Yolanda Díaz trata de capear el ruido del 'solo sí es sí' a las puertas de anunciar su candidatura

Alberto Ortiz

11 de marzo de 2023 22:16 h

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La crisis abierta en la coalición del Gobierno por la reforma de la ley del 'solo sí es sí' ha colocado a la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en una complicada situación durante la fase final de la presentación de Sumar, el proyecto político que diseña de cara a las generales y con el que espera unir a toda la izquierda a la izquierda del PSOE. La vicepresidenta y ministra de Trabajo ha mantenido una calculada ambigüedad en la crisis, con llamadas a “la responsabilidad de todos” y al acuerdo pero sin entrar en el fondo de la cuestión dejando todo el liderazgo y visibilidad a la ministra de Igualdad, Irene Montero, consciente de que una diferencia pública en este asunto crucial para el espacio podría hacer descarrilar las incipientes negociaciones entre Podemos y su plataforma política.

Durante el debate de la admisión a trámite de la reforma planteada por el PSOE, el pasado martes, se produjeron dos escenas en el Congreso de los Diputados que pueden dar pie a múltiples lecturas. La primera fue la soledad de las ministras Irene Montero y Ione Belarra en la bancada del Gobierno. La segunda se produjo horas después, apenas minutos antes de la votación del primer trámite de esa reforma. Yolanda Díaz entró al hemiciclo, donde estaba ya Montero, la tomó del brazo y juntas salieron a una de las salas adyacentes, cruzando el pasillo. A la reunión, que duró unos minutos, se sumó acto seguido el diputado de Unidas Podemos Enrique Santiago.

Ninguno de los presentes proporcionó detalles del contenido de la charla ni se pronunció sobre la imagen buscada. La ministra de Trabajo tuvo que levantarse por una llamada y la conversación transcurrió sobre todo entre Santiago y Montero, pero no se alargó mucho, solo unos minutos, hasta que comenzaron los avisos sonoros para la votación en el hemiciclo. Entre esos dos instantes hubo además una intersección, unas palabras de Díaz a los medios, visiblemente enfadada. “Lo lamento mucho. Nunca debimos llegar hasta aquí”, dijo sobre la falta de acuerdo entre las partes para reformar el texto. 

Fuentes de su entorno restan importancia a esas dos escenas. Lo normal, argumentan, es que la mayoría de los miembros del Gobierno se ausente de los debates de toma en consideración de los martes, que se producen a primera hora de la tarde después del Consejo de Ministros y que suelen coincidir con la sesión de control en el Senado. En esta ocasión, la mayoría de ministros tenía agenda ya pactada o preguntas en la Cámara Alta, pero en el calendario de Díaz no figuraban compromisos, al menos públicos. Su entorno aclara que esa tarde estuvo centrada en las negociaciones sobre el estatuto del becario y que mostró su apoyo a Montero con su presencia en la votación, donde no estuvo, por ejemplo, Belarra. 

Del otro lado, fuentes de Podemos rebajan la importancia del perfil que ha mantenido la vicepresidenta en toda esa negociación y valoran la unidad en el espacio confederal, que según aventuraban semanas atrás algunos dirigentes socialistas corría el riesgo de romperse y sin embargo acabó rechazando sin fisuras el primer trámite en el Pleno de la propuesta del PSOE. “Yo creo que Yolanda y el conjunto del espacio que invistió al Gobierno ha mostrado su apoyo en la defensa del Ministerio de Igualdad, así se vio en la votación y en sus intervenciones”, dijo este jueves en la Cadena Ser la secretaria de Organización del partido, Lilith Verstrynge. 

La manera de capear este asunto de la vicepresidenta, de hecho, ha molestado mucho más en el PSOE que en Podemos. En la misma emisora, dos días antes, el portavoz socialista, Patxi López, dijo que Díaz “debería haber tenido una posición más proactiva”. “No basta solo con decir 'que lleguen a un acuerdo', pero haz algo. Pon una posición, una propuesta encima de la mesa para ver cómo podemos acordar y acercar posiciones”, dijo López después de la jornada del martes, marcada por los reproches entre las dos partes de la coalición y el duro discurso en la tribuna de la diputada de Unidas Podemos, Lucía Muñoz, que llegó a acusar a sus socios de traicionar al feminismo.

Las palabras públicas de Díaz desde que el PSOE se levantara de la mesa de negociación con una propuesta unilateral han sido de llamada a un acuerdo que, eso sí, protegiera el consentimiento en el centro, como repiten Podemos y el Ministerio de Igualdad. Pero en estas semanas, sin apelaciones directas, la vicepresidenta también ha marcado cierta distancia con el tono de sus compañeras de espacio. “Las formas en política, igual que en el Derecho, son claves y a veces más importantes que el fondo”, dijo, a mediados de febrero en un mensaje que según su entorno iba dirigido al conjunto del Gobierno.

Es una línea parecida a la que mantuvo este viernes en una entrevista en La Sexta en la que preguntada por lo vivido durante la semana en el Congreso afirmó que no le gusta “esa forma de hacer las cosas. ”Creo que lo que tenemos que hacer son acuerdos como estos [en referencia al alcanzado el viernes sobre pensiones]“, dijo. Y, acto seguido, añadió: ”A veces perdiendo un poco en la negociación, gana la sociedad, estamos para mejorar la vida de la gente“. Otra afirmación ambigua que tanto puede aplicarse a sus compañeros de espacio como a los socios del PSOE.

Las diferencias son así mucho más de forma que de fondo, como anticipaba semanas antes, porque más allá de las disquisiciones en público, Díaz nunca valoró desmarcarse de Podemos en el sentido de la votación y la unidad en el espacio en este sentido siempre ha estado garantizada. El martes, como estaba previsto, todo Unidas Podemos votó en contra de la toma en consideración de la propuesta socialista para reformar la ley. Todas las partes implicadas en la reunión previa a la votación descartan que el sentido del voto se pactara en ese encuentro y confirman que la decisión ya estaba tomada anteriormente. 

Cautela a la espera de Sumar

En estos meses las posiciones de Podemos y Yolanda Díaz no siempre han sido coincidentes en temas centrales y sobre todo en algunos choques con el socio de coalición, como el que propició el envío de armamento a Ucrania, al comienzo de la invasión. Belarra llegó a llamar al PSOE “partido de la guerra” mientras Díaz mantenía un perfil bajo. Pero en cuanto a la reforma de la ley del 'solo sí es sí', si había diferencias de fondo, Díaz ha preferido no hacerlas públicas en un momento especialmente delicado para el espacio político que está a la izquierda del PSOE, a menos de tres meses para las elecciones autonómicas y municipales y a las puertas de que Díaz anuncie su candidatura para las generales, en un acto en Madrid que tendrá lugar presumiblemente antes de que acabe marzo. 

La vicepresidenta segunda sigue inmersa en el proceso de escucha con el que está dando forma a Sumar y con el que ha recorrido prácticamente todas las comunidades autónomas de España. Este fin de semana está en Andalucía, una región que había dejado para el final por la importancia real, en términos demográficos y culturales, pero también simbólica. Es en esta comunidad en la que fracasó el primer intento de unidad de las izquierdas el pasado verano en las autonómicas que dieron la mayoría absoluta a Juan Manuel Moreno Bonilla. 

En paralelo al proceso de escucha, Sumar ya ha comenzado a hablar con los diferentes partidos que quiere agrupar en una candidatura para las generales. La idea de la vicepresidenta segunda es una coalición en la que entre Podemos junto a Izquierda Unida, los comuns, Más País, Más Madrid o Compromís, pero también otros proyectos como Més, la Chunta Aragonesista o el Proyecto Drago de Alberto Rodríguez. Cualquier movimiento en una dirección puede acarrear un dominó de decisiones que terminen perjudicando el acuerdo, por lo que Yolanda Díaz insiste en la “discreción” y en que dejen “trabajar a Sumar” en medio de delicados equilibrios.

La idea de que una negociación para aunar a todas estas formaciones, con múltiples sensibilidades y rencillas internas previas, se produzca antes de las autonómicas y municipales, como preferiría Podemos, que ha trasladado en varias ocasiones a Díaz que el proyecto va tarde, se antoja complicada. De momento, en ese complejo juego de equilibrios, la ministra de Trabajo ha acelerado la interlocución y ha optado por ceder el liderazgo en la cuestión del 'solo sí es sí'. Su papel, si bien no ha facilitado hasta ahora el acuerdo sobre la ley que pretendían los socialistas, sí ha evitado la tensión en el espacio en un momento clave.