Escucho por la radio que, hace unos días, Holanda va a discutir en su parlamento una ley sobre el suicidio asistido para personas de la tercera edad que consideren que han cumplido su ciclo vital y no quieran seguir viviendo. Esto ha levantado una cierta discrepancia con los expertos que hace dos años realizaron un estudio sobre la viabilidad de este proyecto y que consideraron, tras un tiempo de trabajo que no era la mejor opción. A pesar de eso el ejecutivo holandés pensaba que había que ampliar la ley y en eso están.
Ahora bien, aquí en España aún estamos a vueltas con el tema del suicidio asistido. Si bien en otras zonas como el BENELUX y Suiza se han legalizado y tienen una legislación clara, aquí hay un sucedáneo de eutanasia pasiva, que consiste en abandonar el tratamiento y el paciente muere por el abandono del mismo.
Este tema siempre me ha planteado muchas dudas a nivel personal, pero creo que hay que promover la calidad de vida por encima de todas las cosas. Más allá de las profundas raíces (tentáculos diría yo), de la moral cristiana que tenemos en nuestro país no deberíamos preguntar si eso es suficiente como para no plantear cuestiones que mejorarían con mucho la calidad de vida de mucha gente, tanto enfermos en fase terminal (que es, en principio para lo que está diseñada) tanto como para los familiares que podrían “descansar” sin mantener una situación irreversible hasta el fin de los tiempos.
Seguramente habrá quien critique este tipo de decisiones, pero yo soy de la opinión de que tener la posibilidad no es una obligación. Si uno no quiere hacer algo no está obligado, pero si una persona está convencida y su vida se ha convertido algo insoportable debería poder tener el derecho de finalizarla sin traumas. Las cosas hay que hacerlas bien y sería deseable que todo el mundo pudiera tener la mayor calidad de vida posible. Y creo que más que nada, esta es una decisión personal. Es una decisión que sólo incumbe en principio a la persona afectada, aunque es comprensible la vinculación emocional de la familia, pero hay que entender que vivir en el dolor continuo no es fácil y hay gente que no lo puede soportar. ¿Es eso egoísmo?¿Qué necesitamos en este país para sacudirnos la moral religiosa y empezar a plantear cuestiones que faciliten la vida? Creo que si queremos ser un país avanzado deberíamos plantear cuestiones más allá de creencias personales. Pienso que una sociedad avanzada es la que pone opciones sobre la mesa para todas las variables posibles.
¿Por qué no podemos acabar nuestra vida de manera digna si esta se convierte en un infierno? A lo mejor desde la perspectiva moral es algo inaceptable, pero no sólo es posible vivir desde este punto de vista sino que hay otros puntos de vista que no tienen en cuenta la vida eterna ni el castigo divino. Es por esto por lo que debemos plantearnos la situación.
Escucho por la radio que, hace unos días, Holanda va a discutir en su parlamento una ley sobre el suicidio asistido para personas de la tercera edad que consideren que han cumplido su ciclo vital y no quieran seguir viviendo. Esto ha levantado una cierta discrepancia con los expertos que hace dos años realizaron un estudio sobre la viabilidad de este proyecto y que consideraron, tras un tiempo de trabajo que no era la mejor opción. A pesar de eso el ejecutivo holandés pensaba que había que ampliar la ley y en eso están.
Ahora bien, aquí en España aún estamos a vueltas con el tema del suicidio asistido. Si bien en otras zonas como el BENELUX y Suiza se han legalizado y tienen una legislación clara, aquí hay un sucedáneo de eutanasia pasiva, que consiste en abandonar el tratamiento y el paciente muere por el abandono del mismo.