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Por qué vemos la cara de Aguirre en 500 taxis

Levantas la mano bajo el calor de mediodía para buscar refugio y ganar tiempo en un taxi. El conductor se acerca con la luz verde y justo cuando se sitúa a tu lado y alargas la mano para abrir la puerta, la ves. Es Esperanza Aguirre, adherida a la puerta del taxi en un cartel electoral. El taxista se excusa ante la curiosidad de su cliente, que no es la primera persona que le interroga sobre la publicidad de la puerta, que también luce en la parte trasera del asiento del copiloto: “Me da un poco de vergüenza, la verdad... pero qué quieres que te diga, el taxi ni es mío, yo lo conduzco solo unas horas al día”.

El Ayuntamiento de Madrid modificó en julio de 2014 la Ordenanza Reguladora del Taxi para permitir colocar publicidad en el exterior de estos vehículos. Menos de un año después de aquella decisión, casi un millar de taxis recorren las calles de Madrid con las caras de Aguirre y Cristina Cifuentes junto a los mensajes electorales del Partido Popular.

La decisión de utilizar taxis para hacer campaña ha generado una división en el sector del taxi madrileño. No todos comparten la idea de alquilar sus puertas con fines de partidos políticos. Pese a que las competencias que regulan al sector del taxi son municipales, las nuevas normas que permiten a Aguirre viajar en 500 coches a la vez fueron impulsadas desde la Asamblea de Madrid.

A finales de 2013, el Gobierno regional, con Ignacio González al frente, aprobó una ley que permitía a los taxis de toda la comunidad contratar y colocar “anuncios publicitarios tanto en el interior como en el exterior del vehículo siempre que se conserve la estética de este, no se impida la visibilidad ni se genere riesgo alguno y no se atente contra la imagen del sector”. Los municipios tenían un plazo máximo de dos meses para modificar sus normativas municipales. Ana Botella tardó siete. Lo hizo el 30 de julio de 2014.

El consistorio madrileño llevaba al menos ocho años negando a las diferentes organizaciones del sector la posibilidad de colocar publicidad exterior; algo que los taxistas demandaban para igualarse a la mayoría de las ciudades españolas y para hacer frente, por ejemplo, “a la subida del carburante”.

Diez meses después de la imposición de esta ley al Ayuntamiento de Madrid, que permite colocar anuncios sin restricciones, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes protagonizan la primera campaña electoral en las puertas de un taxi. 900 profesionales se han acogido a la oferta del PP: entre 50 y 60 euros por 15 días.

“Cuando la emisora para la que trabajas contrata una campaña, a ti te llega un mensaje al taxímetro con toda la información. Eres tú quien decide llamar e inscribirse o no. Sin compromiso”. Lo cuenta un taxista que, aparcado en una céntrica plaza de Madrid, explica cómo a su taxímetro llegaron hasta cinco mensajes ofreciendo la publicidad de Aguirre y Cifuentes. “Lo normal es que cuando se lanza una campaña se termine la oferta casi al instante”, relata el veterano conductor. “Con la del PP recibimos mensajes durante dos o tres días”.

¿Un taxi debe estar por encima de las ideologías?

Los corrillos de cinco o seis trabajadores en las paradas de taxis suelen ser habituales. Algunos fuman apartados, pero otros se juntan para charlar mientras no se acercan los clientes. Desde hace una semana, y a pesar de las altas temperaturas en la capital, el tema está bastante claro: la campaña publicitaria del PP rodando por Madrid.

“Me llegó la oferta y la rechacé. Tenemos que ser imparciales. Lo que menos necesita nuestro sector es entrar en este tipo de campañas y perder clientela”, arranca uno de los taxistas asociado a Radio Teléfono Taxi, una de las emisoras que ha aceptado la campaña. Otro trabajador, con la licencia desde 1975 en el maletero de su coche, alardea de que él es independiente y que “no tiene precio”. El más joven y desde la puerta de su coche, a punto de arrancar hacia el aeropuerto, afirma que “50 euros son tres horas de trabajo, no merece la pena si a cambio te encuentras el coche con pintadas o recibes insultos por parte de los usuarios”.

Pero no todo son críticas. Julio Moreno, portavoz de La Asociación Gremial del Taxi, otra de las emisoras que se ha acogido a la oferta, no entiende las quejas, ya que considera que “la publicidad cumple las normativas y cada profesional puede elegir qué quiere llevar en sus puertas”. Uno de los trabajadores de su emisora, que transporta adherida a Cristina Cifuentes, explica que “llevar a Aguirre o a Cifuentes en la puerta no quiere decir que simpatices con ella”.

“No puede ser que un ciudadano rechace o aplauda a un taxi. El colectivo tiene que estar por encima de ideologías”. Es la opinión del vicepresidente de la Federación Profesional del Taxi, Jesús Fernández. La emisora que dirige todavía no ha aceptado ninguna campaña porque creen que el taxi debe ser libre y no una plataforma para beneficiar a terceros. “No podemos dar imagen de derechas o de izquierdas y mucho menos dar publicidad a un partido que se ha negado de forma sistemática a aceptar que lleváramos publicidad en el exterior”, aclara Fernández.

La polémica podría tener fin. El 25 de mayo finaliza la campaña publicitaria contratada por el PP madrileño. Ese lunes de resaca electoral, con nuevos políticos y políticas al frente de las administraciones, será cuando los rostros de Aguirre y Cifuentes desaparezcan de los taxis. Eso sí, hasta ese momento, algunas emisoras permiten a los usuarios solicitar un servicio al gusto: con o sin la cara de las candidatas populares.