Diez años después del mayor atentado terrorista de la historia de España, el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano rompe su silencio. Jefe de los técnicos en desactivación de explosivos de la Policía cuando ocurrió la masacre, Sánchez Manzano ha escrito un libro para defenderse de las “falacias y difamaciones” que, denuncia, fueron lanzadas contra él durante años por un grupo de periodistas.
En sus páginas, el exjefe de los Tedax se pregunta por qué Aznar culpó a ETA por un informe del CNI, redactado 48 horas después de los atentados, cuando los artificieros tenían claro desde primeras horas de la mañana del día 11 que el explosivo no era el utilizado habitualmente por la banda terrorista.
El expresidente del Gobierno revolvió en la autoría de los atentados recientemente, al presentar el segundo volumen de sus memorias. Para el lanzamiento de su libro reservó el contenido de un informe desconocido hasta ahora. Según relata, el entonces director del Centro Nacional de Inteligencia, Jorge Dezcallar, le entregó el día 13 un informe “personal” en el que aseguraba que el CNI había rastreado sin encontrar una sola pista de la autoría islamista y que lo mismo le había ocurrido a otras agencias extranjeras, incluida la NSA estadounidense.
“La pregunta que surge después de leer estas confesiones es si Aznar o Dezcallar llegaron a disponer de los informes que elaboraron los Tedax durante los dos días siguientes al atentado. Si no los conocían, ¿quién decidió no proporcionárselos? Si los conocían, ¿por qué valoraron más las conclusiones de otros servicios nacionales y extranjeros, que además no disponían de los indicios obtenidos en el escenario de los atentados”, escribe Sánchez Manzano en Las bombas del 11M, cuyo contenido ha sido adelantado a eldiario.es.
El comisario principal sólo se había manifestado hasta ahora en el juicio de los atentados y en la comisión parlamentaria. Su entorno asegura que no incurre en revelación de secretos porque se dedica a recuperar informaciones publicadas o documentos incluidos en el sumario. Sin embargo, Sánchez Manzano es consciente de que se arriesga a una sanción disciplinaria por estar aún en activo. Con 60 años y relegado a la jefatura de la comisaría de Móstoles, el comisario ha optado por la publicación del libro para hacer frente a la “injusticia” que se ha cometido con él.
“Toda la polémica sobre la autoría de los atentados giraba en torno a los explosivos”, escribe el policía. Y así lo sabían sus superiores, la Guardia Civil y el CNI, según el relato de Sánchez Manzano. “A todos los miembros de mi unidad nos sorprendían mucho las insistentes llamadas que recibíamos desde el CNI y los Servicios de Información de la Guardia Civil. Querían conocer el núcleo de la investigación, que en ese momento estaba en torno a la labor de los Tedax”, escribe. “Desde el día de los atentados hasta el 15 de marzo, tanto el coronel de la Guardia Civil responsable de Información como otro coronel del CNI nos acribillaron a llamadas telefónicas [...] Nosotros siempre les remitíamos al instructor”.
Sánchez Manzano no oculta que el propósito del libro es defenderse de las acusaciones vertidas contra él, epicentro de la “teoría de la conspiración” y de limpiar el nombre de la unidad que dirigía. En distintas informaciones, el policía fue acusado de difundir en un primer momento que la dinamita era Tytadine, utilizada habitualmente por ETA, de haber mentido en la comisión de investigación sobre la composición del explosivo, e incluso de “ocultar” y “falsear pruebas”, cuestión esta que archivó el Tribunal Supremo en febrero de 2012.
El comisario revela que a finales de mayo y principios de junio de 2004, antes del relevo en la cúpula policial, fue convocado al Ministerio del Interior “para solucionar el problema o el error del Titadyne”, según le fue comunicado. “Si el error partió de los Tedax, como son los técnicos, la equivocación de esferas superiores quedaba debidamente justificada”, escribe Sánchez Manzano sobre lo que le dijeron.
Su contestación fue: “Sabéis que en nosotros no está el error. A mí nadie me habló de Titadyne. A las 14:00 horas del mismo 11 de marzo se os comunicó lo único que teníamos, que solo se podía saber que era dinamita [...]. No consentiré que se diga que los Tedax confundieron al Gobierno de la Nación”.
Las “disculpas” de Zapatero
El Ejecutivo entrante tampoco sale bien parado del relato. El 6 de octubre de 2006, el comisario coincidió con Zapatero en un acto oficial en Moncloa. El entonces presidente aprovechó para decir al policía que no se “preocupara” de los ataques porque no iban contra él, sino contra el propio Zapatero. “Me pidió disculpas por ello”, asegura Sánchez Manzano. Sin embargo, el policía cree que no se le aceptó la dimisión cuando la solicitó porque al Gobierno del PSOE le interesaba electoralmente que el PP mantuviera como argumento de oposición la teoría de la conspiración. Y según el comisario, así quedó de manifiesto cuando Zapatero confesó al periodista Iñaki Gabilondo, creyendo que estaba fuera de micro, que al PSOE le interesaba la “crispación” días antes de las elecciones de 2008.
Contra algunos de esos periodistas –entre ellos, el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, y el vicedirector, Casimiro García-Abadillo–, presentó una demanda por vulneración al derecho al honor que resultó desestimada. Una querella por la vía penal contra Federico Jiménez Losantos está pendiente del recurso en el Supremo.
Esas denuncias son su “contundente desmentido” a las “mentiras” publicadas por los citados periodistas, escribe el policía, a los que califica como “tramoyistas de la farsa”. “Por desgracia, algunos periodistas de El Mundo, al crear y corear la teoría sobre la probable conspiración de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, ayudaron a los terroristas. Inconscientemente, seguro, pero al final coadyuvaron a establecer la desconfianza y a dividir a la sociedad”, dice en otro capítulo.
El libro de Sánchez Manzano es, entre otras razones, la respuesta a que el Ministerio del Interior decidiera no desmentir las informaciones “falsas” que publicaban los medios que participaban de la teoría de la conspiración. El coste de su publicación ha corrido a cargo del policía, que ha evitado cualquier editorial y lo pondrá a la venta en Amazon. Sus beneficios irán destinados a la Fundación de Huérfanos del Cuerpo Nacional de Policía.