En aplicación del principio que dice que es bueno mantener a tus amigos cerca, pero mejor a tus enemigos aún más cerca, Alberto Núñez Feijóo acompañó a Isabel Díaz Ayuso a un acto del PP de Madrid dedicado a la comunidad latina. Bajo el surrealista eslogan de “Europa es hispana” –un hallazgo que sorprenderá a alemanes, franceses o suecos–, el partido continuó en su campaña por acercarse a los inmigrantes de origen latinoamericano, una reserva de votos de dimensiones todavía no decisivas, pero que crecerá en el futuro.
El acto del sábado trascendió por dos razones. La histriónica intervención de la pastora de una iglesia evangélica del barrio de Usera y las palabras del propio Feijóo contra Pedro Sánchez por asistir a la Cumbre Iberoamericana, esa misma cita internacional en la que siempre participan el rey y el presidente del Gobierno.
Uno de los pocos foros en que España cuida sus relaciones con América Latina se convirtió en una reunión con “gobernantes aprendices de autócratas y realmente autócratas” en palabras del líder del PP. Otra oportunidad para que los que escriben los discursos de Feijóo reflexionen sobre el sueldo que reciben a cambio de un trabajo manifiestamente mejorable.
La telepredicadora que se hace llamar Apóstol Yadira Maestre Wilches había intervenido antes en otros actos públicos en favor del PP, incluida la entrega de un premio a Díaz Ayuso, y en esta ocasión echó el resto por los anfitriones: “Señor, pedimos, padre celestial, que cada día haya el amor en el corazón de este partido, desde el número uno, nuestro señor Feijóo, hasta nuestro querido alcalde, José Luis Martínez Almeida”.
Fue una actuación bastante moderada para lo que acostumbra. No incluyó milagros, que publicita de forma compulsiva en su página de Facebook. No tiene empacho en montar un número para sostener que una chica ha perdido la miopía y ya puede leer sin gafas. No es como lo de Lázaro, pero sirve para mantener la tienda abierta.
En su intervención, Díaz Ayuso tocó la tecla oportuna al denunciar al Gobierno de Pedro Sánchez por vender “las mayores inmoralidades como si fueran avances”. Moralidad buena, inmoralidad mala. Era fácil de entender para el público congregado.
La presidenta de Madrid dijo en la pandemia que el aumento de contagios en la región se estaba produciendo “entre otras cosas, por el modo de vida que tiene nuestra inmigración en Madrid”. Con la cercanía de las elecciones autonómicas y locales, ese modo de vida es tan elogiable como para publicitar una religiosidad muy diferente a la española y una doctrina alejada del catolicismo. No se puede desperdiciar ni un solo voto.
Todo ello una semana después de que Díaz Ayuso y Almeida viajaran al Vaticano para ver al Papa. Pero, claro, Francisco llamó al alcalde de Madrid “el heredero de la gran Manuela Carmena”, y esas cosas no se perdonan.
La ventaja de los evangélicos para el PP es que algunos de sus líderes más carismáticos no tienen inconveniente en mezclar recomendaciones políticas con la religión, como se ha visto en varios países latinoamericanos. Tampoco para apoyar opciones extremistas de la derecha comprometidas con los valores tradicionales y, por tanto, contra cualquier idea que se acerque al feminismo.
En América Latina, hace tiempo que se cruzó ese umbral. No así en España, donde la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas se ha apresurado a recordar su neutralidad política y recomendar que "los ministros de culto eviten utilizar su influencia pastoral para condicionar el voto de los creyentes”.
¿Cuál es la rentabilidad electoral inmediata que puede sacar este año el Partido Popular de esa comunidad? Menos de la que esperan. Es difícil saberlo con claridad por la escasez de encuestas centradas en la comunidad inmigrante de origen latino. Al igual que los republicanos en Estados Unidos, los conservadores españoles aspiran a que esa religiosidad sirva de combustible de votos en favor de la derecha. Los análisis que sí se han hecho descartan que pueda encontrarse una respuesta común con independencia del país de origen.
En la Comunidad de Madrid, hay unos 400.000 votantes con doble nacionalidad y procedentes de países latinoamericanos, lo que les convierte en un trozo interesante de la tarta electoral. El hundimiento económico de Venezuela ha aumentado la llegada de personas de ese país. Las inversiones inmobiliarias en zonas caras de Madrid de los venezolanos con grandes fortunas han hecho que se haya popularizado la expresión Little Caracas (el pequeño Caracas) en la capital de la región.
En un estudio publicado en el blog de elDiario.es Piedras de Papel, Laura Morales y Carles Pamies descartan algunos mitos sobre su posible influencia electoral. Los venezolanos son más propensos a votar a partidos de derecha, pero ese efecto se contrapone a la tendencia hacia la izquierda de los que llegaron de otros países. Asumiendo que el 70% de los 45.000 venezolanos con derecho de voto votara al PP, explican Morales y Pamies, “los 32.200 votos resultantes serían neutralizados por el 39% de los 96.000 electores ecuatorianos que votan a la izquierda (37.400 votos)”.
Por tanto, Little Caracas continúa siendo bastante little.
Las personas que vinieron de Perú, Ecuador y Argentina tienden a votar más a la izquierda. Con los de Venezuela es al revés y en el caso de Colombia el resultado está bastante equilibrado.
Cuanto más tiempo lleven aquí, esas personas estarán menos condicionadas por la situación política de su país de origen y más por la de España. Específicamente, sobre su situación personal. El reto que tienen los partidos consiste en hacer propuestas que ilusionen a esos colectivos e integrar a algunos de ellos en sus candidaturas.
Los inmigrantes sin nacionalidad española sí pueden votar en las elecciones municipales, pero sólo si son de la Unión Europea o de los trece países con los que España tiene firmados convenios de reciprocidad (entre ellos, Ecuador, Colombia y Perú). No está Venezuela en la lista. Además, tienen que haberse inscrito antes en el censo, este año antes del 15 de enero, que ya ha pasado.
El Partido Popular necesita compañeros de viaje más ilustrados que la “apóstol” Yadira Maestre. De momento, es lo que tiene, aunque eso obligue a dar cancha a los que disputan a la Iglesia católica los derechos de explotación de la religiosidad latinoamericana.
La colombiana contó luego que su breve discurso era la “oración de apertura” del acto. Cómo serán entonces los sermones.
En sus últimos mensajes de Facebook, Maestre publicita la organización a la que pertenece, que está dirigida por una predicadora nigeriana llamada Evelyn Joshua, que realizará un acto que se pretende masivo en Fuenlabrada a finales de abril. Joshua heredó de su marido ya fallecido la dirección de una de las iglesias evangélicas más influyentes de África y con lazos con Latinoamérica.
En las imágenes de asambleas anteriores que ofrece Yadira Maestre, se ve a personas que se derrumban de forma teatral cuando Joshua les toca la frente y enseguida se levantan sonrientes. Evidentemente, significa que el diablo les ha abandonado y no hay que que ser muy perceptivo para saber quién supuestamente les ha sanado.
“Milagros, señales y maravillas” es lo que promete un vídeo para su visita a España. Quizá sea una mezcla irresistible para el PP. Si un rey francés dijo que “París bien vale una misa”, está claro que Madrid vale tanto como para asociarse a los que expulsan demonios del cuerpo o curan la miopía sin necesidad de tocar la córnea.