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El Supremo confirma seis años de cárcel a un exagente de Banesto en Valencia por estafar a su propia familia

Alberto Pozas

20 de febrero de 2022 22:45 h

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Un antiguo agente de Banesto tendrá que ir a prisión por estafar a una veintena de vecinos de la localidad valenciana de Llombai, entre ellos a miembros de su propia familia. El Tribunal Supremo ha confirmado una condena de seis años de cárcel por sacar casi 800.000 euros de las cuentas de varios clientes y falsificar su firma para estamparla en cheques entre 2008 y 2010. El Banco Santander, que absorbió Banesto años después de los hechos, también es condenado a hacerse responsable de una parte de las indemnizaciones como responsable civil subsidiario.

El acusado G.C.M, abogado de profesión, era agente financiero y explotaba desde 2008 la sucursal de Banesto en la Plaça de la Creu de la localidad de Llombai, con menos de 3.000 habitantes y a poco más de 30 kilómetros de València. Muchas de sus víctimas explicaron que lo conocían del pueblo, alguno aseguró que tenía una relación de amistad con él y varios de los afectados eran, incluso, sus familiares.

Según los jueces, el dinero empezó a desaparecer de las cuentas de sus víctimas poco después de abrir las puertas de la sucursal de Banesto. En algunos casos eran cargos de 500 euros y en algunos casos el roto superaba ampliamente los 100.000 euros. El dinero salía del banco en efectivo y también en cheques con documentos en los que el acusado falsificaba la firma de sus clientes. Un dinero que acababa, sobre todo, en la cuenta que su empresa Finanlex - la misma con la que explotaba la sucursal de Banesto - tenía en la entidad Cajamar.

Algunos afectados eran de su propia familia, otras lo conocían y tenían amistad con él e incluso estafó 90.000 euros a una mujer de 96 años de edad, madre de su socio en el despacho de abogados que regentaba entonces. “Tranquilo, te lo devuelvo mañana”, le dijo por ejemplo a algunas de sus víctimas. En otros casos su estrategia era devolver pequeñas cantidades que había sacado de las cuentas para convencer a los clientes de que todo iba bien y que no iban a perder su dinero.

Ante la Justicia este antiguo agente de Banesto alegó, sin éxito, que todas esas salidas de dinero de las cuentas de sus vecinos de Llombai eran consentidas y conocidas por ellos: “Me prestaban el dinero para obtener altos beneficios y se lo devolvía cuando podía el dinero prestado”, dijo ante los jueces. El Tribunal Supremo acaba de confirmar la condena que le impuso la Audiencia Provincial de Valencia: seis años de cárcel, multa de 1.800 euros, inhabilitación para administrar bienes ajenos y la obligación de devolver a sus víctimas los casi 800.000 euros que se quedó en apenas tres años de firmas falsificadas.

La sentencia, según fuentes del caso, aún no ha entrado en fase de ejecución pero implica que tendrá que entrar en prisión a cumplir condena. El Tribunal Supremo, con Andrés Palomo como ponente, también amplía la responsabilidad civil subsidiaria del Banco Santander, que tendrá que hacerse cargo de casi todas las indemnizaciones. Los jueces no tienen dudas de que el acusado utilizó la imagen del banco y los recursos que tenía a su disposición en su propio beneficio: “Se valió de una aparente solvencia que le proporcionaba el hecho de actuar como director de dicha oficina rotulada con el logotipo, mobiliario y demás elementos (papel, cuño, libretas o tarjetas) característicos de Banesto”, relatan los hechos probados.

El “comportamiento execrable” de Banesto

El Tribunal Supremo ha rechazado los recursos tanto del exagente de Banesto condenado como también del Banco Santander, que intentaba aminorar su condena económica, y estima el recurso de algunos afectados que reclamaban que su indemnización también corriese, en última instancia, a cargo de la entidad y asegurar así el pago. Y los jueces revelan que la Audiencia Provincial de Valencia tuvo palabras muy duras para la actuación de Banesto desde que descubrió el engaño, que han tenido eco en el proceso más de una década después. Apuntaron, por ejemplo, a “la falta absoluta de filtros de seguridad que debía implementar el banco y que hubieran seguramente impedido el perjuicio causado a los ahora perjudicados y de los que debe responder al menos civilmente”.

Revela la sentencia que, en su momento, Banesto consiguió de alguna manera que los afectados firmasen unos saldos finales que han usado para defenderse. Unos saldos finales que fueron firmados, recordó la Audiencia, por algunos clientes “de avanzada edad y en sitios varios, nunca en la agencia de Banesto” y cuando el acusado “ya no gozaba de legitimación para hacer ningún tipo de acto mercantil en representación de Banesto, pues el mismo había sido cesado por la intervención del banco”. Banesto, reprochan los jueces, “sorpresivamente, le pide a un agente intervenido y cesado en sus, funciones que consiga unos documentos de aprobación de saldos”.

Esta actitud de Banesto, dijo la Audiencia de Valencia, “es tanto como dejar al lobo al cuidado de los corderos, pero ojo, no de los propios, sino de los corderos de los demás”. Es curioso, dice además, “el comportamiento execrable de la mercantil que debe en origen, al menos, salvaguardar y redimir los intereses de sus clientes, no los suyos propios, que fue al parecer lo que intentó en aquellos momentos previos a la rescisión del contrato de agenda con el acusado”.

El Supremo no tiene ninguna duda de que hay pruebas suficientes para condenar a este agente de Banesto. Todas las víctimas dejaron claro que ellos no habían firmado esos cheques y que, incluso, el acusado reconoció lo que había hecho. A uno de sus familiares afectados le devolvió una parte del dinero la propia madre del condenado. En cualquier caso, el objetivo que buscaba al devolver pequeñas cantidades de dinero antes incluso de la apertura de la investigación judicial, era “garantizar la impunidad del acusado, entregas para mantener la confianza de los clientes”, dice el Supremo.

Esta no es la primera condena dictada en España contra un agente de un banco, que explotan las sucursales de la entidad, por engañar y estafar a clientes aprovechando la confianza que depositan en ellos, entre otras cosas, porque muchas veces no saben la diferencia entre un trabajador del banco y un agente. Tal y como reveló elDiario.es, hace unos meses la Audiencia Provincial de Madrid impuso 4 años de prisión a un exagente de Bankinter por estafar 5,4 millones de euros a una decena de personas que acudían a la sucursal de la calle madrileña de Núñez de Balboa.