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Maestros y diversidad

Algunos la llaman la realidad invisible, pero los que están en primera línea –familia, terapeutas- la tienen muy presente. Nos referimos a los niños con necesidades especiales. Muchos pensaréis que no es tan invisible, puesto que la actual ley educativa contempla la inclusión, pero que la norma lo recoja, no significa que la realidad lo refleje.

Si usted es madre o padre de un niño con necesidades educativas especiales, seguro que habrá tenido que escuchar en alguna ocasión a lo largo de la vida de su hijo, a un maestro o profesor decir que él no está preparado para enseñar aun niño así. Esto ya lo escuchaba yo en los años noventa, cuando era alumna, pero que siga sucediendo hoy es reprochable. Los que tenéis hijos con necesidades especiales sabéis el esfuerzo que supone sacarle adelante en el actual sistema educativo, pese a que la ley lo dice muy claro, como puse de relieve en mi anterior artículo

En esa primera línea de fuego, a la que antes me refería, también están los maestros, que desde hace años se quejan de su falta de formación para asumir la enseñanza de los niños con diversidad funcional. Pero es una realidad a la que no es ajena el ámbito educativo. De hecho, muchos aspirantes a una plaza en la Enseñanza lo llevan en sus proyectos a la hora de defenderlos ante un tribunal de oposición. No podemos decir que sea, pues, una realidad invisible. Está muy presente… cuando conviene. Cuando deseamos quedar bien, cuando queremos ser políticamente correctos, cuando se elaboran unas buenas leyes a las que luego no se las dota con los recursos necesarios o cuando la formación es deficiente en ese sentido.

Los maestros actuales tienen que saber que en sus clases hay y habrá, cada vez más, niños que aprenden de otra forma, que tienen dificultades para seguir el ritmo de la mayoría, pero que pueden porque tienen capacidades. Que son uno más con los mismos derechos que el resto. Que ante todo son niños. Hay maestros que se están dejando la piel por estos alumnos y es gracias a su voluntad y a su vocación que están llegando lejos. Pero también sabemos que el éxito en el desarrollo de un niño con necesidades educativas especiales no puede depender de la suerte, de que cada año le toque el maestro vocacional a nuestro hijo. La atención temprana, la que va de 0 a 6 años necesita un incremento en la dotación económica. Recibir una sesión de logopedia a la semana es mejor que nada, pero es a todas luces insuficiente. Recordemos que la administración sí destina dinero a los recursos de los alumnos, pero ni todo el necesario ni siempre esos euros se invierten en los niños con necesidades educativas especiales. Las cuentas deberían ser más transparentes.

El pasado 6 de febrero se celebraron en Sevilla, en el marco de la Facultad de Ciencias de la Educación, unas jornadas formativas destinadas a la comunidad educativa con el fin de abrir los ojos y las mentes de los docentes a esa llamada realidad invisible. El salón de actos de la facultad se llenó de alumnos, profesores y padres (una semana antes de la cita se agotaron las plazas) ávidos de información. Escucharon a neuropediatras como Inmaculada Ramos Sánchez, del Hospital Macarena, a la profesora de Pedagogía Terapéutica Antonia Márquez Luque, a Agueda Pérez, madre de un niño con diversidad funcional, al director del Colegio Huerta de la Princesa, Benjamín Perea, la maestra de Educación Especial María Esther Fernández Soria del Centro Girasol, la terapeuta ocupacional María Isabel León de Pablo, el psicólogo Carlos Castaño Romero de la Osa y María Ángeles Sillero Reyes, pedagoga, experta en equitación terapéutica. Entre todos, ofrecieron un retrato de la situación real que se vive en las aulas, de lo que significa enseñar a niños con necesidades especiales, su diversidad, las diferentes terapias con las que se cuenta hoy en día y, sobre todo, como mensaje global, cada persona puede desarrollarse integralmente dándole a cada uno lo que precisa.

Un primer paso, pero de enorme importancia, como expresó Antonio Guerrero, presidente de la Plataforma de Atención Temprana de Andalucía,  impulsora de las jornadas, porque es necesario que maestros y educadores sepan que esta es la realidad, que en la sociedad hay niños a los que tienen que enseñar de otra manera y que es posible conseguir su desarrollo como ser integral si nos molestamos un poco en conocer de qué va esta historia, que es de todos.

Cordialmente,

Nuria del Saz 

Algunos la llaman la realidad invisible, pero los que están en primera línea –familia, terapeutas- la tienen muy presente. Nos referimos a los niños con necesidades especiales. Muchos pensaréis que no es tan invisible, puesto que la actual ley educativa contempla la inclusión, pero que la norma lo recoja, no significa que la realidad lo refleje.

Si usted es madre o padre de un niño con necesidades educativas especiales, seguro que habrá tenido que escuchar en alguna ocasión a lo largo de la vida de su hijo, a un maestro o profesor decir que él no está preparado para enseñar aun niño así. Esto ya lo escuchaba yo en los años noventa, cuando era alumna, pero que siga sucediendo hoy es reprochable. Los que tenéis hijos con necesidades especiales sabéis el esfuerzo que supone sacarle adelante en el actual sistema educativo, pese a que la ley lo dice muy claro, como puse de relieve en mi anterior artículo