escasos conocimientos económicos del portavoz parlamentario de Vox es mucho más fácil que ganar unas elecciones después de lo que ocurrió el 28M.
Calviño se está aplicando con ganas en su nueva función. “Eso de las izquierdas ha pasado a ser la izquierda”, comentó en la entrevista en Onda Cero. Con énfasis en la palabra 'la', por lo que ya sabemos a qué partido se refiere. Justo lo que Sánchez quiere escuchar.