Representante de la justicia, la fuerza y la honestidad, tras su exitosa tercera encarnación cinematográfica, Supermán ha cincelado también la “S” de su pecho con forma de dólar, pero el alienígena abanderado del “american way of life” pudo correr una suerte muy distinta de haber aterrizado en plena URSS.
Esa es la interesante premisa de la que parte “Supermán: Hijo Rojo” (ECC Ediciones), un cómic recién publicado en España dentro de la avalancha de lanzamientos que, ante el estreno del film de Zack Snyder, miran hacia atrás, a los 75 años de viñetas del personaje, y también a realidades posibles, donde Kal-El se convierte por el maquiavélico azar en el mayor enemigo de EEUU.
Se trata de la enésima vuelta de tuerca que el incorrecto guionista estadounidense Mark Millar, tras éxitos como “The Authority” o “The Ultimates” -versión bizarra y desencadenada de “Los Vengadores”-, ofrece sobre la idea del absolutismo moderno y de cómo controlar a quien nos controla.
Con el poder de un dios en sus manos, ¿cómo impedir que el afán proteccionista de un héroe con buenas intenciones no termine ahogando todo hálito de libertad?, se pregunta Millar en esta metáfora de la paternalista y a menudo invasiva política internacional de su país.
El guión y el estupendo dibujo de Dave Johnston, que parece apoyarse en el estilo de los icónicos carteles propagandísticos soviéticos, transportan al lector a un mundo en el que Supermán, criado en una granja colectiva de Ucrania, se termina convirtiendo en el delfín de Josef Stalin.
Pese a sus inexistentes ansias de poder político, el héroe se ve impelido a convertirse en el nuevo padre de una Unión Soviética que, bajo su manto rojo, no deja de crecer hasta convertir a EEUU en la isla capitalista que es a día de hoy Cuba.
Arrinconada, la nación de los 50 estados federados se entrega al genio científico de Lex Luthor, un secundario de lujo remozado por este juego de las realidades alternativas, junto a otros personajes clásicos de las historias de Supermán como Lois Lane, Wonder Woman, Linterna Verde o Batman, una víctima convertida en verdugo y voz discordante contra la opresión del régimen comunista.
Pero la historia de este Supermán con el martillo y la hoz en el pecho no es la única propuesta atrayente sobre el personaje que puede encontrarse estos días en las librerías.
De hecho, un superhéroe muy diferente, en vaqueros y defensor del pueblo ante los abusos de autoridad, se halla en las páginas de la actual serie regular de grapa, que recoge sus últimas aventuras tras el relanzamiento de todo el universo DC.
Por cierto que, quienes se perdieran su origen en este nuevo “status quo”, que afectó a todas las cabeceras de la casa, tienen disponible “Supermán: Año cero”.
Quien no tenga paciencia ni ánimo de coleccionar tebeos de grapa, ECC Ediciones permite también disfrutar de una visión anterior y más clásica del héroe, antes del renacimiento de la editorial, en una de sus mejores etapas, la que forjó el genial autor y dibujante John Byrne.
Más actuales son “Superman: Tierra uno”, gran éxito de críticas y ventas, con una historia que ha servido de inspiración para la trama de la película de “El Hombre de Acero”, y la rupturista “All Star Superman”, de Grant Morrison y Frank Quitely; para muchos, “la mejor historia de Superman jamás escrita”.
Como “Hijo rojo”, “Superman: Identidad Secreta” se desgaja de la continuidad narrativa de la colección y narra una historia que tiene como especial atractivo partir de un planteamiento realista. Un chico llamado Clark Kent, del que todo el mundo se ríe por llamarse igual que el superhéroe de los cómics, descubre un buen día que no solo tiene su mismo nombre... sino también sus mismos poderes.
Finalmente, “Superman y su familia” es un cómic de la línea infantil, que ha sorprendido también a los más mayores, con un equipo creativo que ha ganado dos premios Eisner (los Oscar de los cómics), redondeando así un arsenal de lanzamientos que demuestran que “el hombre de acero” sigue siendo, además, “un hombre de oro”.
Por Javier Herrero