La violencia registrada desde hace cuatro meses en Francia en las protestas de los “chalecos amarillos”, que este sábado causó numerosos destrozos en los Campos Elíseos de París, ha obligado al Ejecutivo francés a revisar su estrategia de seguridad, criticada por la oposición.
El primer ministro francés, Édouard Philippe, convocó este domingo en una reunión de crisis a los titulares de Interior, Christophe Castaner, y Justicia, Nicole Belloubet, para analizar la situación y evitar que se repitan los altercados de la pasada décimo octava manifestación.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, subrayó ayer que era necesario tomar “cuanto antes medidas fuertes”.
“Lo que pasó en los Campos Elíseos no se llama manifestación. Es gente que quiere destruir la República, con el riesgo de matar. Quienes estaban allí son cómplices”, aseguró el mandatario, quien acortó su fin de semana en la nieve para seguir la situación desde París.
El balance de los comerciantes de esa célebre avenida apunta que hubo unos 80 locales afectados, con destrozos, saqueos e incluso incendios, debido a un nivel de violencia que no se veía desde diciembre.
Castaner y el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, han sido convocados este martes en el Senado para dar explicaciones sobre el dispositivo desplegado, que en París movilizó a unos 5.000 agentes.
La líder del partido ultraderechista Agrupación Nacional, Marine Le Pen, reclamó este domingo a Macron que se disuelvan “esos grupúsculos de extrema izquierda que rompen y queman todo y actúan con total impunidad”.
Por su parte, el cabeza de lista del conservador Los Republicanos para las elecciones europeas de mayo, François Xavier Bellamy, consideró que ha habido “laxismo” en materia de seguridad.
La manifestación de este sábado reunió, según el Ministerio del Interior, a 32.300 manifestantes en toda Francia y unos 10.000 solo en París, donde muchos recorridos no se habían declarado oficialmente.
Un representante de ese movimiento contestatario, el moderado Thierry Paul Valette, reclamó este domingo a Macron una reunión urgente con ellos y denunció que no hubiera un dispositivo adaptado a la “previsible” presencia de violentos.
Esa décimo octava manifestación estaba considerada clave, porque se cumplían cuatro meses de protestas y tuvo lugar un día después del Gran Debate Nacional lanzado en enero por Macron para encontrar respuestas a la crisis social y política desatada con el inicio de las mismas.