Antonio Machado, ¿poeta de todas las Españas u objeto de manipulación política?

Alejandro Luque

0

Enrique Baltanás (Alcalá de Guadaíra, 1952), profesor, investigador y escritor, ha dedicado su vida, entre otros menesteres, a estudiar la figura de Antonio Machado y su familia. Fruto de este esfuerzo son libros suyos de referencia como Antonio Machado, nueva biografía, Los Machado o La obra común de los hermanos Machado, entre otros trabajos. Ahora, este escritor e investigador sevillano publica Antonio Machado, poeta de todas las Españas (Rialp), un ensayo en el que denuncia la instrumentalización que han querido hacer de él izquierdas y derechas.

“Titulo el libro precisamente así, de todas las Españas, porque, aunque es cierto que se le ha utilizado políticamente y a conveniencia tanto desde el franquismo como desde la oposición, si rastreamos su figura con sus luces y con sus sombras, podemos llegar a conclusiones sorprendentes”, comenta el autor. “Hay quien supone que lo que escribió durante la guerra es su pensamiento verdadero. Yo no lo tengo tan claro: aparte de que no podemos meternos en su cabeza, no podemos olvidar que él trabajaba para el Gobierno republicano, y por tanto, no podía decir otra cosa que lo que decía”, explica.

Baltanás recuerda que, durante la guerra, “en la zona republicana también existía la censura de prensa, de modo que las opiniones no eran completamente libres. Y, como suele decirse, la primera víctima de la guerra es la verdad. Esto me ha llevado a repasar toda la trayectoria de Machado, pero sobre todo los años de la guerra, acudiendo a testimonios de personas que lo conocieron y visitaron”.

Decepción de la República

Entre los episodios más desconocidos de la peripecia vital machadiana, Baltanás destaca el hecho de que fuera detenido durante unos días por una patrulla de milicianos del bando republicano, “como le pasó a su hermano Manuel en el otro bando”, puntualiza. “Tuvo que ser un cargo socialista el que lo sacara de allí”, aclara.

De lo que no cabe duda es de que el autor de Campos de Castilla saludó la llegada de la República con entusiasmo, como prueba el hecho de que acudiera al balcón del Ayuntamiento de Segovia para izar la bandera el 14 de abril de 1931. Baltanás alude, sin embargo, a una carta posterior de Pilar Valderrama, su amada Guiomar, en la que le escribe: “Razón tienes, diosa mía, cuando me dices que la República –¡tan deseada!, yo confieso haberla deseado sinceramente– nos ha defraudado un poco”.

“Le pasó a muchos intelectuales de aquella generación”, continúa Baltanás. “Prácticamente, todos acogieron así el advenimiento de la República, y luego vinieron las lógicas decepciones. Hay que distinguir ahí a los intelectuales de la generación senior, como Ortega, Azorín, Pío Baroja o Marañón, de los jóvenes como Alberti, Cernuda o Altolaguirre, que acabarían siendo muy favorables al Frente Popular. Los otros, en cambio, salieron huyendo en cuanto les fue posible. Había una inquietud ante el terror de la calle, las checas y todo eso. Machado no pudo salir porque carecía de los medios de los otros, además de que sus familiares dependían de él”, cuenta.

Izquierdistas y falangistas

Para Baltanás, el primer apoderamiento de la figura de Machado viene precisamente del Frente Popular, a través de Rafael Alberti. “No se puede decir que fuera un rehén, pero casi”, asevera. “Estaba preso de unas circunstancias a las que tuvo que adaptarse. Luego el Partido Comunista lo consideró suyo, cuando Machado no era en absoluto comunista. En el 37 se afilió al partido de la izquierda republicana, el del presidente de Azaña y el más moderado del Frente Popular”, relata.

Ya en tiempos más recientes, la obra poética de Antonio Machado fue enormemente popularizada por Joan Manuel Serrat, un músico claramente posicionado desde el punto de vista ideológico, pero Baltanás no cree que su disco de homenaje al poeta sevillano haya sido determinante en la polarización de su figura. Tampoco la reiterada defensa que de él hiciera el vicepresidente socialista Alfonso Guerra: “No me incomoda en absoluto, hay que reconocer lo mucho que ha hecho por la difusión de su obra, aunque no comparto con él algunas de sus opiniones”.

En cambio, el estudioso señala a Luis García Montero, también poeta y actual director del Instituto Cervantes, “que ya en el manifiesto de La Otra Sentimentalidad reivindica a Machado”, y sobre todo al biógrafo Ian Gibson, “pues ya sabemos que son hombres de izquierdas y llevan el agua a su molino”, subraya. Por el lado franquista, Baltanás recuerda la publicación de la poesía completa (“sin incluir, naturalmente, las poesías de guerra”) de Machado que llevó a cabo Dionisio Ridruejo, jerarca falangista, así como el homenaje que le dedicó la revista Cuadernos Hispanoamericanos, “o el hecho de que el Parador de Soria, que lleva el nombre de Machado, fuera inaugurado por Fraga Iribarne”.

Visita a la tumba

Por último, Baltanás incide en la eterna controversia en torno a la tumba del poeta en Collioure –“Soy partidario de dejarlo allí, donde fue acogido y murió”, advierte–, y que se ha convertido, según él, “en sitio de peregrinación de mucha gente de izquierdas”, aunque no solo. “Yo soy poco partidario de estas cosas, lo que ves allí no es nada, porque Machado ya no existe. Pero hay gente que tiene ese afán necrológico”, señala el autor, que reconoce no haber visitado nunca la villa francesa ni su cementerio.

Y aunque no oculta su desagrado ante el hecho de que Pedro Sánchez sí acudiera a rendir honores al poeta en el ejercicio de su cargo, cuando elDiario.es le pregunta si no tendrían más bien que haberlo hecho todos los presidentes anteriores, entre ellos, incluso algunos acreditados lectores de poesía, responde. “Quizá fue un acierto, hay que reconocérselo. Otros no lo hicieron”.

“Creo que los poetas tienen una importancia relativa”, concluye Baltanás. “No están nunca en el primer plano de la actualidad, pero los políticos los manipulan de una manera u otra. Porque no les interesa la poesía, sino el rédito político que les pueda dar. Por eso, también, la extrema derecha no habla nunca de Machado, porque sencillamente no les interesa ni creen que pueda aportarles nada”, dice.

En cuanto a su trabajo sobre el poeta y su entorno, Baltanás lo da por concluido con este último ensayo: “Ya no pienso escribir nada más, salvo que surja algo inesperado. Estoy un poquito saturado”.