Save the Children es la organización independiente líder en la defensa de los derechos de la infancia en todo el mundo. Trabaja en más de 120 países salvando vidas, proporcionando seguridad y protección a los niños y las niñas y defendiendo sus derechos. En España trabaja desde hace más de 20 años con programas de atención a los niños más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social.
El Gallinero: 10 situaciones que vulneran los derechos de los niños y niñas
La característica común del casi medio millar de personas que viven en El Gallinero es que son familias de origen gitano rumano. Una verdadera ‘mala pata’ para convivir en cualquier sociedad europea cuando por el hecho de serlo sufren del estigma previo que les asocia de manera injusta a actos marginales y delictivos. Algo que puede terminar siendo verdad no porque sea algo innato de la etnia gitana sino como una consecuencia más del rechazo y discriminación frontal que sufren. Situaciones indeseables a las que llaman a erradicar diferentes organismos europeos a través de programas y actuaciones específicas sin todo el éxito que debería.
La situación en El Gallinero es de una pobreza tan extrema que si usáramos el Índice de Pobreza Humana de Naciones Unidas se asemejaría a las condiciones de vida del país más pobre de la tierra, a Níger.
Sobre cómo perciben y sienten esta situación de extrema exclusión los 300 niños y niñas que viven allí, y de cómo esto afecta a sus derechos, es lo que cuenta el estudio que Save the Children, junto con el Instituto Universitario de la Familia de la Universidad de Comillas, presentamos el pasado mes de noviembre. La principal conclusión es que se están vulnerando los derechos de los menores de edad que allí viven y que esto debe cesar. Para ello es necesario que las autoridades públicas implicadas (principalmente el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid) corrijan al menos las siguientes situaciones:
1. Ha de facilitarse un acceso a la electricidad que no entrañe un peligro para los niños ni sus familias. Las condiciones actuales de cableados precarios que recorren todo el poblado ya han dado lugar a que algún menor se haya electrocutado.
2. Deben adaptarse los accesos a la zona para acabar con el aislamiento en el que viven las familias que condiciona seriamente sus desplazamientos para acudir al colegio de sus hijos, pedir ayudas sociales, tramitar documentación o tener que ir al médico.
3. Existe un único punto de agua en todo el poblado y el saneamiento es prácticamente inexistente. Ambos aspectos dan lugar a graves riesgos para la salud, siendo los más pequeños los más vulnerables. La transmisión de enfermedades es un hecho evitable si no fuera porque la basura se acumula incesantemente, hay que defecar al aire libre, no hay acceso al agua y los animales andan sueltos y abandonados además de las ratas, las cucarachas y los insectos.
4. El empadronamiento de todas las personas de El Gallinero es un requisito básico para poder acceder a ayudas de los servicios sociales, ayudas por hijo a cargo o a la renta mínima de inserción. Debe facilitarse dicha gestión municipal sobre todo teniendo en cuenta que estas ayudas serían destinadas a libros, material escolar, vestidos, alimentación, actividades de sus hijos e hijas con otros niños de su edad, lo que favorecería su integración.
5. Han de existir programas específicos de educación infantil para los menores de 0 a 3 años. Además del apoyo que supondría para las familias en la crianza y cuidado de los hijos e hijas, liberaría los hermanos mayores de la tarea de estar con los más pequeños y/o daría más posibilidad a los adultos de tener una actividad laboral más estable.
6. Los niños y niñas de El Gallinero quieren ir a clase y quieren aprender. Es necesario subsanar las deficiencias que se dan en las rutas escolares para que sean suficientes y que en ningún caso, se condicionen al comportamiento de los chavales. Además, es imprescindible acondicionar espacios para que los chicos y chicas reciban el apoyo escolar que sus padres y madres no les pueden dar al carecer de los conocimientos necesarios para ello.
7. El acceso a la salud no puede ser reactivo, sino que además, y sobretodo, debe ser preventivo. Es necesario que se desarrollen programas de salud que apoyen a las familias y a los adolescentes a conocer aspectos de alimentación, higiene, salud sexual y reproductiva; que haya un programa integral de la salud para este colectivo partiendo de sus necesidades y características.
8. Deben frenarse las situaciones de violencia dentro del poblado, en muchas de las cuáles son testigos los niños y niñas que expresan su miedo e impacto. Para ello es necesario contar con los propios habitantes de El Gallinero y utilizar los espacios de participación y encuentro que ya tienen, así como mejorar la colaboración y coordinación entre los voluntarios y organizaciones que ya están trabajando en el terreno.
9. El juego y el esparcimiento de los niños y niñas es uno de los derechos de la infancia más olvidado y más necesario. El Gallinero es un lugar lleno de peligros donde no existen columpios ni explanadas donde puedan jugar sin el riesgo de ser atropellados por los vehículos que pasan por la carretera que lleva a la Cañada Real o sin sufrir algún tipo de accidente.
10. Y por último, es imprescindible detener los desalojos forzosos y derribos de las casas que siguen produciéndose sin respetar la normativa internacional al respecto. La vivienda es el núcleo central de estabilidad para cualquier ser humano, más aún si estamos hablando de niños y niñas cuyo interés superior debe primar en cualquier actuación. La angustia y ansiedad que expresan por estos sucesos debería hacer pensar en las consecuencias emocionales de estos procedimientos que tienen en niños que están en pleno proceso de maduración y desarrollo.
La privacidad del terreno no es motivo suficiente como para no emprender todas estas actuaciones. Los Principios Rectores sobre la Extrema pobreza y los Derechos Humanos dicen:
“Las autoridades públicas deben otorgar prioridad a la mejora de la infraestructura y los servicios de las zonas habitadas por personas que viven en la pobreza con inclusión de caminos transitables todo el año , agua potable, evacuación de deshechos y aguas servidas e instalaciones de saneamiento, servicios de atención de la salud, educación y electricidad (…) No debe denegarse a ningún hogar el derecho al agua y el saneamiento por razón de la clasificación de la vivienda o de la tierra en que esta se encuentra”
El próximo día 10 de febrero, el Instituto Universitario de la Familia ha convocado una jornada abierta para dar a conocer el informe que publicamos. A esa jornada acudirán buena parte de los agentes implicados en esta realidad. Es un muy buen momento para llegar a acuerdos mínimos que permita, ocho años después de empezar este asentamiento, dotar a este colectivo de condiciones básicas para vivir con dignidad de manera estable. Todo reto es una oportunidad, y muchas veces hasta una buena práctica que trasladar a otros lugares pero si además hablamos de niños y niñas, es una inversión imprescindible para construir una sociedad mejor.
La característica común del casi medio millar de personas que viven en El Gallinero es que son familias de origen gitano rumano. Una verdadera ‘mala pata’ para convivir en cualquier sociedad europea cuando por el hecho de serlo sufren del estigma previo que les asocia de manera injusta a actos marginales y delictivos. Algo que puede terminar siendo verdad no porque sea algo innato de la etnia gitana sino como una consecuencia más del rechazo y discriminación frontal que sufren. Situaciones indeseables a las que llaman a erradicar diferentes organismos europeos a través de programas y actuaciones específicas sin todo el éxito que debería.
La situación en El Gallinero es de una pobreza tan extrema que si usáramos el Índice de Pobreza Humana de Naciones Unidas se asemejaría a las condiciones de vida del país más pobre de la tierra, a Níger.