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Deli Deli o cómo repartir comida a domicilio “de forma ética”: “Hemos buscado una solución local a un problema local”

Después de un día de exhausta mudanza, Rocío y Anna quisieron pedir comida a domicilio a su hamburguesería favorita de Sevilla a través de la conocida plataforma de Glovo. Sin embargo, no la encontraron en la aplicación. Aticcus Finch Burger nunca eligió a los ‘riders’ amarillos hasta que apareció Lorena, la primera repartidora con contrato fijo de Deli Deli. Tanto ellos, como otros 15 restaurantes de comida local en la zona centro han decidido contratar el servicio de esta nueva plataforma local de reparto en Sevilla que ofrece “comida de calidad, comisiones razonables y condiciones dignas para repartidores”.

Deli Deli es una iniciativa que surge tras el primer Estado de Alarma del año y tiene un objetivo claro: no ser como las otras plataformas. Es una alternativa local creada por tres amigos que pretende ofrecer el servicio de reparto de comida a domicilio de aquellos restaurantes que “están en contra de las condiciones que ofrecen las plataformas” ‘mainstream' y que cuya calidad de servicio y de ingredientes les impide poder pagar el 30-40% de cada pedido (más otras tasas) que les cobran Just Eat, Glovo o UberEats. 

Por eso, Deli Deli no pretende “competir con otras plataformas”, aseguran que lo que les hace diferentes es “el equilibrio entre costes, calidad y dignidad laboral”. De sus cuatro repartidores, tres están contratados y uno es autónomo y pagado por horas. Además, el coste de su servicio sobre cada pedido es del 20% sin ninguna otra tasa adicional y no trabajan con cadenas de comida. Según Kevin Whalen, uno de los fundadores, “solo trabajamos con restaurantes locales, que ofrezcan comida de calidad y que compartan la misma filosofía”. 

Un modelo de reparto “menos cómodo pero más ético”

Son conscientes de que no ofrecen las mismas facilidades que Glovo o que Just Eat. Su pedido mínimo es de 20 euros y el coste por el reparto oscila entre 2,50 y 5 euros, según la zona del domicilio. Kevin afirma: “no podemos ofrecer la misma bolsa de clientes, sino un buen servicio para los clientes fieles de esos restaurantes”. Además, pone un ejemplo muy gráfico: “Cualquiera que va a un restaurante se gasta una media de 5 a 8 euros en el taxi que le lleva. Con nosotros pagan, no solo un poco menos que ese transporte, sino que además pagan por un modelo, quizás menos cómodo para el cliente, pero sí más ético”, defienden.

Así, no quieren crecer exponencialmente, sino “de forma lógica y controlada” y tampoco pretenden llegar más allá de Sevilla. Aseguran que Deli Deli “no es una Startup” sino “una solución local a un problema local”. Es por esto que aseguran ser un servicio que no existiría si no hubiera “clientes concienciados con las injusticias del modelo de las otras plataformas”. 

La necesidad del confinamiento

Joaquín, el dueño del restaurante de hamburguesas Atticus Finch confiesa que siempre ha sido “reacio” a los pedidos para llevar. “Siempre preferí ofrecer una experiencia auténtica en el restaurante”. Sin embargo, con el confinamiento vio “la necesidad” de “comenzar a ofrecer este servicio”. Para ello, ha contado con el reparto “ético” que ofrece  Deli Deli y, con el tiempo, también con el de Just Eat. Joaquín puede comparar ambos y destaca que la diferencia principal que ve es “la empatía y la calidad del repartidor y que con una multinacional como Just Eat no se puede negociar ni dialogar”.

De ese reparto de calidad es responsable Lorena, la primera repartidora contratada por Deli Deli, quien lleva trabajando para ellos desde hace seis meses después de dejar Ubereats. Aunque, como cuenta la repartidora, ha estado de autónoma hasta este mes de octubre que “le han podido contratar”, le pagaban por horas y no por pedido y tenía un horario establecido que le permitía “saber cuánto dinero iba a llevar a casa cada mes”. 

Esto para ella es una gran diferencia, ya que con Ubereats “en una jornada de nueve horas podías ganar 60 euros y en otra 12”, mientras que con Deli Deli “las horas trabajadas son las horas cobradas”. Lorena se muestra crítica con la multinacional porque “ellos quieren contar con que estés disponible por si entra un pedido, pero tú no puedes contar con ellos”.