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Torcuato Fernández-Miranda, el profesor que enseñaba sin libros al Príncipe Juan Carlos

EUROPA PRESS

MADRID —

Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, desde el pasado jueves está en las librerías la primera biografía completa de uno de los artífices de la Transición, el político Torcuato Fernández-Miranda, apodado “El guionista de la Transición” por su sobrino nieto y autor de la obra, el periodista Juan Fernández-Miranda, que titula así la obra.

A pesar de haber sido protagonista clave de la Transición junto al Rey Juan Carlos y el presidente del Gobierno Adolfo Suárez, nunca antes se había dedicado una biografía completa a su figura que abarcara toda su carrera profesional, y no solo aquellos años en los que contribuyó a trazar con habilidad el plan para que España pasara de la dictadura a la democracia respetando la legalidad vigente y sin violencia.

En declaraciones a Europa Press, el autor de la obra destaca como uno de los elementos más interesantes del libro los detalles y anécdotas que aporta sobre la relación que entablaron en los años 60 un profesor (Fernández Miranda) que desconcertó a su joven alumno (un veinteañero Príncipe Juan Carlos) al querer instruirle sin libros, que sustituía por conversaciones y reflexiones.

Esos encuentros llegaron a ser “clandestinos”, recuerda Fernández-Miranda, debido al recelo que empezó a provocar en Franco el gran entendimiento que demostraban profesor y alumno, y que lleva al dictador a ordenar la presencia en las clases de uno de los ayudantes militares del Príncipe.

Fue en esa etapa cuando Fernández Miranda ofreció al futuro monarca uno de sus más valiosos consejos: que accediera a jurar los Principios del Movimiento, pues ya tendría tiempo de cambiarlos “de la ley a la ley”, como le gustaba afirmar al profesor y político asturiano.

A esta relación entre maestro y pupilo se refiere el propio Rey Don Juan Carlos en el prólogo del libro, un gesto que accedió a tener con el sobrino nieto de su profesor y que no ha hecho para ninguna otra publicación.

En ese prólogo, Don Juan Carlos recuerda las “magistrales clases” en la Casita de Arriba, a las que describe como “apasionantes conversaciones” del que se convirtió en el “leal consejero” que “participó activamente en el diseño de la inmensa tarea de recuperar las libertades bajo el signo de la reconciliación y la concordia”.

Y es que, sostiene el autor en el libro, en 1969 Fernández Miranda --a pesar de ser secretario general del Movimiento-- ya está convencido de que la España que deje Franco al morir ha de integrar a todos los españoles, “y cree firmemente que la persona que debe liderar ese cambio hacia una democracia equiparable con las europeas es el Príncipe de España”.

NAVEGANDO ENTRE DOS AGUAS

Por eso durante esos años pone en marcha una estrategia basada en “afirmar a Juan Carlos sin negar a Franco”, lo que le obligaría a navegar “entre dos aguas, la de la dictadura y la de la monarquía”.

Si el objetivo de Juan Carlos era recuperar la Monarquía para todos los españoles, la “obsesión” de Fernández Miranda fue hacerlo “respetando la ley”, asegura el autor en el libro, que presenta al político asturiano como un hombre de Estado que renunció hasta en dos ocasiones a su deseo personal de ser nombrado presidente del Gobierno porque antepuso los intereses de España a los suyos propios.

El libro describe con detalle los numerosos momentos en los que Fernández Miranda tuvo que enfrentarse a los sectores más inmovilistas del franquismo y analiza el plan que trazó junto al ya Rey Juan Carlos para sustituir a Carlos Arias Navarro por Adolfo Suárez al frente de la presidencia del Gobierno para contar con un jefe del Ejecutivo “dirigible” que no se opusiera a los planes reformistas del monarca.

Un plan que, según escribió el propio Fernández Miranda, pasaba por “hacer lo que España intentó y no logró desde 1908”: transitar de un régimen a otro sin que se derrame la sangre y sin que los vencedores de la contienda expulsen o sometan al bando contrario.

El autor define a su tío abuelo como “la llave que abrirá la puerta a la democracia”. Como buen conocedor de las leyes franquistas, él conoce cuál es el punto débil de estas normas: el artículo 10 de la Ley de Sucesión, que establece que para derogar o modificar las Leyes Fundamentales del Movimiento será necesario, además del acuerdo de las Cortes, el referéndum de la Nación.

Esa será la forma de pasar de una dictadura a la democracia partiendo de esas mismas leyes franquistas. La octava Ley Fundamental sería una ley para la reforma política que derogaría las normas anteriores y por la que el Rey entregaría a unas Cortes democráticas todo el poder heredado de Franco.

Fernández Miranda, entonces presidente de las Cortes, fue el encargado de redactar el primer borrador de esa ley, que entregó a Suárez para que lo presentara como una iniciativa de su Ejecutivo, sin pedirle que revelara la autoría verdadera del proyecto. Una vez más, Fernández Miranda renunciaba a asumir el protagonismo en favor de los intereses de España.