Estaba yo con la página en blanco y sin saber sobre qué escribir, mirándome las uñas como si ellas fueran a darme la respuesta. Es entonces cuando buscando en Youtube conocí a Stella Young en una de las famosas Charlas TEDx hablando del concepto Inspiración Porno.
Qué interesante, pensé. Una mujer muy menuda, en su silla de ruedas, con un piercing y su vocecilla y un mensaje de lo más potente y revolucionario.
La Inspiración porno es algo así como cosificar a un grupo de personas para el beneficio de otras. Lo mismo que ocurre con las mujeres paragüeras del Moto GP y todo el debate que se ha generado alrededor. En el ámbito de los retrones se trata de usar a personas con diversidad funcional como sujetos de inspiración para creer así que las vidas de quienes no tienen discapacidad no son tan tristes o aburridas o lamentables.
¿Quién no ha visto el típico vídeo del niño sin manos que pinta con la boca?, ¿cuál es el objetivo de esa imagen? No me lo había preguntado hasta que escuché a Stella Young. Pues es verdad, pensé, es asquerosamente morboso. Después de eso sientes que tu vida es fantástica, que no puedes quejarte, porque al final y al cabo tienes manos aunque nunca te de por pintar un cuadro en tu vida. Ves arcoiris a tu paso, unicornios y molinos de viento. ¿No es repugnante? El propósito de esa imagen es creer que nuestras vidas son de color de rosa y que no tenemos derecho a quejarnos porque sería una falta de respeto.
Alguna vez alguien me ha dicho “eres una fuente de inspiración”. Bueno, lo agradezco, porque no han visto a Stella y por eso estoy aquí soltando todo este rollo. “Eres muy valiente, eres un ejemplo a seguir”. Me alegra servir de inspiración a otros si eso les hace felices, no me importa prostituirme de esa manera, pero no creo que sea bueno para nuestro colectivo. Otra cosa sería que el levantarme cada día a pesar de sentir que una roca me aplasta pueda ayudar a otras personas a hacer lo mismo.
Sin embargo, no creo que seamos necesariamente más valientes, ni sujetos de inspiración, tan sólo somos personas que se adaptan a las circunstancias que les ha tocado vivir. Ni más ni menos.
Como dice Stella Young: “la discapacidad no nos hace excepcionales”. Alguien puede tener discapacidad y ser un auténtico petardo. Igual que puede pasar todo lo contrario. Meternos a todos en el mismo saco no nos hace igualarnos en derechos, que es el verdadero cometido de nuestro colectivo. Algo parecido ocurre con las mujeres y el feminismo. Creo en un colectivo heterogéneo en el que no existan normas ni dogmas y que su único nexo sea conseguir la igualdad. En la diversidad funcional debería ocurrir algo parecido.
Nuestra supuesta valentía o positivismo no hace que las escaleras se conviertan en rampas o los vídeos se subtitulen por arte de magia. Las barreras con las que nos encontramos cada día no dejan de existir porque tengamos una buena predisposición.
Ser Sujetos de inspiración o de morbo o de lástima para que se sientan mejor y crean que son afortunadas con sus vidas es tan sólo una distracción de lo importante. No van a ser más felices porque existan otras personas con diversidad funcional, y si es así tienen un problema.
Por otro lado, me parece interesante la idea de aprender de quienes tienen limitaciones y aún así se superan cada día. Aprender de los demás es la clave de sacar partido a la diversidad. Pero a no ser que seas Amancio Ortega o Emilio Botín estarás en este grupo, de una manera o de otra.
Por supuesto que aprendemos de las personas con discapacidad, que se abren camino en un mundo que no las tiene en cuenta. Yo aprendo cada día de personas increíbles que se superan en su día a día y eso es un motivo para hacerlo yo también. Pero no para sentir que mi vida es menos miserable y que vivo en un camino de baldosas amarillas o en un LSD constante.
Por ir cerrando e ir dejando espacio al debate, os dejo con una frase de Stella Young bastante ilustrativa:
“La discapacidad no nos hace excepcionales, pero cuestionar lo que uno cree saber al respecto sí que lo hace”.