Yolanda Díaz recorre los últimos kilómetros de su proceso de escucha, la caravana de actos y reuniones con la que desde el verano ha ido dando forma a Sumar, la plataforma con la que aspira ensamblar a todas las fuerzas políticas a la izquierda del PSOE. Uno de los hitos de esta última etapa ocurrió este sábado en Barcelona, en un acto con la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, que fue una manera de exhibir su alianza con el espacio de los comuns, vital para cualquier proyecto político progresista con ambición de sacar un buen resultado en las próximas generales.
La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo organizó dos actos en ese territorio el fin de semana con una primera parada el viernes en Tarragona y un gran acto el sábado en Barcelona que desbordó la capacidad de aforo del Auditori con más de mil personas esperando fuera, según los organizadores. Allí estuvo sentada toda la cúpula de Catalunya en Comú, el nombre formal del espacio: además de a Colau, se pudo ver al diputado nacional Jaume Asens, al eurodiputado Ernest Urtasun o a los tenientes de alcalde Jordi Martí y Janet Sanz.
“Me parece que todo el mundo estará de acuerdo en que Barcelona como ciudad comparte muchísimo con Yolanda Díaz”, arrancó la alcaldesa de la ciudad. “Me refiero al hecho de lograr muchas victorias sumando y juntando a la gente trabajadora y común”, añadió.
Díaz recogió el guante en su intervención y puso a Barcelona como referencia mundial en “políticas públicas”, se metió en algunos asuntos que marcan la política catalana y pidió por último el voto para la alcaldesa en las próximas municipales. “Necesitamos sumar para Ada Colau, si no es así nos vamos a equivocar”, dijo Yolanda Díaz, que, como hizo la semana pasada en Madrid, afirmó que Sumar “es la llave” para “una década progresista” en España.
La recta final del proceso de escucha arrancó precisamente en ese acto en el barrio madrileño de La Latina en el que los principales expertos volcados en nutrir de ideas al programa de Sumar para esa “próxima década progresista” expusieron sus avances. Díaz sintetizó las conclusiones y vaticinó después que “un cambio de época” no se hace “desde la esquina del tablero sino desde las mayorías sociales, desde la centralidad”. También advirtió de que para iniciar la década progresista es imprescindible sumar fuerzas. “En Sumar falta demasiada gente. Lo importante no es aquí. Lo importante es ahí fuera y todas esas personas son las que necesitamos para sumar mucho y sumar bien”, dijo.
La misma terminología que la vicepresidenta
El proyecto que está conformando Díaz ha aparcado así el protagonismo de los partidos con el objetivo de “ensanchar” el espacio. Esta estrategia es una de las razones por las que se ha abierto una brecha con Podemos, que pide respeto a sus siglas y cree que la idea sobre la que trabaja la vicepresidenta podría diluirlas. En esa pugna, los comuns, que mantienen una coalición en Catalunya con Podem (En Comú Podem, ECP), con siete escaños en el Congreso de los Diputados y ocho en el Parlament, han seguido una estrategia propia, con un apoyo firme a Yolanda Díaz como candidata y a Sumar como herramienta política para las generales de final de año.
En el entorno de En Comú Podem en el Congreso destacan la buena sintonía de los líderes del espacio catalán con la vicepresidenta y reconocen que están “volcados al 100%” con el proyecto de Sumar, que representa, más que una plataforma electoral, un “proyecto de país para la próxima década”. Utilizan exactamente las mismas palabras con las que Díaz define la plataforma política con la que pretende no solo reeditar el Gobierno de coalición, sino cambiar la correlación de fuerzas existente actualmente en la izquierda.
En ese perfil propio los comuns defienden que “no tendría sentido una concurrencia sin Podemos” ni que lo que lleva años unido se separe ahora. La confluencia catalana en el Congreso, que lidera Jaume Asens, se ve como una suerte de pegamento y nexo entre el equipo de Díaz y Podemos cuando las posiciones parecen más alejadas que nunca. En la formación de Ione Belarra dan por hecho que Díaz está montando un partido propio y diferenciado con el que tendrán que negociar para formar una coalición, como reconoció públicamente la semana pasada la ministra de Igualdad, Irene Montero, en una entrevista en la Cadena SER.
La figura de Coalu es importante por varios motivos. En primer lugar, por el valor político que representa el Gobierno de la segunda ciudad más importante de España. Pero también por el perfil de la propia alcaldesa, una activista antidesahucios que ha implementado desde el Ayuntamiento políticas públicas de referencia para el electorado progresista. Por último, porque con la salvedad de Kichi, en Cádiz, que ya ha anunciado que no se presentará a la reelección, es de las pocas alcaldesas del cambio que mantiene el poder de su ciudad y aspira a renovarlo.
La conexión trasciende la relación con Colau
En el entorno de la vicepresidenta conceden que la relación con el espacio que lidera la alcaldesa es “muy buena”, pero aclaran que en la conformación del proceso de escucha no hay ninguna preferencia y las negociaciones para estructurar estos actos en los diferentes territorios por los que ha pasado la gira de Sumar se está dando con igualdad de trato a todas las fuerzas políticas que integran el espectro político a la izquierda del Partido Socialista.
La cercanía entre Díaz y Colau es innegable desde el punto de vista político y también personal, como se vio este fin de semana en el acto de Barcelona, pero la conexión entre el equipo de la ministra y los comuns trasciende la figura de la alcaldesa. Aunque su nombramiento no fue fruto de una alianza política sino de la sintonía en lo personal y en la forma de trabajar, en mayo de 2021 la ministra fichó como jefe de gabinete a Josep Vendrell, diputado en 2015 de En Comú Podem (como parte de Iniciativa per Catalunya) y, a partir de 2019, coordinador del grupo parlamentario de ECP en el Parlament. En su equipo también está Rodrigo Amírola, que fue durante años jefe de gabinete de Jessica Albiach, ahora portavoz de los comuns en el Parlament.
Aunque los comuns han concurrido hasta ahora en coalición con Podem, y así lo van a hacer también en las municipales de mayo en aquellos lugares donde tiene presencia la facción catalana de Podemos, lo cierto es que la formación que dirige ahora Ione Belarra tiene poco peso en Catalunya y la fuerza que cuenta con mayor representación en esa izquierda progresista es la que lidera Colau, que es a su vez una alianza entre Barcelona en Comú, el espacio de la alcaldesa, Equo, Esquerra Unida i Alternativa (EUiA) e ICV.
En las últimas generales, los comuns lograron siete diputados y se colocaron como la cuarta fuerza más votada, pero en 2015 y 2016 la confluencia de izquierdas consiguió una inédita hasta entonces primera posición en ese territorio, bajo la figura de Xavi Domènech, ahora fuera de la política. En aquellas citas, En Comú Podem obtuvo 12 escaños. Eran los años del auge de Podemos y la confluencia consiguió rentabilizar un discurso de difícil encaje en esos años en clave autonómica, con las elecciones planteadas como plebiscitos sobre el independentismo, pero interesante a nivel nacional: una postura contraria al soberanismo pero abierta a un eventual referéndum.
Los guiños al procés
Seguramente consciente de ello, Díaz, que tiene muy buena imagen en el electorado catalán según la mayoría de encuestas, hizo una referencia velada en su acto del sábado al procés al pedir “respeto y reconocimiento” para Catalunya. “Dicen que en Catalunya habéis cerrado una parte de vuestra historia”, comenzó. “No sé, que el tiempo y la gente decida lo que quiere hacer con la historia de nuestro país. Tenéis en mí una amiga de Catalunya. Quiero que hablemos lenguas diversas, respeto y reconocimiento, y desde Sumar vais a tener el que os merecéis”, subrayó.
Otro dato que arrojan los sondeos recientes sobre el Parlament es que, mientras baja el sentimiento independentista, ERC mantiene a sus votantes. Es en esa bolsa donde los comuns, dentro de Sumar o el nombre que acabe teniendo el espacio liderado por Díaz, pueden encontrar las respuestas a esa necesidad de ensanchar el electorado con el que cuenta ahora la izquierda no soberanista. Los comuns son, además, conocidos por su pragmatismo a la hora de negociar coaliciones políticas, un activo que parece irrenunciable en un año con dos elecciones a la vista y una situación de extrema delicadez en una izquierda en plena reconstrucción.
*Con información de Arturo Puente.