Por varios canales diferentes, me ha llegado un vídeo hecho por la Fundación ONCE. Un vídeo que, por lo visto, se ha convertido en “viral” (vocablo que no significa nada más que “compartido mogollón de veces mu rápido”, pero que sugiere que el que lo usa es muy moderno y sabe mucho de internet).
Aquí lo tenéis. Vedlo por favor y luego seguid leyendo.
Resulta que el vídeo ha sido hecho con el objetivo de popularizar una campaña de inserción laboral de discapacitados... perdón, retrones. La campaña, como habréis deducido, se llama “No te rindas nunca”, y es fácil entender por qué el vídeo se ha convertido en viral: Está muy bien hecho y juega con la sorpresa. Además, el texto es potente y los actores lo bordan.
Desde luego, si el objetivo es que la campaña se conozca, hay que quitarse el sombrero.
¡Objetivo conseguido!
Si el objetivo es, en cambio, que los problemas que tienen los jóvenes retrones se solucionen algún día, entonces ya no lo tengo yo tan claro.
Para empezar, uno puede conseguir difusión de una campaña de inserción de retrones utilizando un vídeo que no tenga nada que ver, pero que mole. Por ejemplo:
No estoy diciendo que el vídeo de “No te rindas nunca” no tenga nada que ver con la campaña del mismo nombre. Algo que ver tiene. Salen retrones en él. Y además... salen retrones en él. Fin de la relación.
Pero no es la aparente desconexión entre el vídeo y la campaña lo que me molesta. Al fin y al cabo, esta desconexión es habitual y muchas veces buscada en los memes virales de la cloud online social por su sitio, o en lo que había antes, cuando había pesetas... ¿Cómo se llamaba? Ah, sí: “publicidad”.
Por cierto, cuesta bastante saber exactamente de qué va la campaña que publicita el vídeo, incluso cuando ya te has metido en su web. Hay una sección sobre el plan de una brevedad casi cómica y sin una sola cifra, así como secciones donde te presentan a los protagonistas del vídeo, y una sección en la que, si rellenas un formulario, “Pasarás a formar parte del Plan NTRN y nos pondremos en contacto contigo en 24 horas”. La única forma de saber si este plan afecta a 3 retrones o a 3.000.000, es pinchar en el link pequeñito que hay en el footer y que reza “Área de prensa”. Allí, hay una serie de documentos y, en uno de ellos, podemos leer:
En sus tres anÌos de ejecucioÌn, el Plan NTRN se propone:tres anÌos
Atender a maÌs de 9.000 joÌvenes con discapacidad; formar y cualificar a 6.000 joÌvenes, con la orientacioÌn y la realizacioÌn de cursos y talleres para todos: desde los niveles formativos maÌs bajos hasta los licenciados universitarios en busca de empleo [...]Atender a maÌs de 9.000 joÌvenes con discapacidadformar y cualificar a 6.000 joÌvenes
En materia de empleo, el Plan NTRN pretende conseguir y consolidar 3.000 inserciones laborales para joÌvenes con discapacidad, unas expectativas que, como es natural, no pueden sustraerse de la evolucioÌn de la economiÌa y del mercado laboral. Por ello el Plan NTRN, que se realiza a traveÌs de los centros territoriales de FSC Inserta en toda EspanÌa, es dinaÌmico e incorporaraÌ nuevas liÌneas, iniciativas y ajustes en las iniciales de acuerdo con la realidad socioeconoÌmica.consolidar 3.000 inserciones laborales
Para alcanzar estos resultados clave [...] cuenta con un presupuesto estimado de 8.200.000 euros.8.200.000 euros
Bien, si utilizamos los datos de 2008 del INE, podemos estimar que hay unos 115.000 retrones de 16 a 29 años en España, 20.000 de los cuales trabajan. Siendo muy optimistas y pensando que, de los restantes 95.000, la mitad está estudiando, y de momento no quiere trabajar, vemos que el plan de la ONCE, dispone de unos 172€ por retrón desempleado, y pretende hablar con aproximadamente el 20% de ellos, formar al 14%, y colocar al 7%. Si todo va bien.
Ahora entendemos un poco de qué va el asunto, y sospechamos entonces que, cuando leemos en la web del “Plan NTRN” que la ONCE ha creado “Más de 67.500 empleos para personas con discapacidad”, debe referirse a personas de todas las edades. Cosa que, quizás, deberían especificar, dado que el plan sólo va destinado a jóvenes de 16 a 29 años.
El vídeo no nos da la más mínima pista de todo esto, pero, como digo, no es eso lo que me molesta. Lo que me molesta es el mensaje.
Por un lado, es paternalista. Y, si no lo ves, déjame que añada sólo una palabra al slogan:
No te rindas nunca, campeón.
¿Ahora sí?
¿No?
Imagínate que el que lo dice te despeina con la mano mientras esboza una sonrisa tierna y complacida.
¿Ya?
Además del paternalismo, y mucho más importante que el mismo, tenemos el asunto de que se erra el disparo completamente.
Como ya insinué en mi último post, la “culpa” de sufrir discriminación económica y no tener una vida digna como cualquier persona de clase media no es de las víctimas de estos problemas. Suponiendo que se pueda definir de alguna manera lo que queremos decir con “culpa”, por ejemplo, “responsabilidad”, ésta es claramente del sistema. ¿Y por qué es del sistema? Pues muy fácil. Porque es el sistema quien tiene el poder de cambiar la situación y solucionar los problemas definitivamente y para todo el mundo. No cada uno de nosotros con nuestro esfuerzo individual.
Por mucho que uno no se rinda nunca, no está claro que eso garantice una vida digna y completa. Especialmente si parte con veintisiete desventajas ya en la casilla de salida. No rendirse nunca está muy bien, y a veces funciona, pero no siempre.
La narrativa del esfuerzo, el premio merecido, y el comité de unicornios que relaciona ambos conceptos de manera indisolublemente matemática, tiene además otro peligro. A saber, su negación.
Esto es:
Si no te rindes nunca, conseguirás una vida digna y feliz.
Es una afirmación lógicamente equivalente a:
Si no consigues una vida digna y feliz, es que te has rendido.
En otras palabras:
Los que están jodidos, es porque se lo han ganado.
Aunque nazcas en Sri Lanka, con una pierna menos y una enfermedad neuromuscular, en una familia paupérrima y políticamente alineada en contra del salvaje gobierno militar que gobierna la isla.
Por supuesto, este modo de pensar encaja perfectamente y le viene de perlas a los sectores que defienden la regresión liberal que estamos viviendo: ¿Que la lista de espera para el especialista es de un año? Tú no te rindas nunca. ¿Que no te quieren atender en el ambulatorio porque no tienes papeles? Ante la bacteria de la tuberculosis, lo mejor es no rendirse nunca. ¿Que en colegio de tu hijo no hay calefacción en invierno? No pasa res, mientras tu niño no se rinda nunca al frío siberiano. ¿Que, a tus 29 años, aunque tengas un buen trabajo, tienes que vivir sí o sí con un familiar que te cuide porque lo que te dan de la Ley de Dependencia no te llega ni para pipas? ¡No te rindas nunca, campeón!
La contradicción más flagrante en este caso concreto es, por supuesto, la siguiente: Si la clave está en que yo sea un canto a la vida, un luchador, un campeón que no se rinde nunca, y así conseguiré tener una vida guay. Entonces, ¿para qué tiene que montar la Fundación ONCE un programa que me ayude a insertarme laboralmente?
Si admitimos que hay gente que necesita ayuda, ¿no sería mejor ayudarlos en serio que subcontratar nuestra responsabilidad social a pequeñas entidades privadas por un 10% del coste? Claro que es mejor la Fundación ONCE (o DFA) que nada, como también será mejor que nada una maltrecha sanidad privada (cuando acaben de venderla) que solo atienda a algunos, a veces.
Lo que es muy triste es que, en un mundo y una era de abundancia, cuando, por primera vez en la historia, tenemos el poder de conseguir que todas las personas lleven una vida digna y sin necesidades, en vez de hacerlo, y punto, sigamos conformándonos con limosnas que son “mejor que nada” y con mensajes paternalistas que instan al oprimido a que “no se rinda” mientras se le van sustrayendo derechos.