Carmen Montón: se va la defensora de la sanidad que prosperó en tierra de nadie

Cien días ha durado la carrera de Carmen Montón en el ministerio de Sanidad, tras horas de máxima tensión en el Gobierno y en el PSOE, tras las revelaciones de eldiario.es sobre las irregularidades de su máster. El presidente, Pedro Sánchez, su más firme defensor en mitad de la crisis, ha decidido finalmente dejarla caer, una vez que La Sexta reveló que gran parte de su trabajo de fin de máster, una de las pocas coartadas que tenía la ministra para demostrar que hizo algo para obtener el título, contiene plagios evidentes.

Montón (Burjasot, 1976), la segunda ministra que cae del gabinete de Sánchez, en poco más de tres meses –Màxim Huerta duró solo unas horas, lo que tardó en descubrirse un fraude fiscal en su época de presentador– empezó su periplo político en las juventudes del PSOE, amparada en su inicio por el poder asociado al lermismo (los partidarios de Joan Lerma) tradicional y vinculada muy especialmente al presidente Ximo Puig, de quien acabó distanciándose tras la llegada de Sánchez a la secretaría general. 

A lo largo de su carrera, Montón se ha situado en numerosas ocasiones entre dos aguas y, frecuentemente, entre sectores enfrentados de su partido. Su carrera ha destacado por las responsabilidades adquiridas en temas de igualdad, sin que nunca hubiese recibido el plácet del lobby feminista del PSOE, que siempre la ha mirado con reticencias y sin llegar a considerarla como una voz autorizada.

Con José Antonio Alonso como portavoz en el Congreso, Montón recibió el encargo de coordinar el Área de Igualdad del PSOE en la Cámara Baja. Fue su primer gran puesto para coordinar un área política tradicionalmente estratégica para el Partido Socialista. En esa época decidió matricularse en el máster de la Universidad Rey Juan Carlos y mejorar su formación en el área cuya coordinación había asumido. Esa decisión ha acabado por costarle el puesto, vistas las irregularidades que figuran en su expediente.

En 2014, Pedro Sánchez la ficha para la Ejecutiva del PSOE y le encarga la coordinación de la Secretaría de Igualdad. Montón se llevó a Ferraz a su amiga Nuria Varela, amiga y compañera de máster en la Rey Juan Carlos y una de las protagonistas de algunos de los mails que ha mostrado en las últimas horas para tratar de defenderse de las informaciones publicadas por eldiario.es.

La pelea contra la privatización sanitaria

Un año después, en julio de 2015, el president valenciano, Ximo Puig, la nombró consejera de Sanidad. Desde esa cartera, Montón se labró una reputación por su mano firme frente al sistema de privatización sanitaria que imperaba en la Comunidad Valenciana, y fueron constantes sus enfrentamientos con la empresa Ribera Salud, encargada de la gestión del Hospital de Alzira, que Montón recuperó para la gestión pública.

En esa pelea contra las privatizaciones del Gobierno de Francisco Camps se sintió poco acompañada por el partido, según comentó a personas de su confianza. Culpaba a exaltos cargos socialistas de actuar como lobby de las empresas de hospitales.

Como consejera en Valencia se estrenó en el cargo devolviendo el acceso a la sanidad para los inmigrantes sin papeles en el territorio valenciano, usó el presupuesto autonómico para compensar a los jubilados por el copago farmacéutico y devolvió los tratamientos de reproducción asistida para lesbianas y mujeres sin pareja

Frente a los éxitos, en esa etapa valenciana también tuvo que afrontar escándalos. El principal fue el nombramiento de su marido para dirigir la empresa mixta de aguas que depende de la Diputación de Valencia. La polémica fue tan intensa que Alberto Hernández Campa, marido de la ya exministra, tuvo que renunciar al cargo antes incluso de pisar el despacho por primera vez. En ese tiempo, la vicepresidenta del gobierno valenciano, Mónica Oltra, dejó una frase para la hemeroteca: “Somos honorables pero hay que parecerlo también”.    

En su etapa en Valencia como consejera de la Generalitat, Montón se situó en medio de una guerra enconada entre sectores del PSOE. En septiembre de 2016, el presidente valenciano Ximo Puig formó parte del grupo de socialistas que presentaron su dimisión como miembros de la Ejecutiva de Pedro Sánchez. El movimiento pretendía forzar la caída de Sánchez al conseguir la renuncia de más de la mitad del órgano. Puig llamó a su consejera de Sanidad y le pidió que dimitiese. Montón no lo hizo y le dio unas semanas más de vida a Sánchez, que acabaría marchándose tras el agitado Comité Federal celebrado el 1 de octubre de ese mismo año.

La guerra abierta en el PSOE tras la dimisión de Pedro Sánchez  situó de nuevo a Montón entre dos líneas de fuego cruzado. Sorteó ese tiempo sin apoyar la opción de Susana Díaz, que defendía Ximo Puig, pero sin posicionarse abiertamente por Pedro Sánchez. Como señala un exdiputado valenciano: “En esos días, Carmen no fue a matar a Sánchez pero tampoco fue a socorrerlo”.

Pedro Sánchez ganó la batalla contra Díaz pero decidió no recuperar a Montón inmediatamente. La dirigente se quedó en Valencia a las órdenes de Ximo Puig, uno de los principales representantes del bando perdedor en la contienda orgánica.

En 2018 llegó una nueva oportunidad para Carmen Montón en la moción de censura que convirtió a Pedro Sánchez como presidente. Para ella tenía reservada la cartera de Sanidad, vistos sus logros en Valencia. Carmen Montón había llegado al Consejo de Ministros. 96 días después, ese viaje toca a su fin.

El presidente la había defendido apenas unas horas antes: “Está haciendo un gran trabajo y lo va a seguir haciendo”, hasta que saltó el asunto del plagio en su Trabajo de Fin de Máster, en el que obtuvo un sobresaliente.

Un veterano diputado del PSOE resume su hoja de servicios en el Gobierno: “Montón es la ministra que más alegrías le ha dado a este Gobierno, pero su situación se había hecho simplemente insostenible”.