Se acabaron las sonrisas y el buen rollo. Nada de huir del ruido que pueda poner en peligro al Gobierno de coalición. De ningún modo aceptarán medidas del PSOE que se alejen de sus principios. Votar en contra de algunas de ellas es perfectamente posible, aunque salgan del Consejo de Ministros. Sumar cree que es hora de empezar a ponerse duro con los socialistas. Es lo menos que pueden hacer en periodo electoral.
Ni siquiera les impresiona ya la afición epistolar de Pedro Sánchez, empeñado en erigirse como el único defensor contra la ofensiva de las derechas. Yolanda Díaz se apresuró a desdeñar la segunda misiva colocada el martes por el presidente en redes sociales. “No va de cartas. A la derecha se le para con hechos”. Acto seguido, le pasó la lista de la compra: alquileres, prestación por crianza y reducción de la jornada laboral. Más o menos todo lo que el PSOE prefiere dejar de lado o contempla con escepticismo.
Durante meses, Sumar ha visto cómo los medios de comunicación hacen cálculos sobre su peso reducido en el Gabinete. De entrada, su papel quedó diluido por dos de los hechos esenciales de este comienzo de la legislatura. Todo ha estado centrado en la ley de amnistía y no hay una mayoría de izquierdas en el Congreso. Volvió a quedar de manifiesto en la votación sobre la presencia de representantes de los trabajadores en los consejos de administración de las empresas. Las abstenciones del PNV y Junts tumbaron el proyecto.
La confrontación con el PSOE se hizo evidente con la reforma de la ley del suelo que el Gobierno llevó al Congreso. La propuesta estaba en la línea de las declaraciones hechas por Isabel Rodríguez, que piensa que “hay negocio” para las promotoras privadas de vivienda en la oferta de vivienda a precios asequibles. Si lo hay o no, ya lo decidirán ellas, pero resulta algo más que extraño que una ministra de Vivienda de un Gobierno de izquierdas piense que puede subcontratar la solución del problema de los alquileres a las firmas cuya prioridad es la defensa de los intereses de sus accionistas.
La respuesta de Sumar anticipó lo que pasaría después en la votación parlamentaria: “Esperamos más de una ministra de Vivienda que debería defender a los vecinos sobre los especuladores”, dijo Aina Vidal. El PSOE se encogió de hombros e intentó negociar con el PP o sencillamente confiar en que la derecha le resolviera el problema en el Congreso. O bien vive en un escenario de ficción o no está a favor de ninguna política intervencionista en relación a la crisis de la vivienda, con precios que ya están en los niveles de la burbuja anterior a 2008.
Sumar tampoco es inocente sobre el problema que le supone la escasez de asuntos en los que pueda sacar pecho por su presencia en el Gobierno. No impidió que los Comunes se negaran a aprobar el proyecto de presupuestos del Govern de Pere Aragonès, lo que provocó el adelanto electoral. Eso hacía imposible que hubiera nuevos presupuestos en España en primavera. También es una hipótesis ficticia pensar que esa negociación pudiera haber sido viable, como sostuvo Sumar. Esquerra y Junts no tardaron ni días en lanzar la acusación de “expolio fiscal” a Catalunya justo antes de que se iniciara su campaña electoral.
Las discrepancias se han hecho más intensas a causa de las guerras en Ucrania y Gaza. Sumar criticó a Sánchez por mantener en secreto la ayuda militar a Kiev hasta la visita de Zelenski a España y le exige medidas más duras contra el Gobierno israelí. “No podemos normalizar relaciones diplomáticas con un genocida”, se quejó el ministro Ernest Urtasun refiriéndose a Netanyahu. En el partido, no han dejado de señalar que Sánchez dio más importancia en términos diplomáticos a los ataques de Milei a su mujer que a los 36.000 muertos de Gaza.
Mientras tanto, Sumar mira por el retrovisor a Podemos y lo que marcan las encuestas. Por aquello de que “los objetos en el espejo están más cerca de lo que aparentan”. Era de esperar que Irene Montero, por su etapa como ministra de Igualdad y su alto nivel de conocimiento público, iba a suponer un impulso significativo a su partido. Viene de sacar un 0,2% en las elecciones de Galicia y un 2,2% en Euskadi. En Catalunya ni se molestó en presentarse.
Podemos presenta estas europeas como el primer intento de resurrección y ya debe de saber que no tendrá muchas oportunidades más.
Montero no hace más que repetir las palabras “en pie” en las entrevistas. Podemos “se está levantando y se está poniendo en pie”. “España y Europa tienen la posibilidad de volver a ponerse en pie”. Será porque están tumbadas o sentadas. Su apuesta es mostrar al Gobierno actual como una pálida copia del anterior, del Gobierno en el que estaba Podemos: “Hay mucha gente que está triste de que hayamos pasado de tener en España un Gobierno que cambiaba las cosas, que avanzaba en derechos, a tener un Gobierno de titulares”.
Sin responsabilidades en un Gobierno, Podemos puede aumentar a discreción sus reivindicaciones. Por ejemplo, el acuerdo de gobierno del PSOE y Sumar se compromete a reducir la jornada laboral a 37,5 horas semanales para 2025. Sumar aspira a adelantar un año ese plazo. Podemos va más allá y reclama 35 horas. Como muestra de la dificultad del empeño, su programa electoral de 2019 pedía reducirla hasta a 34 horas, lo que no llegó a suceder.
Sumar teme que unas elecciones europeas de las que no depende directamente la supervivencia del Gobierno sirvan a Podemos para recabar votos que estarían fuera de sus posibilidades en unas generales. Un voto como declaración de principios o como protesta por la dificultad de aprobar leyes como las de la anterior legislatura.
Las encuestas coinciden en dar a la candidatura de Montero en torno al 4% (en 2019 Podemos sacó un 10%). No es que sea una cifra espectacular y eso sin contar con que en unas elecciones generales supondría un fracaso evidente. Tendrá más valor si Sumar no pasa con claridad del 6% (obtuvo el 12,3% en las generales de 2023), una posibilidad real según algunas encuestas. Después del 9 de junio, muchos análisis especularán con que el PSOE ha resistido en las urnas gracias a los votos que ha restado a Sumar.
La derrota del proyecto socialista de ley del suelo es un camino de no retorno para Sumar. Esta campaña lo ha demostrado. Yolanda Díaz escucha a Sánchez decir que los socialistas son “los zurdos” detestados por Milei y se subleva ante tal presunción. Su candidata en las europeas, Estrella Galán, ha descrito a los socialistas de esta forma: “Esta es la muestra de que cuando al PSOE le tiemblan las piernas para tomar determinadas decisiones, a la gente le tiembla la vida”.
Lo dijo sobre la respuesta al Gobierno israelí, pero pronto lo escucharemos de otros asuntos de política nacional. Curiosamente, es una expresión que Podemos lleva utilizando desde 2019. El PSOE ya puede darse por enterado.