Muy alejado del formato bronco y airado de las tertulias televisivas en las que se prodiga, el responsable económico del PP y de la sociedad de valores Tressis, Daniel Lacalle, exponente máximo del neoliberalismo patrio, ha debatido esta tarde por videoconferencia en un tono casi festivo, con el que podría ser a priori un enemigo declarado: el griego Yanis Varoufakis, responsable económico del gobierno izquierdista de la coalición Syriza que se enfrentó al Eurogrupo y prefirió dimitir antes que ceder ante las presiones de los hombres de negro de Bruselas (y Berlín).
Varoufakis, hoy de nuevo diputado en su país, ha escrito recientemente una novela ('Otra realidad', Deusto) en la que plantea un futuro utópico postcapitalista en el que se resuelven para bien las contradicciones de la economía. Lacalle se lo ha leído. “Me ha parecido fascinante”, elogió, en una charla de guante blanco en que las escasas pullas lanzadas lo fueron entre risas. Por ejemplo, por parte del economista griego: “Los de izquierdas damos pena porque no planteamos un sistema alternativo. No lo fue la URSS. Si no, Daniel estaría en el politburó y yo en el gulag”.
“El libro me ha parecido fascinante”, ha alabado Lacalle al comienzo de la conversación, celebrada a instancias de la Fundación Rafael del Pino y moderada por el politólogo José Ignacio Torreblanca. “A algunos de los que nos estén viendo les sorprenderá la cantidad de cosas en que estamos de acuerdo”, apuntó más tarde, una vez hecho un repaso por la historia del capitalismo, desde Adam Smith a la China actual. Uno y otro se mostraron radicalmente en contra del capitalismo clientelar que entienden que domina el sistema económico global, pero no, evidentemente, en las causas. Para Lacalle, es el Estado el culpable de todo, incluso de la existencia de monopolios. “Mi ordenador no tiene Google por defecto, hay que descargárselo”, puso como supuesto ejemplo para principiantes de la inexistencia del fenómeno en el sector privado. Varoufakis le recordó que Thomas Edison montó su emporio eléctrico al margen del Estado. Los debatientes también celebraron compartir un cierto espíritu libertario, aunque surgido de tradiciones bien diferentes.
Uno y otro evitaron hablar de política actual. “Esta semana cumplo 60 años y estoy harto de hacer campaña”, dijo el griego, que pidió no debatir de socialdemocracia, por riesgo de “perder las ganas de vivir”. Sí se enzarzaron un poco al respecto de la deuda bancaria. Lacalle, fiel a la ortodoxia neoliberal (o incluso más allá) dijo que el débito privado siempre corresponde a un compromiso de pago, Varoufakis insistió en que los bancos crean deuda “de la nada”. Respecto a la crisis del capitalismo, el griego defendió: “La tecnología es la única solución, pero dudo que los mercados la provean, porque no valoran aquello que no tiene precio”. Lacalle replicó que los gobiernos tampoco, a los que el heleno puso el ejemplo de la sanidad pública, que crea una riqueza a la que no se asigna valor dinerario y por eso se entiende como generadora de pérdidas.
Elon Musk, dueño de la empresa tecnológica Tesla, no tendría incentivos para innovar en el mundo utópico de Varoufakis, según Lacalle. “No me parece que los 100.000 millones de dólares que ganó en la pandemia sean lo que le llevan a innovar. Creo que con los primeros 2.000 millones le valdría”, bromeó el interlocutor. También sobre uno de los debates del momento, si volverá la inflación, discreparon ambos. Varoufakis cree que la Eurozona está a salvo, Lacalle apuntó que hay productos que ya están subiendo y mencionó el caso argentino, donde el alza reiterada de los precios es un problema histórico. En general, Lacalle tiró más de ejemplos prosaicos para avalar sus tesis, como el mencionado de Google o el colapso de Yahoo, mientras que Varoufakis le lanzó de vuelta Adam Smith, Schumpeter y hasta a John Stuart Mill como precursor del pensamiento económico de la jerarquía contemporánea del Partido Comunista de China, muy a favor sobre el papel del imperio de la ley, no tanto de que haya elecciones periódicas. En todo caso, la conversación acabó en muy buenos términos. Cuando concluyó el debate y los participantes pensaban que el público ya estaba desconectado, Lacalle le dijo al entrevistador: “Nos lo hemos pasado muy bien”. En breve regresa a las otras tertulias.