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CRÓNICA

Yolanda Díaz no es de nadie

2 de abril de 2023 23:18 h

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Como gallega que es, no es extraño que Yolanda Díaz citara a Rosalía de Castro en el discurso más importante de su vida. Claro que hay tanto para escoger que es inevitable que resulte muy importante saber qué eligió. Fue una frase de la poeta la que la llevó a decir esto: “No somos de nadie. Las mujeres no somos de nadie. Y yo, mujer, tampoco soy de nadie”. Una afirmación de independencia dirigida a Podemos y también a todos los partidos que han decidido apoyarla. Aunque a Díaz le guste decir que inició su proceso de “escucha” en julio de 2022, su camino hacia lo más alto comenzó cuando Pablo Iglesias la designó candidata a la presidencia del Gobierno. Pero eso ya es historia que hay días que suena muy lejana.

La vicepresidenta continuó en esa línea. El contexto de las palabras de Rosalía de Castro es tan personal como colectivo. Al menos, se puede interpretar de las dos formas. “Estamos cansadas de tutelas, de ser ninguneadas. Muy cansadas”, dijo Díaz. Lo están todas las mujeres, pero también ella. Aquí cada uno puede llegar a la conclusión que quiera. No es un exceso pensar que ella está cansada de que se le impongan condiciones para encabezar una candidatura que agrupe a todas las fuerzas a la izquierda del PSOE.

Suele pasar en política que si aspiras a ser el líder, no puedes andar dejando que otros te marquen el camino. Hay que ser realistas. Los líderes no tienen esa costumbre.

El programa político que presentó Díaz no es muy diferente al de Podemos. Hasta habló de “sed de cambio”, lo que es llamativo, casi pintoresco, viniendo de alguien que es vicepresidenta de un Gobierno.

Si acaso, demostró una diferencia en la forma de hacer política. En términos de menos agresividad con el contrario: “Nos decían que la política era polarización. Era ruido. Era una cosa de los partidos políticos y no de la ciudadanía. Exigía dureza con el adversario político porque España era un país dividido”. Ante eso, se mostró a favor del diálogo no ya con los que piensan como tú, sino también con los contrarios.

Su idea de la política consiste también en su utilidad para los ciudadanos. Yolanda Díaz ha repetido constantemente en los últimos años que la política debe ser “útil”. Para demostrarlo ahora, puso como ejemplo varias medidas aprobadas gracias al Gobierno de coalición. Incluyó una que todavía no está cerrada a la espera de que se apruebe una ley de la vivienda, “regular los precios de los alquileres para que pagar un alquiler no sea imposible”.

Díaz quiso tener un recuerdo especial con los dirigentes de otras organizaciones que aceptaron asistir al acto a diferencia de Podemos que había exigido las primarias abiertas para la elección de las listas electorales. Comenzó con Ada Colau y siguió con Alberto Garzón con una frase significativa: “Gracias, Alberto Garzón, por tu enorme generosidad. Gracias por saber estar donde hay que estar”. No como otros, le faltó decir. También elogió a Mónica García e Íñigo Errejón. Su abrazo a este es una de esas imágenes que serán difíciles de asumir en Podemos.

Todo se hizo a mayor gloria de Yolanda Díaz. Era un mitin de Sumar para presentar a su líder como candidata a la presidencia del Gobierno. Las intervenciones de los que compartieron el escenario fueron introducidas como las de representantes de la sociedad civil, entre ellas, Carla Antonelli, diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid hasta que dimitió por las diferencias internas socialistas por la ley trans.

Díaz cuenta con el apoyo de una docena de partidos políticos de izquierda y nacionalistas. No tiene un aparato potente detrás, aunque Izquierda Unida la defiende por completo. Se presenta como una líder por encima de esos partidos, lo que la coloca en una trinchera a la que Podemos aún no ha querido sumarse.

Por las palabras de la vicepresidenta en el acto del domingo, no parece que tenga intención de conceder un papel especial a la formación de Ione Belarra. Eso puede cambiar después de las elecciones de mayo, pero también podría desembocar en una ruptura definitiva que sería letal para las fuerzas del Gobierno de coalición y un regalo inaudito para la derecha.

Yolanda Díaz no habló directamente en el acto de Podemos, pero sí lo hizo de Esquerra y Bildu, que se negaron a votar a favor de la reforma laboral. “La política útil no es votar en contra de una reforma laboral con el PP y Vox por puro politiqueo”, dijo de esos partidos. La negociación de esa ley dejó heridas irreconciliables en su relación personal con Gabriel Rufián, portavoz parlamentario de ERC.

Rufián no es de los que dejan un ataque sin respuesta y la acusó después de aprobar esa reforma “a cambio del aplauso y la financiación suficiente para apuñalar a quienes te pusieron donde estás”. ¿Financiación? Con Rufián siempre es fácil suponer que elegirá el contraataque que haga más daño, sea cierto o no.

Antes del discurso final, la poeta nicaragüense Gioconda Belli, una de las represaliadas por la dictadura de Daniel Ortega, dedicó a Díaz unos versos de uno de sus poemas, el que comienza así: “Si eres una mujer fuerte / protégete de las alimañas que querrán / almorzar tu corazón”.

Por mucho que la política no tiene por qué ser un océano de confrontación permanente lleno de tiburones –al menos eso es lo que piensa Díaz–, es obvio que no es un escenario para los débiles de corazón. No es misericordiosa con los que no saben defenderse con dureza cuando la ocasión lo requiere. Sería absurdo y contraproducente afirmar que los que no comulguen con Díaz en la izquierda son “alimañas”. Es cierto que algunos no tendrían inconveniente en merendarse su corazón acompañado de unas habas y un buen Chianti. Cuando se acercan las elecciones, los políticos apuestan por una dieta carnívora.

Sí es indudable que la líder de Sumar deberá armarse de valor, y de un buen escudo, y ser capaz de trazar su propio camino. No le vale sólo con su figura. Necesita que otros muchos se unan a ella, incluidos unos cuantos a los que no se esperaba en el acto del domingo. Así es la izquierda. Cada cita electoral es un salto a lo desconocido.