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Ellas paren, Gallardón decide

1.-

Estas palabras fueron escritas por uno de los discípulos de san Pablo hace 2000 años pero resultan actuales. En particular, las que atañen a los hijos. Porque parece que muchas de las políticas de este cristiano Gobierno van encaminadas a eso, a devolver a la mujer al lugar que, según la tradición, pertenece. El desprecio por las cuotas, la destrucción por etapas de la ley de Dependencia (que obliga a cientos de mujeres a quedarse en casa cuidando con problemas físicos y mentales) y, ahora, la inminente contrarreforma del aborto.

Alberto Ruiz Gallardón es el encargado de ejecutar esta contrarreforma. Durante años fue presentado por el diario El País como el progre del PP y ahora va a ser responsable de una norma retrógada y dañina no sólo para las mujeres, sino para toda la población. Como escribió Sergio del Molino, parece que le hayan dicho: “El Jefe quiere algo más. ¿Quieres ser de los nuestros? ¿De los nuestros de verdad? Necesitamos una prueba. Vamos, hazlo, Alberto: sal ahí y defiende el rollo ese antiabortista como el más carca de los carcas”.

Y en ello está.

2.-

No existe la ley del aborto perfecta. La más adecuada es la que menor sufrimiento cause a las mujeres. Suspender el embarazo es una experiencia traumática, y cualquier regulación debe tender a suavizar este dolor y facilitar que las mujeres tomen las riendas de su vida.

Pues de eso se trata: de libertad y de autonomía. De escoger sin presiones lo que crees que es mejor para ti y de tener los medios adecuados para hacerlo. De lo contrario, como advierten algunos, volveremos a los años en que las mujeres ricas volaban a Londres y las pobres se desangraban en pisos que servían de clínicas. El director británico Mike Leigh mostró las consecuencias de esta legislación en El secreto de Vera Drake.

Por supuesto, las personas que atacan la libertad de la mujer no se llaman liberticidas, sino provida. Es una táctica usual en política estos días: si llamas a tus iniciativas con nombres bonitos con los que nadie está en desacuerdo, has ganado puntos en la partida. En un plano teórico, todos somos provida. Pero el debate sobre el aborto no va de eso.

El fondo del asunto, insisto, radica en la libertad de la mujer para decidir qué hacer con su cuerpo y con su vida. Y en el deseo de los talibanes por arrebatar a las mujeres esta capacidad de decisión. Cueste lo que cueste.

3.-

Los extremistas religiosos se sirven de la ciencia para conseguir sus propósitos. Trasladan la conversación a la biología y argumentan que la vida comienza en un momento muy determinado: cuando el espermatozoide penetra en el óvulo y lo fecunda. Así, quien aborta después de ese “primer nacimiento” actúa igual que quien ahogase a un recién nacido. Y no.

Steven Pinker escribe en La tabla rasa:

4.-

Uno de los retrocesos más importantes que incorpora la ley que prepara Gallardón es ilegalizar el aborto en caso de malformación del feto. Estoy absolutamente en contra. Hablaré de ello en el próximo post.

1.-

Estas palabras fueron escritas por uno de los discípulos de san Pablo hace 2000 años pero resultan actuales. En particular, las que atañen a los hijos. Porque parece que muchas de las políticas de este cristiano Gobierno van encaminadas a eso, a devolver a la mujer al lugar que, según la tradición, pertenece. El desprecio por las cuotas, la destrucción por etapas de la ley de Dependencia (que obliga a cientos de mujeres a quedarse en casa cuidando con problemas físicos y mentales) y, ahora, la inminente contrarreforma del aborto.